Las máscaras son en el teatro, según el estudioso Patrice Pavis, además de las motivaciones antropológicas, disfraz, neutralización de la mímica, desrealización del personaje, distanciamiento del carácter; estiliza y amplifica, deformando la fisonomía humana y reestructurando totalmente el rostro. Un recorrido, desde el teatro, por la historia de las máscaras, nos lleva a épocas, países y etapas disímiles
Por lo tanto, cuando la Asociación Cubana de Artesanos Artistas convocó a otorgar, el 14 de mayo, un Premio de la Casa de la Memoria Escénica, en su Salón de Máscaras 2024, pensé que no era la primera vez que colaboramos con sus eventos, que dialogamos con la creación artesanal de múltiples formas. Aunque el objetivo del Salón no es lo teatral, desde la visión de jurado, buscábamos en cada obra esa conexión con las manifestaciones escénicas y, fundamentalmente, el teatro.
En el salón repleto de personas, las artes escénicas se expusieron de muchas maneras: coreografías, performance. Con los homenajes a la Compañía Danza Espiral y Teatro de Las Estaciones, se presentaron obras de calidad, en diversas técnicas y materiales; tanto de creadores de prestigio y paradigmáticos, y pienso en la soberbia obra Ashanti, Israel de León e Israel Rufín, como de una nueva generación, que impone sus visiones estéticas, en formación, y con talento.
Sobre la base de que la Casa de la Memoria Escénica defiende, conserva y difunde el patrimonio escénico cubano y local, se decidió otorgar un premio y una mención a dos de las obras expuestas en el Salón. Ambas contribuyen a potenciar, desde lenguajes diferentes, la fuerza expresiva, dramática y lírica de la máscara como elemento fundamental de la teatralidad.
Mereció la mención un conjunto de fotografías de la joven artista Karla González Horta (Matanzas, 2000). Esta refleja la dualidad, las metamorfosis que la máscara puede ofrecernos como receptores de los signos que ella propone; muestra la creatividad de la joven artista, que además recibió una mención del jurado central.
La serie fotográfica Metamorfosis apela a esa capacidad de las máscaras de expresar la neutralidad de los rostros, de esconder y mostrar una realidad distinta, una subversión de metáforas posibles, que nos lleva a múltiples caminos.
El premio fue entregado al diseñador escénico Zenén Calero Medina, Premio Nacional de Teatro 2020, que fundió en sus dos máscaras, provienentes de espectáculos teatrales de Teatro Papalote, las esencias de lo occidental, lo griego y lo africano, con la expresividad trágica de la primera y los sustratos de las cosmogonía del tema negro, que tuvieron en la creación de Calero una zona significativa en la década de los 80.
Son máscaras que resumen la funcionalidad, lo dramático y lo decorativo, de un excelente diseño, de cuidada elaboración, que en su momento, tuvo la energía de los actores sobre las tablas. En esas máscaras de Calero, expuestas en la ACAA, se sintetizaba la historia, y algunas de las esencias de su estética.
Un encuentro creativo de altura, en el que la escena propició otras perspectivas de la colaboración y los múltiples caminos de la imaginación.
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