De pequeño creía que las votaciones contra el Bloqueo en la ONU eran definitorias y que un día, cuando la pantalla digital, donde se muestran los votos, se pintara totalmente de verde, se resolverían todos nuestros problemas. Qué inocencia la mía.
Tardaría unos cuantos años en comprender que las resoluciones de La Asamblea General de las Naciones Unidas no son vinculantes, son solo expresiones formales de la opinión o voluntad de sus países miembros. Vamos, que el Gobierno de los Estados Unidos no está obligado a acatar la resolución y le basta con dar la cara una vez al año.
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Esta última vez fueron 185 los países que votaron a favor de la Resolución, y en contra votaron los de siempre: Estados Unidos e Israel. Se abstuvieron Brasil y Ucrania; el primero es un absurdo diplomático, el último berrinche de la ultraderecha brasileña, y el segundo, la posición lógica de un país que ha vendido su autonomía a una potencia imperialista para supuestamente enfrentar a otra.
Pero lo real es que sean cuales sean los números nada ha cambiado ni probablemente cambiará, al menos en las Naciones Unidas. La postura de Estados Unidos hacia Cuba seguirá definiéndose en la Casa Blanca y será siempre un reflejo de intereses políticos y económicos profundamente imperialistas.
A nosotros solo nos queda repetir ante el mundo, hasta el cansancio, cuánto daño injustificado nos hace el Bloqueo; y resistir, porque está claro que cuando la primera potencia económica mundial te pone el dedo, por más de 60 años, solo queda resistir y aprender a vivir con ese lastre.
Es hasta cierto punto irónico ver cómo las economías de países desarrollados colapsan ante las profundas transformaciones comerciales que ha provocado la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia.
En Alemania, el país con más ricos de Europa, ascendió a 1,6 millones la cifra de familias en las llamadas colas del hambre. Las industrias cierran por el aumento del costo de la energía, mientras la inflación y el desempleo se disparan por los cielos.
Ponle un Bloqueo como el nuestro a cualquier país del mundo, da igual su poder; su economía lo va a padecer tanto como la nuestra. En sociedades que se sostienen sobre la base del consumo, este tipo de crisis puede incluso pasar mayor factura.
En un mundo globalizado e interconectado, cuando el tipo que normalmente te vende los tornillos baratos deja de hacerlo, tienes que acudir al otro tipo que los vende más caros o quedarte sin tornillos. Esta explicación puede pecar de simple y vaga, pero a grandes rasgos funciona así.
El representante de los Estados Unidos en la ONU aclaró que su Gobierno está enfocado en el bienestar político y económico del pueblo de Cuba, que centran sus esfuerzos en la democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales. Al escuchar esas palabras deseé poder pararlo frente a todos los cubanos que perdieron a un familiar por la covid-19.
Queda prohibido olvidar que, mientras Trump apretaba el Bloqueo en 2020, el Estado cubano insertaba miles de millones de pesos sin respaldo productivo en nuestra economía, con el objetivo de salvar vidas y de que nadie quedara desamparado; a sabiendas de las consecuencias que eso podría traer, y trajo, consigo.
Al final, este ha sido otro año más en que el mundo votó por el fin del genocidio económico, político y cultural más largo de la historia. Uno que condiciona la vida de cada cubano y que pone cuesta arriba cualquier posibilidad real de desarrollo. Pero también otro año más en que el Bloqueo sigue intacto, inamovible.
Sobre el tema, incluso en este medio, he dejado varios comentarios:
Hoy todavía, sinceros oponentes del Bloqueo a Cuba, que aplaudieron extensamente la nueva votación, que por trigésima vez favorece en la ONU la Resolución de Cuba, se preguntan el porque EE UU, aparte de oponerse sistemáticamente, no parece afectado por el aislamiento internacional de su política, ni siquiera toma alguna acción y apenas se encontrará en su prensa y medios hegemónicos una referencia a esta votación antibloqueo. Si bien estas Resoluciones no son vinculantes, es decir, no indican la ejecución de acciones al gobierno de ese país, la ocurrencia de sucesivas votaciones aprobadas por la inmensa mayoría de naciones del mundo debiera hacer ver a sus legisladores de la impopularidad mundial de su política. El que ello no haya ocurrido en gran parte se debe a que la cúpula de poder estadounidense sigue permeada por el diferendo histórico con la isla con raíces seculares, anteriores a la Revolución y en gran parte, secuestrada por la ultraderecha miamense. Continúo dándole una gran importancia al logro de una mayor concientización e impacto en esos legisladores a partir de las acciones de grupos antibloqueo, como NEMO, Code Pink y Puentes de Amor entre otros, pues estos congresistas son los llamados a cambiar las legislaciones que conforman el andamiaje del Bloqueo e inducir a su Presidente que derogue las medidas de su incumbencia.
En otro comentario, aduje:
Se habla del impacto agravado del Bloqueo en la economía y en la vida cotidiana de la familia cubana, pero, como todo recuento, registra las cifras, los miles de millones de dólares que nos ha costado la imposición de las medidas que componen el andamiaje jurídico del Bloqueo, dentro y fuera del territorio de Estados Unidos, a nuestro país, así como el costo adicional de la aplicación de contramedidas para, en lo posible, burlarlo o aminorar su impacto. Pero este recuento es incapaz de cuantificar el dolor humano. Se ejemplifica, en los extremos, en la imposibilidad de adquisición de un medicamento que salvaría la vida de un niño y, de solo considerarlo, es un elemento más que convincente. Quizás ya de tan habitual no nos damos cuenta de que la mayoría de los problemas con que convivimos tienen su causa, directa o indirecta, clara o solapada, en el Bloqueo. Este recuento de los daños de esta política es asimismo incapaz de cuantificar cuánto ha incidido, incluso, en la diáspora y en la separación de la familia cubana, agravada en la medida en que este Bloqueo ha arreciado.
Soy parte de este pueblo, nací bajo el bloqueo, bajo el bloqueo nació mi hija y también mi nieta. Contando mis ancianos padres, aún vivos, son cuatro generaciones a las cuales el bloqueo está afectando de una forma o de otra. Gracias precisamente a esta Revolución, imperfecta como toda obra humana, pero perfectible y de hecho en la medida de las posibilidades propias y en lo que nos permite ese mismo bloqueo, continuamos perfeccionando; sentimos con menos crudeza los embates asesinos de ese bloqueo y, cualquier iniciativa, cualquier acción, cualquier sentimiento que se dirija a su destrucción, cuenta con mi apoyo entusiasta.