La Universidad nueva que soñó Martí

Universidad de Matanzas

En la Universidad de Matanzas se han formado más de 56 000 profesionales. Fotos: Jessica Acevedo Alfonso y tomadas de Internet

El interminable murmullo en sus pasillos, los libros al descubierto cual testigos mudos del franco debate entre los alumnos, las áreas deportivas, la beca, el olor a brisa marina que refresca los extensos pasillos, los frondosos árboles cómplices de amores y tertulias son pequeños detalles que matizan la vida de los estudiantes de la Universidad de Matanzas.

Esa gran Casa de Saberes este 9 de mayo cumple su medio siglo de funcionamiento. De sus aulas han egresado 54 976 profesionales de 43 carreras, de ellas 11 acreditadas por el Ministerio de Educación Superior con grados de calificadas, certificadas y de excelencia.

En ella se forman profesionales integrales poseedores de una alta cultura humanística y de su especialidad, capaces de dominar la realidad y transformarla. En estos 50 años sus egresados han sido protagonistas de acontecimientos de la historia de la nación y de su desarrollo científico.

De esta forma, el compromiso de estudiantes, profesores y trabajadores con la sede se materializa en su impacto en la sociedad matancera y su pertinencia institucional ha sido avalada en el ámbito nacional e internacional por la calidad de su gestión en la formación, la actividad de Ciencia y Técnica, así como la de Extensión Universitaria.

La Universidad nueva que soñó Martí
En ella se forman profesionales integrales poseedores de una alta cultura humanística y de su profesión

LA CIENCIA EN FUNCIÓN DEL DESARROLLO

Cuando se analiza el desarrollo socioeconómico de la provincia necesariamente hay que hacer referencia a este centro y a la educación superior, pues en gran medida el mismo ha estado asociado a la investigación científica.

Para Edgar Borot Peraza, vicerrector de la Universidad los vínculos de trabajo con los sectores estratégicos resultan fundamentales, al mismo tiempo que constituye un reto formar a quienes desplegarán el enorme potencial económico y productivo de Matanzas.

“Cuando iniciamos los estudios no sabíamos el alcance de la palabra investigación y en la medida en que realizamos las prácticas docentes nos familiarizamos con ella. Hemos realizado procesos de programación en el Petróleo. Durante el ejercicio de culminación de estudio haremos una investigación sobre la explotación de gemelos digitales en la planta de Ácido Sulfúrico, proyecto vinculado al Centro de Estudio de Fabricación Avanzada y Sostenible (Cefas)”, dice Claudia Jerez, estudiante de cuarto año de ingeniería Química.

Además de asegurar el potencial humano del territorio, esta institución juega un rol estratégico en la investigación y aplicación de los conocimientos en función de la economía y la producción. “Contamos con varios programas de formación académica posgraduada: seis de formación doctoral, 17 de maestrías y 18 de especialidad para darles respuesta oportuna a las problemáticas identificadas que afecten a un área específica de una entidad determinada”, agrega Borot Peraza.

Ello ha permitido que hoy puedan exhibir 45 Premios Academia de Ciencias de Cuba, expresión de su trascendencia a escala social. También disponen de un centro de investigación científica, una unidad de desarrollo e innovación y tres centros de estudio.

El Cefas es uno de los vinculados al quehacer científico donde se trabajan tres líneas fundamentales: la fabricación inteligente, los sistemas de fabricación para pequeñas y medianas empresas y la fabricación de implementos y tecnologías para el sector biomédico. Este centro tiene como una directriz fundamental la colaboración con las empresas, “ello nos permite situar la ciencia y sus resultados en función de la sociedad y combinar el saber de la universidad con el del entorno empresarial”, agrega Ramón Quiza Sardiñas, su director.

Como unidad de desarrollo e innovación funciona el Centro de Anticorrosivos y Tensoactivos dedicado al desarrollo de servicios y tecnologías anticorrosivas. Con un camino de 40 años recorrido en la investigación de estas temáticas hoy presentan resultados que le permiten, a partir de la planta piloto, comercializar productos y servicios a industrias como la del petróleo, el Grupo AzCuba, el Ministerio de Industrias, el sector del turismo y el transporte.

“Satisfacemos de esa forma la necesidad del país de enfrentar el fenómeno de la corrosión y de hacerlo con tecnologías propias debido a las limitaciones existentes”, añade el director Harold García Betancourt.

Otra de las fortalezas es contar con la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, considerado el primer centro científico del sector agropecuario creado por la Revolución y que se encuentra a la vanguardia en el país en la aplicación de sus resultados investigativos en líneas como la producción de alimentos y la obtención de energía a partir de fuentes renovables.

“Como universidad debemos continuar potenciando la difusión y el uso del conocimiento relevante en función del desarrollo social”, enfatiza Borot Peraza.

SALIR DE LAS AULAS


En las aulas los estudiantes adquieren los conocimientos generales que les permiten convertirse en los profesionales del futuro. Sin embargo, la vinculación con los centros laborales donde ejercerán resulta vital para su formación integral.

Patricia del Carmen Díaz García, estudiante de tercer año de Derecho, explica: “En ocasiones llegamos a estos centros y aunque conozcamos la teoría no sabemos cómo aplicarla. Hemos hecho ejercicios jurídicos, tareas de impacto, revisado expedientes de la materia penal, participamos en la atención a la población y conocimos la labor de un fiscal. Visitamos el Hogar de Niños sin Amparo Familiar y vimos la atención maravillosa que reciben esos infantes y cómo la Fiscalía vela porque se respeten sus derechos y por su representación”.

Este órgano, que posee un convenio de colaboración firmado con la Universidad y la FEU para viabilizar esta relación de trabajo, ha conseguido establecer sistemas diseñados para ganar en cuanto a la formación vocacional y la inclinación profesional. Contribuyen también el hecho de tener fiscales como profesores y ser una unidad docente.

Según Odilia Casallas García, fiscal jefa del Departamento de Formación y Desarrollo, “esta labor es muy importante porque garantiza crearles una idea de qué harán cuando se gradúan. Participan junto a nosotros en tareas de impacto y en prácticas preprofesionales en los ejercicios jurídicos.

Nos tomamos ese trabajo muy en serio y hemos logrado que quienes finalmente vayan a la institución lo hagan convencidos de nuestra misión. Una vez egresados reciben un diplomado de Formación Posgraduada para garantizar su superación”.

Sin dudas, Derecho es una de las carreras que ha enfrentado en los últimos tiempos múltiples desafíos, entre ellos el participar en la consulta popular del Código de las Familias. “Fuimos primero como observadores, luego nos insertamos en las charlas, le explicamos a la población el contenido del proyecto y fue muy gratificante ir a los barrios, escuelas, centros laborales, porque muchas de esas personas nunca lo habían leído y creían en versiones erradas”, dice Díaz García.

Si de desafíos se escribe es imposible no mencionar el gran compromiso que resultó para los universitarios matanceros el enfrentamiento a la covid-19, quienes estuvieron al pie del cañón hasta en los momentos más difíciles de la epidemia en el territorio.

Mauren Valdés Pérez, estudiante de Derecho confiesa: “Esta etapa nos demostró que la universidad se debe a la sociedad y necesita abrirse a ella. Nuestra sede se convirtió en hospital, en centro de aislamiento. Estuvimos vestidos de verde en la zona roja, en la agricultura, en los organopónicos, en los Sistemas de Atención a la Familia y a los vulnerables, en los vacunatorios, todo ello sin descuidar las labores docentes a distancia. Siempre que necesitaron de nuestro apoyo, allí estuvimos”.

Sentenció el Apóstol que “A un mundo nuevo corresponde la universidad nueva”, máxima aplicada en este centro de altos estudios que crece y se consolida como cantera de formación de los recursos humanos que necesita la sociedad matancera.

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Sobre el autor: Jessica Acevedo Alfonso

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