El pasillo de entrada a la unidad de emergencia del hospital provincial “Faustino Pérez”, en Matanzas, todavía muestra las huellas sobrecogedoras de chapapote, dejadas por las botas de los bomberos. En la noche del 5 de agosto de 2022, por ese pasillo pasaron decenas de personas, la mayoría heridos por la explosión de la base de supertanqueros. Ese siniestro cambió, para siempre, la vida de una ciudad y también de la doctora Ana María Carballo, residente de segundo año de la especialidad de Cirugía estética y traumatología. Esa fatídica noche, ella estaba de guardia en la sala de quemados. “Fue un momento muy duro”, rememora.
Una descarga eléctrica impactó en la cúpula del tanque 52, en la zona industrial de Matanzas, que almacenaba 26.000 metros cúbicos de petróleo. El fuego provocó que el tanque explotara y, posteriormente, el incendio se extendió a otros tres tanques, también cargados de combustible. El siniestro causó la muerte de 17 personas y provocó lesiones en otras 146.
Los heridos fueron trasladados, de inmediato, en diferentes tipos de transporte, hacia el hospital “Faustino Pérez”. “Recibimos, en menos de media hora, a más de 50 lesionados. Organizamos varios locales de la emergencia, para comenzar a atenderlos a todos. Me tocó clasificar las quemaduras de los pacientes en leves, graves y muy graves”, recuerda Ana María.
“Todo el hospital se movilizó. Estábamos impactados. Había jóvenes, adultos, llorando, gritando por sus familiares. Hubo que sacar fuerzas para ponernos a trabajar y ayudar a todos. Fueron días difíciles, de mucho trabajo; también de tristeza al conocer la noticia de los cuerpos de los bomberos que quedaron atascados en el siniestro”, nos cuenta la doctora.
En la sala de quemados, recuerda Ana María, también hubo huellas de chapapote, por las botas de los bomberos y del personal que trabajó en el rescate de los heridos. Esas huellas ya no están allí; pero quedan las del pasillo de la emergencia, como triste recuerdo del peor incendio en la historia de Cuba y, sobre todo, permanecen las que no pueden verse. Son las que han marcado a una ciudad que no puede olvidar los días en que una enorme columna de humo negro sobrevolaba su imponente bahía.
Apoyo al sistema de salud en Matanzas por el Gobierno de Canadá
El apoyo internacional a esta situación de emergencia fue inmediato. UNICEF Cuba, con fondos aportados por el Gobierno de Canadá, adquirió insumos médicos como trocar, catéter y kits de medicamentos que fueron distribuidos en la red hospitalaria, con prioridad para los hospitales pediátricos y materno-infantiles. Estos kits apoyaron la atención de salud de aproximadamente 11.000 personas, en particular mujeres y niños. Además, otras 2.000 personas fueron beneficiadas con insumos médicos al servicio de la emergencia.
La ayuda del Gobierno de Canadá en esta situación de emergencia fue muy importante, porque se produjo en un contexto socioeconómico complejo en Cuba, marcado por el impacto de la pandemia de COVID-19. En estas condiciones, el Sistema Nacional de Salud vio reducida su capacidad de adquirir y reponer insumos, insumos médicos y medicamentos esenciales.
(Por Miguel E. Gómez/Tomado de Unicef)