¿Antes o después de conocernos?

¿Antes o después de conocernos?
¿Antes o después de conocernos?

Sexo. Tema tabú y, por tanto, fascinante. Como todo lo “prohibido”, aunque en realidad está tan presente en el día a día como cualquier otra preocupación esencial del ser humano. Está en la mirada sostenida de un rincón a otro de la cafetería, en la inclinación dudosa de un saludo con beso en la mejilla, en el escote pronunciado con que ella decidió salir hoy, en el gesto varonil que él adopta al saberse observado…

Y ocurre. Y de ahí la vida que continúa, y la sucesión de esta especie nuestra, y su obsesión con este proceso natural que no siempre es para reproducir: a veces simplemente es gozoso, cuando no ambas cosas al mismo tiempo. Sobre ese elemento de goce, sumado al elemento de lo “prohibido”, me he puesto a pensar recordando un interesante debate suscitado tiempo atrás.

Hace ya mucho, mucho tiempo atrás. Cuando todavía era púber y me faltaba experiencia para definir mi postura en el asunto. El programa radial El Familión lo planteaba breve y claramente, “¿Es imprescindible conocerse para tener sexo?”, y hay que ver la variedad y contraposición de respuestas que el tema de esa emisión generaba entre los oyentes.

Algunos llamaban al espacio para asegurar que no, que eso no trae nada bueno, que por supuesto que hay que conocerse, incluso algún dato personal del tipo “Yo y mi marido antes de la enésima cita no tuvimos sexo…”. Otros se mostraban menos restrictivos al respecto y hasta admitieron haber tenido alguna noche loca por Matanzas, en brazos de alguien perfectamente desconocido más allá de su cuerpo.

Los primeros, contrarios a los segundos. Los segundos, contrarios a los primeros. En medio, la riqueza de la cuestión. Lo apropiado o inapropiado de sostener relaciones íntimas con una persona cuyo nombre apenas hemos escuchado, si es que lo hemos escuchado. La duda de un casual radioescucha, que pudo ser la de miles. Que sigue siendo la de miles, curiosos muchos de ellos por vivir lo suficiente como para responderla por sí mismos.

Sobre todo porque, a fin de cuentas, es una de esas dudas que nunca tendrán una respuesta absoluta. Caramba, ¿alguna la tiene?

Entre la certeza de una persona conservadora con criterio y la de una persona liberal con criterio, ¿quién se equivoca? La una quizá tuvo la mala experiencia de sentirse usada tras probarlo, o se enamoró de alguien más bien pasajero, o fue educada para no intentarlo nunca. Nadie sabe. La otra tal vez ha disfrutado esa clase de experiencias, tal vez domine las pautas de prevención de ITS y embarazos, o tal vez, sin necesidad de haberlo vivido, defiende el derecho de cada cual a hacerlo.

Después de tanto tiempo y tanta tentación, creo que las circunstancias dictaminan lo conveniente o no de una aventura de este tipo. Aventura que, recordemos, puede dejar consecuencias gratificantes si todo sale bien, pero lamentables si sucede lo opuesto.

El lenguaje entre humanos es tan poderoso que no considero imprescindible seguir las reglas de una tradición para darle uso. Basta con que se percaten de sus intereses comunes. Entre desconocidos en busca de un oasis de pasión puede existir un respeto y un entendimiento posiblemente superiores a los de un matrimonio consumado, y quién quita que repitan, y que dejen de ser tan “desconocidos”.

Al mismo tiempo, según reconoce una canción que adoro, donde hay deseo hay una llama; no obstante, la canción y yo también advertimos que de donde hay una llama alguien puede salir quemado. Pasa. Tristemente pasa, mas no siempre. Y en el punto medio entre ambos casos es que vivimos, y tropezamos, y nos reponemos aunque una mala vivencia nos haya defraudado. Gracias a ella nos conocemos mejor dentro de uno mismo, nos haya traído placer o arrepentimiento.

Es lo que la vida me demuestra mientras más la vivo, mientras más gente conozco, mientras más experiencias comparten conmigo los habitantes de este ancho mundo donde conviven todos, bajo toda clase de preceptos, convicciones y, desde luego, cabidas a la duda.

Lea también

Recomendado para usted

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *