Ivette Cepeda en Matanzas

Ivette Cepeda en Matanzas

Ni el trueno ni el relámpago ni el corte de electricidad pudieron callar la voz de Ivette Cepeda, el viernes 22 de agosto, en el Teatro Sauto (MN).

Ivette tiene ese dominio del escenario que nos admira, posee la capacidad de hacer emocionar, bailar, reír.

El público matancero está ávido de escuchar buena música, y recibir un regalo como ella en estos momentos tan difíciles es de agradecer. En esta ocasión vino acompañada por el grupo Reflexión, con unos arreglos excelentes, una búsqueda armónica de alto vuelo. De esta unión resultó una propuesta coherente, fresca, con guiños al jazz y a la rumba.

Las canciones de dos grandes poetas: Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina, brillaron en la inconfundible voz de la Cepeda. Su elocuencia logró montarnos a todos en una «gran barca». Como dijera en varios momentos: «Nadie está fuera de esa barca, y todos tenemos que remar para ser felices».

Emocionados, cantamos junto ella. Cual directora de un coro gigante, hizo que transitáramos por ese mundo de paz y amor, adornado por bellas canciones, como La maza, Ojalá, Yo no quiero, Peces de ciudad, entre otras.

La voz de Ivette es hermosa, fuerte y tierna a la vez. Hace suya cada canción, llenándolas de su impronta, degustando cada frase con un lirismo expresivo sumamente humano. Siempre conmueve escucharla.

Cuando estaba hablando al público con la fuerza de la palabra, un gran relámpago y trueno hicieron un enorme estruendo, milimétricamente después de que con las manos al cielo clamara sus verdades. Todos quedamos impactados, algunos pudieron pensar que estaba de acuerdo con los sonidistas para lograr ese efecto; fue realmente asombroso.

Ya sin audio y sin luz, cantó acompañada por su público, hasta terminar con esa obra maestra de Sindo Garay que es La tarde. La ovación fue de varios minutos a teatro lleno. Nadie quería que finalizara la hermosa tarde, salimos renovados y agradecidos.

La luz que no puede apagarse es nuestra luz interior ni esos deseos inmensos de vivir. Las barcas vienen y van. Nuestras barcas están unidas en esa amalgama perfecta que hace del amor una coraza, aún en los más oscuros momentos. Como dijera Ivette: «En el mar, todos somos iguales».

Me alegró mucho poder estar el viernes 22 y tener el lujo de escuchar su mensaje de amor y vida. Esperemos que regrese muy pronto a nuestro puerto seguro.

Nos reveló que quiere hacer un disco con canciones de compositores cubanos para los abuelos. Además, pronto, ella y Olga Margarita Muñoz serán las voces que cantarán la obra de la inmensa Marta Valdés, junto a poetas y poetisas del espacio yumurino Concilio de las aguas.

Gracias siempre, Ivette, de Matanzas. (Por María de los Ángeles Horta Hernández)

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