La iniciativa Tetas Libres nació para apoyar el proceso creativo y dar visibilidad a las mujeres artistas. Fotos: Yorexi Cordero.
Cuando la exposición Cubanwoman abrió sus puertas, en la tarde del viernes 22 de diciembre, en la Galería Pedro Esquerré de la urbe yumurina, más que una curaduría ensamblada a partir de las variadas propuestas de jóvenes creadoras, nos encontramos ante un declaración de intenciones en cuanto a la participación femenina en los circuitos, tanto comerciales como de exhibición, de la plástica cubana.
Esta muestra es el resultado directo y tangible de Tetas Libres, un proyecto que agrupa a casi una veintena de artistas mujeres de Matanzas, La Habana, Pinar del Río, junto a críticas, curadoras, promotoras, investigadoras y amantes del arte, para luchar contra el ostracismo al que se ha condenado a su producción a través de la historia.
La promotora Amor Campos, quien es una de sus integrantes, lo enfoca de manera global: “A pesar de que el 55 % de los artistas a nivel mundial se reconocen a sí mismas como mujeres, solo alrededor de un 13 % de las obras que hay en galerías, museos y colecciones privadas vienen firmadas por ellas”.
Según cuenta Helga Montalbán, su fundadora, la idea de crear un colectivo artístico la estuvo rondando por mucho tiempo, desde que se encontraba trabajando para la primera edición de Ríos Intermitentes, segmento matancero de la Bienal de La Habana. En ese momento se hizo evidente que las féminas no se insertaban con la misma facilidad y recurrencia que los hombres en el ecosistema de la visualidad. En diciembre de 2022, Elisabeth Cardenal solicitó su ayuda para curar una exposición y ahí comenzó todo.
Sabedoras del poder de incendiario de un pecho desnudo, escogieron el subversivo nombre de Tetas Libres (yo misma perdí la cuenta de las veces que el corrector ortográfico me cambió la dichosa palabra por otras más políticamente correctas: temas, telas o similares) y como imagen identificativa: el torso sin vestiduras de Marianne, figura central del cuadro La Libertad guiando al pueblo, de Eugéne Delacroix.
En el manifiesto colgado en el perfil de Instagram del proyecto puede leerse: “Estamos conscientes de que los espacios de la mujer: corporales, espirituales y físicos, han sido modelados por siglos de atavismos biológicos y culturales. (…) Buscamos movernos libremente fuera de toda línea restrictiva. Tomamos el saber que nos es vedado por prejuicios; el de manejar lo mismo la voz, que la imagen de nosotras, que la piedra o el fuego, si cada día nadie más que nosotras vive nuestra vida…”.
Ahora, desde el más importante espacio matancero de exhibición, las piezas de Adriana Riera, Anyel Goenagas, Amanda Leyva, Rebeca Tirse, Ilianis Cortés, Aylen Russinyol, Elizabeth Cardenal, Deylis Rodríguez, Mikela Rodríguez, Yainyt Alcázar, Yenia Elvira Barrios, Maydelis Anaya, Melisa Casola y la propia Helga se insertan en el metadiscurso del arte contemporáneo cubano, con el poder de definir y cambiar narrativas.
Aunque la mayoría no supera la treintena, unas cuantas ya estaban legitimadas por exposiciones o becas, otras fueron descubrimientos hechos sobre la marcha, jóvenes a las que ojo experto de sus pares sacó de la oscuridad con una mano tendida y una frase de aliento: “Eso que estás haciendo es válido, puedes mostrarlo como obra tuya”. También la sororidad ha formado parte del proyecto.
Para algunas de ellas, pertenecer a un grupo implica aunar voluntades en pro de un mejor resultado. En la opinión de la creadora digital Maydelis Anaya, “cuando se trabaja de manera individual, aunque tengas un potencial superelevado, no se compara a la unión de fuerzas. Se puede optimizar el tiempo y lograr un escenario ideal”.
La fotógrafa Yainyt Alcázar siente que han creado una suerte de nido que las arropa para crecer. “Hay profesionales vinculadas al arte desde otros puntos de vista que nos orientan. Personalmente, siempre tengo dudas a la hora de redactar los statements, de elegir cuál pieza exponer. Estar juntas mejora nuestro enfoque, nuestra proyección hacia el público.
“En el mundo de hoy, en el que todo se logra a partir de redes y contactos, resulta fundamental contar con ese clan —asegura Amor Campos—, donde siempre va a haber alguien que se ha movido en un ámbito diferente, que conoce o tiene un amigo. Desde lo más básico: un lugar donde imprimen con más calidad, hasta lo más inmenso: la conexión para llegar a cierta galería. Es amplificar el alcance de todos los miembros y aportar soluciones dentro del colectivo”.
Por supuesto, el feminismo entra en la ecuación de Tetas Libres, en su sentido de justicia e igualdad y su intento por eliminar las brechas de género, pero ellas procuran que no sea una camisa de fuerza ideológica.
“Nos interesa configurar un espacio de producción artística, pero no queremos que nos usen como bandera otras corrientes de pensamiento que no sean las que nosotras mismas elegimos, incluso individualmente. No le imponemos nada a ninguna mujer artista, no todo el mundo debe tener esa conciencia para pertenecer al grupo”, afirma Helga Montalbán.
Según su criterio, la sensibilidad masculina se expresa de manera distinta, por eso también hay hombres en la exposición, en calidad de invitados (Manuel Hernández, Osmany Betancourt, Adrián Socorro y Julio César García), porque “se trata de cómo ellos nos ven en procesos sociales y personales, y cómo nosotras nos vemos, dos miradas complementarias”.
“Muchísimos artistas nos han ayudado, se ha establecido un intercambio muy productivo —añade Yainyt Alcázar para dejar claro que no se trata de establecer bandos o superioridades, sino de defender la visión femenina y su derecho a ser reconocida—. A fin de cuentas, el nuestro es un movimiento abierto, siempre se hace hincapié en que todas las que quieran pueden unirse, o incluso apoyar desde fuera”.
Tal como lo plantea Amor: “En calidad de críticas, curadoras o artistas, estamos estrechamente vinculadas a los discursos de la ideología y la política. Nos toca definir cuál es nuestro papel en esa realidad y cómo utilizamos sus recursos conceptuales, metodológicos, para aplicarlos a lo que nos interesa”.
Eso justamente puede inferirse a través de Cubanwoman: existe un grupo heterogéneo pero coherente de creadoras, capaz de moverse con total soltura por diversos géneros, soportes, temáticas; que bebe con fruición de sus antecedentes teóricos y formales, pero trata de ir un paso más allá de dogmas y sectarismos. Puede predecirse que en lo sucesivo las Tetas Libres darán mucho de qué hablar.
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