
El 5 de agosto de 1895 falleció en Londres Federico Engels, admirado por su inteligencia extraordinaria sin distinción de épocas, y ser el compañero inseparable de Carlos Marx en la elaboración del pensamiento y la teoría de la lucha revolucionaria de la clase obrera que tuvo extraordinarias consecuencias en la vida planetaria desde mediados del siglo XIX.
Nació el 28 de noviembre de 1820 en el Reino de Prusia, Alemania, el también fundador del Comunismo Científico o Materialismo histórico, por lo que contaba al morir víctima de un cáncer de esófago 74 años.
Junto a Marx vivieron largo tiempo en una suerte de exilio en Bélgica e Inglaterra, debido a su accionar político desde temprano en la vida. Padecieron persecución, pobreza extrema, violencia, dolores personales, pero los tuvo que alentar la adhesión creciente de quienes creyeron en ellos.
Engels, al igual que su compañero de causa, es conocido por varias clasificaciones entre las que figuran las de filósofo, periodista, político, antropólogo, historiador, revolucionario…
En sus funerales, líderes de Inglaterra, Bélgica, Alemania, Holanda, Rusia y Francia exaltaron la relevancia de su legado en momentos de consternación ante su partida física.

Colaboró con Carlos Marx en la creación de La sagrada familia, La ideología alemana y el Manifiesto Comunista, y fue autor de Anti-Dühring; El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, además de Ludwig Feverbach y el fin de la filosofía clásica alemana, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre y Dialéctica de la Naturaleza, entre varias obras conocidas por estudiosos o adalides del proletariado.
No pudo terminar Dialéctica de la Naturaleza, pero logró transmitir con esta obra divulgada finalmente una indagación iluminadora en su época, pues manejó por vez primera el materialismo dialéctico, una de las bases metodológicas de las ciencias sociales.
En El papel del trabajo…” presentó una explicación nunca vista pero muy coherente sobre el proceso de transformación social humano, tanto en lo biológico como social, un tema rebosante de complejidad que él abordó de manera asequible, si se quiere, pero no reduccionista.
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De lo expuesto anteriormente se infiere la actual vigencia de Federico Engels, aunque siga sin ocupar titulares, y vale puntualizar su mensaje implícito de trabajar en la naturaleza con plena conciencia e incluso conocimientos científicos elevados, ya que esta suele vengarse tarde o temprano de la actividad incorrecta de los humanos.
La fuerza con que avanza hoy el cambio climático y el calentamiento global, todavía no manifiesto en tiempos del teórico y combatiente revolucionario, habla por sí mismo de la pertenencia de sus enunciados.
Se hizo notar como dirigente político de la Primera Internacional (1864) y de la Segunda Internacional (1889). Mediante el ejercicio del periodismo contribuyó a la difusión del marxismo a través de obras como Anti-Dühring (1877) y Del socialismo utópico al socialismo científico (1880).
Al igual que Marx, Engels estuvo convencido de la interrelación entre la economía de la sociedad con lo que llamaron la superestructura, de componentes emocionales, culturales e ideológicos, y ello fue esencial en el desarrollo de su teoría revolucionaria.
Mantuvo siempre su permanencia en las luchas teóricas y políticas a favor de la emancipación del proletariado, a pesar de atravesar a partir de 1878 por sensibles pérdidas como la muerte de su esposa Lizzy Burns y en 1881 de Jenny Marx, hija de su compañero.
El 14 de marzo de 1883 lo sacudió el fallecimiento del propio Marx, a quien se vinculó por 40 años de manera profunda e incondicional.
Se conoce que Carlos Marx pudo terminar de escribir El Capital gracias a la ayuda económica de Engels, quien no solo le debió el sustento de manera desinteresada sino también prácticamente la vida, pues por esa época el genial creador de la obra estaba en la total miseria.
Con la partida de Marx, Engels asumió la responsabilidad de la guía del proletariado y continuó con la tarea de divulgar y terminar trabajos del amigo, un reto de gran envergadura aun para él.
A 130 años de su muerte, Federico Engels y su compañero y si se quiere mentor, encuentran pervivencia en la propia naturaleza de la herramienta de lucha creada por ellos, transformadora y en evolución, como la vida y las sociedades humanas.