A pesar del intenso calor, sofocado por la lluvia, Vida se convirtió en un hermoso espectáculo pasarela de moda en Telarte, presentado el sábado 17, en el Teatro Sauto (MN). Contó con los diseños del laureado artista Juan Carlos Jiménez Huerta (Matanzas, 1976), a partir de las telas recreadas por la singular poética del maestro Manuel Mendive, idea del espectáculo y producción del también diseñador Alexander Rodríguez, y dirección artística de la maestra Liliam Padrón.
Con la actuación de la Compañía Danza Espiral, la narración oral de Ileana Hernández, la interpretación musical de Mary Cardoso, el solo de la percusionista Kilma Alfonso González, el espectáculo recorrió, al estilo perfomático del propio Manuel Mendive, obras esenciales de Jiménez Huerta.
La pasarela fue estructurada con la simbología y el espíritu de la cosmogonía africana, en lo danzario, lo vocal y lo poético, potenciados en los versos de Nicolás Guillén, escuchados en su propia voz, lo que propició al público reunido la conjugación de la memoria, la referencialidad y sugestión de las imágenes, y el potente sentido de una propuesta contemporánea sobre los sustratos de lo ancestral, enmarcado en el hermoso escenario del coliseo yumurino. Este aportó su arquitectura, para que la fuerza de los cuerpos de los modelos nos mostraran un exquisito viaje-exhibición, signado por el buen gusto, la belleza y funcionalidad de cada una de las piezas, en armonía con lo individual y la esencia general de la pasarela, defendidas con elegancia, organicidad y profesionalidad.
La obra de Juan Carlos, que se mueve entre la cerámica, el diseño de modas, el estilismo y la pintura, ha sido laureada en diversos eventos, y expuesta en rigurosos espacios, en los que destaca su innovadora visión de la moda.
En Vida se conjugan todas sus maneras de expresarse como artista, es mixtura creativa y, a la vez, mestizaje cultural.
Ofrece a la obra de Mendive un nuevo sentido, mientras combina técnicas y materiales, defiende el detalle de lo objetual y le otorga una connotación estética, en la que emergen nuestras raíces culturales, desde una profunda visión antropológica y una perspectiva de lo escénico, a través de lo danzario y lo teatral, en las imágenes que produce cada pieza y en la provocación en la que nos sumerge.
Fue un lindo regalo de agosto, que diluyó el apagón forzado de cada día, para entregarnos lo festivo, la fuerza poética, de una manera de vestirnos, que nos dignifica y a la vez significa, las esencias de la nación.
