Deja que los libros te enamoren

Si un consejo puedo dar en este día internacional del libro es leer. Deja que los libros te enamoren, déjalos que entren en tu mundo y lo cambien todo.

Cuando desperté, el libro todavía estaba ahí, esperando que marcara la página o que continuara leyendo. Por más tentadora que resultaba la idea de develar las páginas finales decidí cerrarlo y devolverlo a la mesita de noche, entonces me di cuenta que necesitaba más espacio, que el librero pospuesto ya no podía esperar.

Los libros siempre estuvieron rodeándome, o fui yo quien me rodeé de ellos, ya no recuerdo bien. Mis padres me regalaron los primeros y luego ya no hubo vuelta atrás. Aquellas ediciones de “Había una vez” y de La Edad de Oro, todavía los conservo con un cariño especial.

Los libros permanecieron así, aguardando ser elegidos, ordenados sobre la zapatera, encima del escaparate, llenando cajas de cartón debajo de la cama, abultando el viejo aparador de la casa, en la maleta de todos los viajes, en la mochila de la escuela…

Me salvaron de tediosas esperas, de bullicios ensordecedores y también de ansiedades terribles. Por eso cada marzo o abril, cuando comenzaba la Feria del Libro en mi pueblo, la librería recibía de un golpe los ahorros- quien sabe de cuánto tiempo- en unos cuantos volúmenes que acababa en pocas semanas.

Los libros me hicieron amiga de libreras y bibliotecarias que terminaban consintiéndome, guardándome las novedades, avisando a mi mamá que este o aquel volumen quizás me interesara o “haciéndose las de la vista gorda” cuando me excedía del tiempo de entrega. Me regalaron también amigos a prueba de tiempo, unidos por el hilo invisible de ratos de lectura y hasta alguna pelea de propiedad.

Los libros son mi regalo favorito, por eso de niña quienes me conocían, lo tenían muy fácil, por eso mi padre me dejó heredar su pequeña biblioteca y mi madre me dejó gastar irracionalmente en ellos, aunque siempre me recordara que ya tenía demasiados.

Los libros nunca sobran, a pesar de saber que no tendremos tiempo suficiente para leer todos los que nos gustaría. El placer de leerlos y el de coleccionarlos son diferente y en mi caso cargo con los dos.

Los libros y sus olores, los prohibidos, los insondables, los que me marcaron para siempre, los que releo hasta el cansancio, los que presté y nunca me devolvieron, los que nunca devolví yo, los subrayados, los de segunda mano con dedicatorias de amor, los intocables, los que aún no leo, los no negociables de cualquier mudanza.

Y quizás esté nostálgica porque ya no leo como antes, porque mi biblioteca esté dispersa en tres casas diferentes o porque todavía les debo un librero decente, pero si un consejo puedo dar en este día internacional del libro es leer.

Deja que los libros te enamoren, déjalos que entren en tu mundo y lo cambien todo, deja que ocupen más el espacio del que dispones, deja que alimenten tu alma, deja que te sorprendan, que te asombren, que te cambien.

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Sobre el autor: Lisandra Pérez Coto

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