Más allá de los continuos premios y el reconocimiento social de uno de los artistas más singulares de la ciudad, la admiración a Noly Díaz le alcanzaría igualmente por la disciplina con que asume su labor como creador.
Justo en su taller transcurren las jornada de este forjador de mundos que ante cada chisporroteo que produce su máquina de soldar se va reinventando formas que solo él tiene diseñadas en su mente, y sin boceto previo van surgiendo ante cada destello las figuras que luego seducen a cada espectador arrobado frente a su obra.
Pero tanto como el resultado final de su empeño, se disfruta también el proceso de creación, sobre todo cuando se logra detener justo el mismísimo instante de un destello. (Fotos: Del autor)