“Seduce una imagen tan cimera, tan relevante como la de Alicia Alonso. En mi obra, tengo tres modelos: Robaina (el conocido productor de tabaco), Fidel y Alicia.”
Así explicó el pintor Nelson Domínguez (Santiago de Cuba, 1947) su fascinación por plasmar la figura de la Prima Ballerina Assoluta, durante la inauguración de la exposición itinerante Mi amiga Alicia, que los matanceros pueden disfrutar desde este miércoles 20 de septiembre en la galería de la Uneac.
Foto: Raúl Navarro
“No se puede meter La Habana en Matanzas”, comentó en tono jocoso al referirse al hecho de que, de las aproximadamente 160 obras reunidas para la muestra, solo 14 lienzos, nueve dibujos y algunas piezas tridimensionales lograron acomodarse en la pequeña sala de la casona de la calle Milanés. Razón por la cual se hará una segunda parte en el mes de octubre.
“Hay algunas verdaderamente grandes. La mayor tiene 8×12 metros, es una escenografía del ballet Cuadros de una exposición. Alicia pidió la colaboración de algunos artistas, a mí me asignó La catacumba. Cuando concluí el boceto no quise pasárselo al equipo de diseño, decidí realizarla yo mismo. Soy un poco chiquito pero me enfrasqué con la tela y lo hice”.
Foto: Raúl Navarro
Cuenta el creador que este conjunto se fue conformando de manera más o menos casual, a lo largo de varios años. En algunas aparece la bailarina en la plenitud de sus rasgos más distintivos, en otras es apenas un gesto. La huella sutil de sus movimientos, un vertiginoso ejercicio de síntesis.
“Esporádicamente hacía yo una Alicia. Si las miras bien, todas son estudios de técnica, de dibujo. Un día se me ocurrió juntarlas en una muestra. Se inauguró en el Gran Teatro de La Habana, de ahí viajó a Baracoa y ya ha visitado toda Cuba, excepto Pinar del Río y la Isla”.
Ante una concurrencia que abarrotó el espació, el Premio Nacional de Artes Plásticas 2009 contó la historia de su encuentro con la más excelsa bailarina cubana; de qué manera la conoció y el cariño que le profesó en vida.
Foto: Raúl Navarro
“Un día me llamaron porque querían que le hiciese un retrato y acudí a su oficina, donde, por cierto, ya tenía dos pinturas mías. Conversamos un rato y, cuando me fui, ella le preguntó a Miguel Cabrera, el historiador del Ballet, ‘¿Cómo es Nelson? Porque sentí sobre mí el peso de su mirada’. Eso fue algo impresionante.
“En una ocasión se realizó la subasta de un abanico y doné ese dinero al Ballet Nacional. Entonces ella comenzó a llamarme ‘el amigo’ y si se hacía alguna función, algún estreno, decía: ‘No se olviden de invitar al amigo’. Nunca me hubiese atrevido a llamarla amiga si no lo hubiese hecho ella antes”.
Nació así una relación que se prolongó hasta la muerte de la diva. Entre los objetos exhibidos en la salita de la Uneac se encuentra una enorme silla, titulada El Trono de Alicia, donde ella solía sentarse en sus visitas al estudio del artista y que incluso lleva su firma.
“Falta la obra más interesante, en mi opinión, que se titula Alicia ave nacional. Dice su esposo Pedro que si se incendiara el museo y el pudiera salvar un solo cuadro, escogería ese. Por supuesto, me pongo muy vanidoso cuando escucho esas palabras.
Foto: Raúl Navarro
“Aquí hay algo que me da un poco de tristeza, dos apuntes del natural que yo realicé en su casa, casi fue lo último que se hizo de ella en vida”.
Nelson dedicó la exposición a sus grandes amigos y compañeros de la escuela de arte: José Antonio Méndez y Sergio Roque. “Este es mi regalo para ellos. Deseo también que les llegue a los más jóvenes, a los que están estudiando”.
Fotos: Raúl Navarro
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