Los sastres del tanque 88

Los sastres del tanque 88 en la Base de Supertan­queros de Matanzas

A base de talento, varilla a varilla, los operarios van consiguiendo esa soldadura robusta tan necesaria para la sostenibilidad del tanque 88. Foto: Noryis

Ya puede vérsele desde varios pun­tos de la ciudad de Matanzas. Tal es la altura alcanzada por la obra tanque 88 en la Base de Supertan­queros, el reemplazo de uno de los cuatro depósitos de combustible siniestrados en el fatídico incendio de agosto del 2022.

Sigue habiendo allí una bandera cubana que se empina hasta la coti­diana reverencia a los caídos, y una tristeza negada a irse. Se quemó tan­to, que es imposible olvidar…, comen­ta Agustín Plana Vaillant, mientras se ajusta la indumentaria para subir hasta lo último y darle “la estocada final al balcón”, dice satisfecho.

Antes de irse, Plana recorre con la vista el tanque de abajo hacia arriba… Vuelve a sonreír: “Ya casi lo tenemos. A esto le queda poco…”, y aprieta las varillas en sus manos. Con estas suertes de agujas, opera­rios como él han cosido el tanque 88.

Son cientos de puntadas para unir paño a paño el fondo, los nue­ve rolos, esos anillos de 190 metros de diámetro enlazados con costuras horizontales y verticales… A veces, para alcanzar la precisión de un sastre, son seis vueltas de soldadu­ras. Tres por fuera, tres por dentro.

Homologado como soldador de planchas y tuberías, Alexander He­chavarría Linares ha participado en la construcción de otros depósitos. Cuando lo trajeron de apoyo desde Santiago de Cuba, no imaginó cuán­to complicarían las faenas en aquella primera etapa, la densidad de las lá­minas al extremo de quedar roto el cronograma. Iniciada dos años atrás, la inversión de este envase debió fi­nalizar en 16 meses, exactamente en octubre de 2024. Luego se reprogra­mó para noviembre de este año.

Una de las causas fundamenta­les se asocia a los “25 milímetros de espesor de las planchas del montaje del envolvente, demasiado gruesas, y eso dio problemas con las soldadu­ras”, subraya Bárbaro Siska Vicie­do, director de la división Matanzas de la Empresa de Mantenimiento del Petróleo (Empet).

“Gracias a la intervención de varias entidades, se realizaron las pruebas y las correcciones corres­pondientes. Ello ayudó a continuar en mejores condiciones. La obra co­gió ritmo…”, sostiene aliviado Siska, pero consciente de la importancia de que se sigan manteniendo estables recursos como los gases para las sol­daduras y también los combustibles, lo cual evitaría interrupciones. “Fi­nalizamos las labores en el balcón y el anillo de cierre interior, y ahora nos encontramos en la fase de pre­paración de la soportería de la esca­lera, y de los sistemas contra incen­dio”, resume, satisfecho también por el visto bueno recibido por siete de los nueve rolos.

Los dos restantes, anuncia, ya van en camino de ser examinados.

Según Siska, están a la espera de la materia prima para la fabricación de la pintura, y darle al tanque el co­lor que lleva, uno de los momentos de mayor expectación, junto con el mon­taje del techo en forma de domo, acti­vidad esta última que incluye asesoría extranjera. En el afán de continuar emparejando los ritmos constructi­vos, a partir del 19 de junio, comenzó un sistema de trabajo de siete de la mañana a cuatro de la tarde, y de diez de la mañana a siete de la noche. Son dos turnos continuos, precisa.

En predios de la zona industrial existe evidente prisa por recuperar la capacidad perdida de almacenaje de combustible. A pesar de esa ur­gencia, hay asuntos en los que allí no transigen. “La calidad la cuidamos al detalle”, destaca el inspector Ro­berto Rodríguez Álvarez, de la Em­presa de Servicios Técnicos de De­fectoscopía y Soldadura.

Cada operación de la obra debe ser un acto protegido. “Sí, hay ries­gos. ¿Uno? La altura, la altura es un peligro constante”, comenta Bárba­ro Menocal, encargado de la segu­ridad y salud del trabajo, acciones complementadas con medidas para optimizar la atención, especial­mente en el comedor, ahora con muy buenas condiciones de alimentación y de clima, asegura el jefe de brigada Raydel Amador.

“Donde antes hubo cenizas, es­tamos construyendo el tanque de la victoria, como lo llamó el presidente Miguel Díaz-Canel. Es nuestro ho­menaje a los caídos”, confiesa emo­cionado, muy cerca de donde está la bandera de Vanguardia Nacional. En el país, fue la única división de la Empet en obtenerla. “Eso significa algo”, coinciden los del tanque 88. (Por Juanita Perdomo)


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