Dicen que desde antaño los hombres le prestaban especial atención al clima, tanto, que los antepasados le tomaban en cuenta para salir a cazar o pescar, y sabían cuándo era necesario resguardarse de lluvias y tormentas.
Justo así, de manera empírica y natural, fue el primer acercamiento de Niliam Fernández Rosado al mundo de la meteorología.
“Mi papá siempre fue campesino, y relacionaba la situación meteorológica con la actividad que realizaba. Conocía mucho sobre los tipos de nubes, la dirección del viento o incluso si iba a llover. Eso siempre me motivó”, refiere con agrado, mientras su mente viaja a aquellos tiempos en los que ni siquiera valoraba convertir a las variables climáticas en parte de su rutina laboral.
Desde hace más de dos décadas Niliam se encuentra vinculada al Centro Meteorológico Provincial de Matanzas, institución en la que actualmente se desempeña como subdirectora. Pero no fueron la naturaleza y sus misterios sus primeras pasiones, sino la docencia, un rol del que no se ha podido desprender, a pesar de los años y las responsabilidades como directiva.
“Soy licenciada en Educación, en la especialidad de Química, una asignatura muy bonita, pero abstracta y difícil de enseñar. Es un reto lograr que los estudiantes la entiendan. Hoy soy profesora en la Universidad de Matanzas, en la Facultad de Educación, y sigo dando Química porque me gusta. Lo que más disfruto es educar”.
Al preguntarle qué le apasiona más entre la química y la meteorología, ella solo atina a elevar los hombros. La primera trae como plus el arte de formar a otros; pero la segunda le ha atrapado de un modo especial.
“Comencé impartiendo clases; y posteriormente me incorporé al Centro Meteorológico, en 2002. Mis primeros pasos se centraron en relacionar toda la actividad de contaminación con el comportamiento de las variables meteorológicas. Luego, me adentré en otras especialidades como la Climatología y la Agrometeorología, e hice trabajos dirigidos a resolver un problema teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas, o a justificar un fenómeno determinado según las variables en cuestión.
“Me enfoqué en investigar qué podíamos hacer para conocer con antelación el comportamiento del clima y cómo pudiera afectar a cualquier proceso. Y de ahí se han derivado mis resultados en los últimos años: del estudio de los escenarios climáticos futuros, las posibles variables meteorológicas y cómo prevenir y tomar medidas de adaptación a estos cambios en la provincia.
“El clima influye en todo ecosistema; de hecho, es uno de sus servicios reguladores. Comprenderlo, predecirlo, es muy importante para las actividades que se realizan. Por ejemplo, cuando examinamos al cocodrilo en una etapa en que de los huevos solo salían machos, nos dimos cuenta de que se debía a las elevadas temperaturas, y entonces fue necesario trasladarlos de lugar. Si no hubiésemos tenido esa base de datos y hecho el análisis, nos habríamos quedado sin el cocodrilo”.
Sus investigaciones y aportes en la protección del entorno le valieron para que Niliam, este 2024, fuera galardonada con el Premio Provincial de Medio Ambiente.
“Es un reconocimiento pero a la vez te sientes recompensada al comprobar que la labor desarrollada todos estos años en la preservación de nuestro entorno no ha sido en vano.
“En un inicio me desempeñé en el Cuerpo de Bomberos, donde establecimos un sistema que les permite actuar con más efectividad, al conocer la relación entre el comportamiento de los incendios y las variables meteorológicas. A través del mismo se identificaba en qué momento del día y de la semana era más probable un evento de ese tipo. Fue una investigación muy minuciosa, la primera de su tipo en el país.
“Desde ese entonces he trabajado en zonas costeras, humedales… y he intentado, en todo momento, aportar al cuidado y protección del medio ambiente.
“Normalmente, las personas identifican la meteorología como el pronóstico del clima, con la implementación de los sistemas de alerta temprana. Sin embargo, la realidad es que se mantiene activa las 24 horas, y detrás de todo eso existe una investigación en múltiples áreas.
“Mi reto fundamental como profesional es validar la importancia e intención efectiva que tienen los servicios meteorológicos. En lo personal, hacer ver a mis hijos lo valioso de la vida y que hay que vivirla con responsabilidad, amor y dedicación. Y en lo emocional, tratar de siempre transmitir alegría, paz y confianza. Mi mayor satisfacción es mi hogar, mi familia”.
Para Niliam los lauros son el estímulo para continuar y no el final del camino. Adquirir la máxima categoría científica y realizar proyectos aún más proteccionistas y visionarios que vinculen la meteorología con la protección del medio ambiente, se alzan como algunos de los sueños de esta directiva, cuya pasión no se encuentra detrás de un buró, sino en el arte de transformar y salvar al entorno y, con él, a quienes lo habitamos.
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Muchas felicidades.