Oscar Wilde fue un personaje excéntrico y transgresor, un islote en medio de una sociedad incapaz de comprenderlo. Sus palabras hablaban de amor, de belleza y de muerte, elementos que están presentes en cualquier vida pero que pocos se atreven a definir. Cuentos como El príncipe feliz, El ruiseñor y la rosa, El famoso cohete o El gigante egoísta se han posicionado como indispensables de la literatura.
En ellos, con una adjetivación muy rica, Wilde describe salones de gente elegante, pobreza, situaciones precarias o exóticos paisajes a la luz de la luna sobrecogidos por el canto de un ruiseñor, en una amalgama de humor y crítica inteligente, aunque no por ello menos ácida, seña de identidad de una obra que no envejece.
Una recopilación de sus mejores cuentos, algunos más largos que otros. Unos repletos de simpleza mientras otros un poco más complicados, algunos con una moraleja hermosa y otros con trágicos y tristes finales. La forma de escribir del autor es lo que hace de ellos poesía pura escrita en prosa, tan melancólica y nostálgica como graciosa y hermosa.
En ellos puede apreciarse el germen de los temas que más tarde dominarán su teatro: la novela negra, la narración detectivesca, las preocupaciones artísticas de la época, el romanticismo, la afirmación de valores, la burla a la vanidad o la descripción de la belleza despiadada y cruel.
Relatos que evidencian un rechazo a falsos valores como el engreimiento, el poder y la figuración social. En cambio, exaltan la modestia, el trabajo, la sensibilidad social y el verdadero amor. Crítico con la aristocracia y las clases altas de la sociedad inglesa o norteamericana, Wilde envolvía sus relatos en una distancia, en un humanitarismo irónico que poco tenían que ver con el naturalismo que en ese momento dominaba el panorama literario europeo.
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Existen varios ejemplares que recopilan estas historias, si tienen la oportunidad de leer alguno, no los decepcionarán. Rápidos en cautivar, como son cuentos independientes no importa si leíste uno hace meses, puedes continuar con el que sigue y sentir la misma calidez que con el anterior. Aunque originalmente eran dirigidos a un público adulto, también niños y adolescentes pueden disfrutarlos. Si apenas inicias a leer clásicos, esta es una buena forma de comenzar, pues la pluma del autor te envolverá desde las primeras páginas.
FRASES EXTRAÍDAS DEL VOLUMEN
“El ruiseñor cantaba al amor que se realiza en la muerte, al amor que no acaba en la tumba.”
“El amor es mejor que la vida.”
“Todo el mundo sabe que el arte es egoísta.”
“La verdad es que no conozco nada en el mundo más noble o más raro que una amistad fiel.”
“El amor no se estila ya, los poetas lo han matado. Han escrito tanto sobre él, que nadie lo cree.”
“Que los secretos del arte se aprenden mejor en secreto, y que a la Belleza, como a la Sabiduría, les gusta el adorador solitario.”
“Los fuertes hacen esclavos a los débiles, y en la paz los ricos hacen esclavos a los pobres.”
SOBRE EL AUTOR
Para quien quiera conocer mejor a este personaje, pues casi fue más criatura literaria que escritor, su obra más emocionante fue su vida. Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde, nació en Dublín, Irlanda, entonces perteneciente al Reino Unido, el 16 de octubre de 1854. Fue escritor, poeta y dramaturgo considerado como uno de los más destacados del Londres victoriano tardío. Además, fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, sus cuentos, sus obras de teatro, su única novela y la tragedia de su encarcelamiento, seguida de su muerte prematura.
Hijo del cirujano William Wills-Wilde y de la escritora Joana Elgee, tuvo una infancia tranquila y sin sobresaltos. Estudió en la Portora Royal School de Euniskillen, en el Trinity College de Dublín y, posteriormente, en el Magdalen College de Oxford, centro en el que permaneció entre 1874 y 1878 y en el cual recibió el Premio Newdigate de poesía, que gozaba de gran prestigio en la época.
Wilde combinó sus estudios universitarios con viajes (en 1877 visitó Italia y Grecia), al tiempo que publicaba en varios periódicos y revistas sus primeros poemas, que fueron reunidos en 1881 en Poemas. Al año siguiente emprendió un viaje a Estados Unidos, donde ofreció una serie de conferencias sobre su teoría acerca de la filosofía estética, que defendía la idea del “arte por el arte” y en la cual sentaba las bases de lo que posteriormente dio en llamarse dandismo.
A su vuelta, hizo lo propio en universidades y centros culturales británicos, donde fue excepcionalmente bien recibido. También lo fue en Francia, país que visitó en 1883 y en el cual entabló amistad con escritores de la época. En 1884 contrajo matrimonio con Constance Lloyd, que le dio dos hijos, los cuales rechazarían el apellido paterno tras los acontecimientos de 1895.
Entre 1887 y 1889 editó una revista femenina, Woman’s World, y en 1888 publicó un libro de cuentos, El príncipe feliz, cuya buena acogida motivó la publicación, en 1891, de varias de sus obras, entre ellas El crimen de lord Arthur Saville. El éxito de Wilde se basaba en el ingenio punzante que derrochaba en sus obras, dedicadas casi siempre a fustigar las hipocresías de sus contemporáneos.
También se reeditó en libro una narración publicada anteriormente en forma de fascículos, El retrato de Dorian Gray, su única novela, cuya autoría le reportó feroces críticas desde sectores puritanos y conservadores debido a su tergiversación del tema de Fausto. No disminuyó, sin embargo, su popularidad como dramaturgo, que se acrecentó con obras como Salomé (1891), escrita en francés, o La importancia de llamarse Ernesto (1895), obras de diálogos vivos y cargados de ironía.
Su éxito, sin embargo, se vio truncado en 1895, cuando el marqués de Queenberry inició una campaña de difamación en periódicos y revistas acusándolo de homosexual. Wilde, por su parte, intentó defenderse con un proceso difamatorio contra Queenberry, aunque sin resultados, pues las pruebas presentadas por el marqués daban evidencia de hechos que podían ser juzgados a la luz de la Criminal Amendement Act.
El 27 de mayo de 1895, fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas y desde varios de los más importantes círculos literarios europeos no fueron escuchadas, y el escritor se vio obligado a cumplir por entero la pena. Enviado a Wandsworth y Reading, donde redactó la posteriormente aclamada Balada de la cárcel de Reading, la sentencia supuso la pérdida de todo aquello que había conseguido durante sus años de gloria.
Recobrada la libertad, cambió de nombre y apellido (adoptó los de Sebastian Melmoth) y emigró a París, donde permaneció hasta su muerte. Sus últimos años de vida se caracterizaron por la fragilidad económica, los quebrantos de salud, los problemas derivados de su afición a la bebida y un acercamiento de última hora al catolicismo. Falleció el 30 de noviembre de 1900. Solo póstumamente sus obras volvieron a representarse y a editarse.
CURIOSIDADES SOBRE EL AUTOR
- Una de las flores preferidas de Oscar Wilde fue el girasol. Se dice que todas las mañanas compraba dos, entre las más caras, una para él y otra para su cochero. Era en los buenos tiempos, claro. Cuando tenía cochero. Flores procuró tener siempre.
(Por María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)