La Atenas de Cuba en el Olimpo
Dicen los que lo vieron pelear que tenía uno de los ganchos más poderosos en este país, y que precisamente esa era su principal arma para brillar en medio de una constelación de estrellas del pugilismo a nivel mundial.
Lo conocí hace muy poco, a las puertas del estadio Victoria de Girón, en uno de los play off que han disputado los Cocodrilos: Andrés Aldama, una leyenda en Matanzas y uno de los mejores en la rica historia del boxeo cubano.
Comenzó su desarrollo al más alto nivel, en tiempos donde los nombres pesaban enormemente en el cuadrilátero de la finca. “Tenía solo 18 años y estaba rodeado de campeones como Emilio Correa, Alberto Montoya, Teófilo Stevenson, entre otros. Muy rápido saqué una conclusión: quiero ser como ellos. Mi paradigma era Correa, porque era fajador arriba del ring. Desde el inicio tuve a Sarbelio Fuentes como entrenador y la gente supo que pegaba durísimo”, confesó en una entrevista concedida al periódico Trabajadores.
En 1976 gana el Córdova Cardín y lo incluyen en el equipo que competiría en los Juegos Olímpicos de Montreal. Llega a la final con cuatro victorias para enfrentar al estadounidense Ray “Sugar” Leonard y, luego de dos buenos asaltos, se descuida y Leonard lo pone en malas condiciones con un certero golpe que da fin a la pelea.
En 1979 sube a los 67 kilos y es en 1980, en Moscú, cuando se le abren las puertas del Olimpo y se cuelga el primer título de Matanzas bajo los cinco aros tras ganar todas sus peleas y en la final ser superior al ugandés Jhon Mugabi.
A él le siguieron otros, nacidos en esta prolífica tierra de campeones que subieron al podio más preciado. Ana Ibis Fernández se agenció más preseas (dos de oro y una de bronce) al integrar aquel equipo de ensueño de las Espectaculares Morenas del Caribe.
Basta con mencionar a Javier Sotomayor para que La Atenas de Cuba se ubique entre las potencias del deporte cubano, sus medallas de oro y plata avalan el orgullo de toda la Isla y apuntala como ejemplo para las nuevas generaciones.
Por supuesto que el béisbol no podía pasar desapercibido. Tres de los peloteros más destacados de la historia de nuestro deporte nacional también ostentan podio olímpico: El Zurdo de Oro, Jorge Luis Valdés; José Antonio Estrada, de los mejores jardineros de los años 90; y Juan Manrique, una de las luminarias de la receptoría.
Más cercana en el tiempo, resalta la jabalinista Osleidy Menéndez, con oro y plata en estas lides y marcas espectaculares a nivel mundial, siendo la primera mujer en superar los 70 metros en esa especialidad.
El canotaje no queda rezagado tampoco en esta lista. Ledys Frank Balseiro marcó un hito en ese deporte, pues resultó el primer medallista olímpico cubano con esa presea plateada en Sydney 2000, hazaña que repetiría en Atenas 2004.
Fue esa la mejor respuesta a quienes arbitrariamente lo excluyeron de Atlanta 96, por ser un posible emigrante, una injusticia que estuvo a punto de destruir su carrera y sus sueños en el deporte.
Andy Cruz, el último medallista olímpico, resaltó por su depurada técnica boxística, la cual le garantizó el oro en Tokio 2020, y le ha asegurado el éxito en el boxeo profesional donde continúa invicto, admirado y seguido por los amantes de esa disciplina.
Dentro de pocas horas, siete matanceros intentarán incrementar la rica historia de la provincia en las citas estivales, junto a varios entrenadores que honran las vitrinas deportivas del país latinoamericano, con mayor número de medallas en esas instancias.
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