La presencia de jugadores tan valiosos como Erisbel Arruebarruena habla a favor de este proceso de incorporación.
Por mucho tiempo, quizá demasiado, los amantes del béisbol hemos anhelado ver en acción nuevamente sobre las primitivas gramas de los estadios del país a aquellos jugadores que pertenecen o pertenecieron al sistema de MLB, y que solo podíamos disfrutar por retransmisiones, fotos o reseñas de los grandes medios informativos.
Hace algunos meses el Inder (Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación) informó que la repatriación dejó de ser una exigencia para que cubanos residentes en el exterior intervengan en los eventos nacionales.
Agregaron, además, que “las comisiones nacionales debían actualizar los reglamentos de sus competiciones para implementar esta medida. Sobre este tema, el debate se ha centrado sobre todo en el béisbol. Sin embargo, la decisión también influye en otros deportes”.
De esta manera se abrieron las puertas no solo de la Serie Nacional, sino también de los seleccionados a eventos internacionales para representar las cuatro letras en cualquier disciplina.
Era lo correcto, lo esperado por tanto tiempo y, aunque falta muchísimo por hacer todavía en el reconocimiento y aceptación de los atletas cubanos que deciden continuar sus carreras en otros países, fue un paso importante.
La presencia de jugadores con experiencia en ligas extranjeras de prestigio, sobre todo en el béisbol, es un aliciente a la pésima calidad que tiene, por ejemplo, la Liga Élite, con niveles asombrosos de errores y juegos de carreraje que distan mucho de la concepción de un torneo donde se supone que se concentra lo mejor de las Series Nacionales.
Ciertamente, existe un porciento de aficionados nada despreciable que asisten hoy a los estadios o están pendientes por distintos medios de cada partido, solo por ver en acción a los peloteros que un día comenzaron a admirar en el inicio de sus carreras.
Encontrar alguna desventaja a este proceso de incorporación es como ver fantasmas donde no los hay, pues todo lo que levante o haga crecer el espectáculo del béisbol cubano siempre será bienvenido y puede también ayudar a derribar otras barreras que impiden ampliar el diapasón en ese sentido.
Ya las estrategias para desarrollar el talento joven son harina de otro costal y tema que debe ser motivo de análisis profundo en la Comisión Nacional de Béisbol. Es el momento de apartar la polémica y disfrutar de lo que brindan ahora o podrían aportar luego en un equipo nacional.
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