¿Crees más en tu hija de cuatro años o en tu mejor amigo? ¿Eres capaz de manipular la mente de tu hijo y hacerlo creer situaciones que nunca sucedieron?¿Qué se hace ante una denuncia de abuso infantil? Después de un posible hecho traumático, ¿difundirías un rumor, aun si no estuvieras seguro de él? Estas fueron algunas de las preguntas que me hice cuando terminé de ver la película danesa de 2012 Jagten —estrenada en nuestro idioma bajo el título La caza—, dirigida por Thomas Vinterberg.
Con ese contraste entre filtros cálidos y fríos que denotan tranquilidad, el comienzo de la cinta no daba señales de que esta historia, sobre unos daneses de clase media, sería un viaje a la psiquis de los niños y a la noción de moral y culpabilidad de los adultos. El director juega con la mente del público y lo engaña. Es prácticamente improbable que alguien en los primeros minutos pueda descifrar la trama.
Lea también: Pedofilia en Internet, alerta a la privacidad
El filme se caracteriza por intentar provocar tensión, incomodidad, tristeza, rabia y desesperación. Contiene escenas claves y precisas que muestran personajes llevados al límite, conflictos entre personas adultas, rechazo, discriminación, abusos físicos hacia adolescentes. El maestro Vinterberg expone la falta de supervisión y atención médica de algunos padres en relación con sus hijos y hacia ellos mismos.
La oportuna utilización de primeros planos aporta mucho dramatismo y propicia que el espectador se familiarice con el protagonista e, incluso, sienta lástima por este. Sin embargo, parte de la crítica ha juzgado el final como ambiguo e incoherente.
Es imposible no mencionar lo arriesgado del tema central del filme: la carencia de investigaciones necesarias para afirmar con claridad si una persona es culpable o no de haber cometido abuso infantil, uno de los delitos más penados por la ley en el mundo.
Jagten encabeza las listas de las mejores películas nórdicas y no creo que sea en vano. Desde el reparto, la dirección, fotografía y guión, todo está hecho con la exactitud idónea para revelar el lado oscuro de niños y padres, así como de las comunidades en general que no se toman el trabajo de escuchar todas las partes de una historia y, sin embargo, culpan y excluyen. (Lien Villavicencio Cabrera, estudiante de Periodismo)