Del paisaje, personajes y atmósfera de El lenguaje de la montaña (Premio El Anaquel de Documentales para la Escena, 2020), Isabel Cristina Hamze y Jorge Ricardo, pasaron con Retablo de sol y luna a recrear artísticamente el testimonio de los 30 años de Teatro de Las Estaciones, que se presentó el 24 y 27 de agosto para el gremio artístico de la ciudad de Matanzas en la Sala Pepe Camejo; pero cuyo estreno oficial ocurrirá en una fecha aún no confirmada, auspiciado por Icaic.
Isabel Cristina, crítica, narradora singular, investigadora, profesora, tiene la sensibilidad, agudeza e inteligencia especializada, para revelar el espíritu en que se mueve la intensa trayectoria de la agrupación liderada por Rubén Darío Salazar Taquechel, en los que fue fundamental el respaldo de un equipo técnico y artístico, que sustentado en las esencias del teatro de figuras reveló, en unos 45 minutos, un fragmento de la historia del teatro cubano contemporáneo, y su diálogo con la tradición y el lenguaje innovador que los identifica.
Desde el espacio íntimo de algunos de los que conforman la historia de Teatro de Las Estaciones, se pasa del presente al pasado, con entrevistas, fragmentos de puestas e instantes de la cotidianidad del grupo, que vive entre preparar (siempre uno novedoso, una sorpresa) los nuevos proyectos, y también vivir entre escenografías, muñecos, objetos que tienen sus génesis en los talleres y en la imaginación de sus hacedores, para luego ir a los ensayos, un esbozo que se convierte en magia en los escenarios, y que de alguna manera incentiva, promociona, como es el caso de dicho documental-homenaje.
Retablo del sol y la luna juega con estos conceptos, poetiza la historia, con recursos del teatro de figura, sobre los sedimentos luminosos de la poética de Zenén Calero Medina, una revelación de los procedimientos, de las vías espirituales, por los cuales se llega a un resultado final, la trayectoria de estrenos, eventos y circunstancias de las «estaciones» teatrales.
La fotografía de Jorge Ricardo indaga, muestra, metaforiza las esencias de la vida de un colectivo, que se mueve desde lo histórico a un presente vivo, dinámico, inquietante; y, a la vez, desde lo teatral a otras referencias culturales.
La fusión de varios de los elementos estéticos que el grupo defendió desde su nacimiento se expone como memoria, por este dúo, que transmite, conmueve, varios de los objetivos de su Manifiesto, que se patentan como un legado coherente: la música, lo danzario, las artes visuales, el patrimonio titeril.
Teatro de Las Estaciones tiene en su trayectoria varios libros y documentales, como ningún otro colectivo en este archipiélago, que muestran su historia, las diferentes aristas de su creación, como lo fue en este año de aniversario, volver a ver Teatro de Las Estaciones: imágenes de una década, de Ana Valdés Portillo, y el lujo de contar con un libro como Fiel a sí mismo, dedicado a la creación y vida de Calero Medina; pero especialmente contar con este documental, que muestra la colaboración con otras instituciones y organizaciones que económicamente hicieron posible la producción, y en el que se admiran algunos de los sucesos más significativos de la agrupación.
Rubén, Zenén, María Laura Germán, Yadiel Durán, Iván García, entre otros, incluidos esa fuerza de apoyo tan importante en un arte colectivo como el teatro: costureras, atrezzistas, sonidistas, productores, llegan a nosotros, permanecen para siempre, en ese legado audiovisual que nos remite a un retablo de sol y luna, de invierno, otoño, primavera y verano.