Bien temprano, casi en la penumbra del amanecer, la matancera Melissa Lang Morales agilizaba su rutina porque tenía que trasladarse casi 20 kilómetros desde el poblado de Coliseo hasta el de Jovellanos. Desde el primer día no quiso llegar tarde, sino comenzar con disciplina e interés, como exigía la misión encomendada: participar en la 14ta. Comprobación Nacional al Control Interno.
«Era mi primera vez en esta experiencia», subraya esta estudiante de 3er. año de Licenciatura en Derecho, en la Universidad de Matanzas, quien formó parte del mayor ejercicio de fiscalización de 2022, el cual involucró a más de 850 estudiantes universitarios de toda la nación.
La Comprobación se desarrolló en 305 entidades del sistema empresarial estatal y tuvo el objetivo de chequear el cumplimiento de las 43 normativas aprobadas para este sector, así como la gestión de las empresas que producen bienes y servicios para la exportación, la sustitución de importaciones, las indicaciones generales para verificar las asignaciones de liquidez, el empleo del combustible y el uso del transporte, entre otros temas.
De botellas y contratos
A Melissa le asignaron la unidad empresarial de base (UEB) Comercializadora, Exportadora e Importadora de la Industria Ligera, radicada en el municipio de Jovellanos: «Fue una linda experiencia: aprendimos, y pudimos aplicar los conocimientos en la práctica», reitera.
«¿En qué viajaba? Pregunta difícil de responder… ¡En cualquier cosa! Literalmente, me hice una experta en coger “botellas”, como decimos en Cuba. Eso fue una de las cosas que más me afectó de esa actividad: la dificultad con el transporte. Aunque me tenían mayor condescendencia por ser de Coliseo y en ocasiones me autorizaban a irme más temprano.
«Los resultados de la entidad fueron aceptables. No fueron del todo satisfactorios debido al envejecimiento de las cuentas por cobrar y pagar. Esa fue una deficiencia detectada, pero es una empresa que trabaja muy bien, que no se preparan solo para una auditoría, sino que se aprecia una labor de años de sacrificio y constancia», añade.
«Es una UEB pequeña, con 31 trabajadores, prácticamente una familia. El trabajo marcha bien en todos los aspectos, desde el relacionado con los combustibles, que resultó aceptable, hasta la contratación, que es impecable. Como soy de Derecho estuve trabajando en esa parte y no detecté deficiencias».
Añade que solo encontró «pequeños detalles de fechas. Todos los contratos están en correspondencia con lo establecido en la legislación sobre contratación económica: el Decreto-Ley 304 y el Decreto 310. También están dictaminados por el asesor jurídico de la entidad, y cada modificación que se realizó después fue mediante suplemento, es decir, que todos los requisitos que exigía la Contraloría, todos los parámetros que se levantaron, estaban en perfectas condiciones».
—¿Y tus compañeros qué dicen?
—Por ellos conocí que no en todas en las empresas había sido así de bueno. En algunas se detectaron mayores deficiencias. Algo que yo sugeriría para evitar mayores problemas es que haya un mejor empleo de la Guía de autocontrol que tienen todas las empresas. Si se aplicara periódicamente, las auditorías no detectarían tantas deficiencias.
«También algunas UEB no tienen asesor jurídico propio, en el territorio: tiene que venir alguien de la provincia o de la nación, y eso afecta. Con la situación que tiene el país, generalmente el asesor no puede venir todas las semanas».
—Cuentan que al principio estaban descontentos con la misión…
—¡Imagínate! Empezamos en septiembre el segundo semestre de 3er. año y nos informaron que a la semana siguiente comenzaríamos a colaborar en el control interno que realiza la Contraloría. Para nosotros fue un golpe repentino: íbamos a perder seis semanas de docencia y no nos sentíamos en condiciones de eso después del atraso por la COVID-19.
«Estábamos un poco descontentos. Pensé que la tarea no me sería de utilidad porque no relacionábamos contraloría con Derecho. Pero cuando empezamos, al menos mi experiencia fue bastante buena: me acerqué muchísimo a la asesora jurídica, que me ayudó en gran medida, al igual que los auditores, quienes nos transmitieron muchos conocimientos.
«Los aprendizajes en el aula de asignaturas como Derecho Mercantil me sirvieron de mucho, las pude aplicar en la práctica: pude ver lo que es un contrato, las reclamaciones que se realizan por su incumplimiento, los dictámenes… o sea, todo lo relacionado con la contratación económica, acerca de lo cual poseía conocimientos teóricos, pero casi no había trabajado con ellos en la práctica.
«Recuerdo que el primer día llegamos sin saber qué hacer. Dejamos las aulas para ir a un centro de trabajo sin que eso contara como práctica laboral, y tampoco nos iban a pagar. A medida que pasó el tiempo fuimos cogiendo el ritmo y pudimos aportar nuestro pequeño granito de arena.
«Sentí que me integraron al colectivo, que mis sugerencias las tenían en cuenta, tanto los auditores como la jurídica. Lo que yo planteaba lo aceptaban o me explicaban cómo era, y de esa manera me ayudaron mucho.
«En esta misión participaron, además de mis compañeros de carrera, estudiantes de Ingeniería Informática, Industrial, Economía, Contabilidad… Todos realizamos una labor excelente, que merece ser aplaudida por el sacrificio hecho», asevera satisfecha.
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Triste ver que no se detecta todo lo que está pasando, las auditorias se le avisa a los administradores días antes para que puedan preparar el circo, cuando se haga una auditoria con el rigor y la profundidad que lleva no queda cuerpo con cabezas .