En su primera salida en la 63 Serie Nacional de Béisbol logró una victoria para el equipo matancero. Foto: Cortesía del entrevistado
Dedicación, disciplina y entrega en el terreno definen a Silvio Bruno Iturralde Herrera, joven que con apenas 18 años ocupa un lugar en la nómina del equipo de Matanzas en la actual Serie Nacional de Béisbol.
«Llegué al béisbol gracias a mi abuelo Yfrel cuando tenía cinco años. Desde entonces el deporte ha sido parte importante de mi vida, a ello le debo casi todo lo aprendido hasta ahora y la mayoría de los amigos que hoy poseo».
Para Silvito, como lo llaman las personas más cercanas, su familia, sobre todo sus abuelos y sus amigos son elementos imprescindibles en su vida y la base para el éxito de su carrera deportiva. Profesores como Jonder Martínez y el colectivo del equipo constituyen sus mayores referentes.
El joven lanzador obtuvo excelentes resultados durante su paso por las categorías juveniles. Hoy en día forma parte de la reserva de Los Cocodrilos de Matanzas.
«Fui convocado a una serie de entrenamientos y juegos, al final de ellos el colectivo técnico decidió incluirme en la selección del equipo de Matanzas. Estoy muy agradecido con los entrenadores, mis profesores actuales y aquellos que tanto me apoyaron e impulsaron en las categorías inferiores. Sin ellos no hubiese podido lograrlo».
Con seis entradas en la 63 Serie Nacional de Béisbol, sus lanzamientos promedios llegan a las 85 Mph.
«Jugué varias posiciones en las escalas menores. En la categoría 9-10 años mis lanzamientos superaban la media y tenía bastante control. Mis profesores me indicaron que el pitcheo era mi posición y que podría obtener buenos resultados en ese nivel».
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El también estudiante de tercer año de la Escuela de Profesores de Educación Física Manuel Piti Fajardo lleva los estudios y el deporte tomados de la mano.
«Ambos son importantes para mí, por eso trato de llevarlos a la misma vez, con el rigor que cada uno de ellos merece. Intento mantener la disciplina dentro y fuera del terreno, enfocado siempre en ganar».
Silvio no se queda solo con el entrenamiento según el plan de trabajo de sus profesores en el terreno. Aunque respeta el descanso orientado por estos, en su casa se ejercita junto a su abuelo Yfrel, el mismo que le mostró este mundo desde pequeño.
Sobre otros deportes, el muchacho comenta que de no haber sido pelotero, el ciclismo hubiese sido su segunda opción, en homenaje a su papá y su abuelo, quienes lo practicaron antes.
A pesar de su corta edad, considera que su mayor virtud es ser crítico y autocrítico. Sus tiempos libres los dedica a compartir con sus amistades, y aclara que si no se hubiese dedicado al deporte de alto rendimiento, una actividad o profesión para ayudar a los más necesitados, hubiese sido su elección.
Ser campeón con el Matanzas y formar parte del equipo Cuba en algún evento deportivo internacional es uno de sus mayores sueños. Graduarse como profesor de educación física, para transmitir sus experiencias y conocimientos a los más pequeños, e inculcar en ellos las disciplina y el amor por el deporte constituye otra de sus metas.
El número 26 de Los Cocodrilos de Matanzas se contempla como un visionario, gracias a que desde muy pequeño observó que con sacrificio, entrega, perseverancia y amor por el béisbol podría mejorar sus resultados futuros.
