Fondos sobre el paso del devastador huracán de 1870, atesorados en el citadino Archivo Histórico Provincial de Matanzas, permiten al prestigioso investigador Luis Enrique Ramos Guadalupe obtener datos para su nuevo estudio sobre esos fenómenos hidro-meteorológicos en Cuba.
En exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias, el coordinador de la comisión de Historia de la Sociedad Meteorológica de Cuba declaró que, por estos días, consulta documentos generados por el entonces gobierno colonial sobre el ciclón de San Marcos, causante de unas 700 muertes.
Se trató de la tercera catástrofe natural más devastadora hasta la fecha en la Isla, solo superada por el ciclón de Santa Cruz del Sur en el año 1932, con una cifra de muertos entre dos mil 500 y tres mil, y el Flora en el 1963, que dejó un saldo de unos mil 500 fallecidos, rememoró.
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Aquí se conservan las memorias de la construcción en la segunda mitad del siglo XX del canal del Roque, en el sur de la provincia, zona frecuentemente afectada por inundaciones durante eventos hidro-meteorológicos; tienen un valor incalculable e incluyen detalles sobre observaciones meteorológicas, refirió.
Matanzas tendrá un lugar importante en mi libro que, en el lenguaje contemporáneo, podríamos llamar estudio de caso, referido a los huracanes que marcaron el devenir de nuestro país e incidieron tanto en lo social como en lo económico, comentó el también doctor en ciencias.
Siempre comparo nuestro patrimonio con un collar en el que cada una de nuestras regiones representa una perla, de ahí la importancia de acudir a estos archivos locales, porque es un error construir la Historia nacional solamente desde La Habana, consideró.
Ramos Guadalupe destacó sus cordiales relaciones con el Archivo Histórico Provincial de Matanzas, que acaba de cumplir 55 años de fundado, y el Centro Meteorológico de este occidental territorio, y elogió los esfuerzos de ambas instituciones en favor de preservar la memoria.
En el museo Palacio de Junco, ubicado en esta ciudad, se exhibe una línea de nivel, pieza empleada antaño para señalizar la altura de las aguas (1,70 metros) alcanzada en la calzada de Tirry por las inundaciones que causó el ciclón de 1870.