Resulta un tanto incómodo hablar de acoso sexual, específicamente desde el punto de vista femenino. Es un hecho social que vulnera los derechos humanos, dañando a la persona que lo padece y el desenvolvimiento de esta en los diferentes ámbitos debido a las tensiones conductuales y emocionales que se generan.
El acoso sexual es identificado como una manifestación de la discriminación de género y comúnmente como una forma de violencia contra las mujeres. Ha sido y sigue siendo una de las manifestaciones más claras de desigualdad. Ser consideradas un grupo vulnerable por una sociedad machista nos deja mucho que desear.
Lea también: Aplicación del Código de las Familias, una realidad en Matanzas
Tener que desviarte del camino y tomar otra ruta, solo para no cruzarte con el típico grupito de varones que se reúne por las tardes a charlar, es una de las diversas situaciones por las que pasa cualquier muchacha a diario. Es sorprendente la avalancha de comentarios de mal gusto que se recibe en menos de diez segundos, sin contar las miradas lascivas y gestos obscenos que suelen acompañar en muchos casos estos encuentros.
Algunos tienen el criterio de que cuando una mujer viste de manera provocativa es consciente de ello y por tanto debe estar dispuesta a soportar que un extraño opine sobre cómo luce. Incluso hoy, en pleno siglo XXI, existen quienes consideran que la ropa no tan holgada es sinónimo de libertinaje.
Tales creencias, reforzadas desde la educación social y familiar, solo contribuyen a limitar desde una visión machista y patriarcal la autonomía corporal de las mujeres.
Un claro ejemplo de ello lo vivió, durante la celebración del Mundial de Qatar 2022, la cantante Lali Expósito, quien fue víctima de acoso sexual mientras miraba la final entre Argentina y Francia en las gradas del estadio Lusail. En medio de la tensión por la tanda de penales en los últimos minutos del partido, un sujeto la agredió lascivamente. La también actriz no se pronunció sobre el hecho hasta que llegó a su natal Argentina y en posteriores entrevistas realizó un llamado a las mujeres a no callar este tipo de abusos.
Por otro lado, si bien se ha avanzado con respecto a las barreras que hace años limitaban que las mujeres llegaran a establecer denuncias por acoso o abusos, aun cuando se han perfeccionado normas jurídicas que penalizan con mayor rigor este tipo de hechos, resulta preocupante el nivel de normalización que ha adquirido esta práctica en la sociedad cubana actual. Muchos no llegan a considerar el acoso como tal, anclados en patrones machistas y culturales, que solo potencian este tipo de conductas. Por tanto, la tarea de derribar estos mitos, y por garantizar el respeto hacia las mujeres en el espacio público, es todavía extensa.
Luchemos para desmontar estos añejos patrones de lo que significa “ser hombre”, por ofrecer a nuestros niños y niñas un futuro seguro y libre de prejuicios, porque los varones no sean considerados depredadores y las mujeres no sean acosadas, no sean violentadas y no mueran por el hecho de serlo. (Mauren Vidal Vega, estudiante de Periodismo)