Los artistas plásticos y artesanos matanceros han demostrado que no solo el lienzo o el hierro virgen o la arcilla que se pega en los dedos puede ser materia prima para el arte. Toda una ciudad se puede convertir, por obra y gracia de la voluntad de los creadores, en un taller para sus imaginerías y maquinaciones.
Tenemos disímiles muestras de esto. Hallamos desde los diferentes espacios en la calle Narváez, que de garajes desahuciados o almacenes cuyos vientres guardaban escombros se han convertido en sitios donde prolifera la belleza que el hombre forja con sus manos, murales y grafitis que alejan de las paredes ruinosas la impresión de decadencia o estatuas gigantes que llaman a la contemplación y a los instagramers.
Entre los últimos proyectos de estos creadores se encuentra el Distrito Visual. Este se ubicará en la calle Comercio, en la orilla del San Juan perteneciente a Pueblo Nuevo, donde hoy se realizan diversas intervenciones urbanísticas y sociales.
“El proyecto pretende llevar hacia aquella ribera los talleres y espacios de artes plásticas que se crearon desde el 325 aniversario de la ciudad, y que comenzaron por Narváez. Nosotros prevemos rescatar las naves que pertenecían a Acopio y a Fruta Selecta allí enclavadas. Parte de estas fue ocupada por familias con viviendas en muy mal estado, a las que poco a poco se les han entregado nuevos hogares en otros sitios.
“Hablamos de un área de 5 000 metros cuadrados donde se emplazarán alrededor de 15 talleres de artes visuales. De ellos, tres brindarán servicios gastronómicos con bares o cafeterías”, bosqueja Luis Octavio Hernández Rodríguez, artesano y uno de los principales impulsores de la iniciativa.
“Está involucrado un grupo de creadores muy sólido. Hay jóvenes, aún estudiantes del ISA, como Amanda, que ha demostrado un talento y una voluntad de gigante a pesar de su tamaño diminuto, hasta artistas con una reconocida trayectoria en la artesanía y la plástica. Por ejemplo, se encuentran incluidos: el arquitecto Diwaldo; María del Carmen, la diseñadora de moda; Reinaldo García, el orfebre; Salomón, pintor; Adversy Alonso, fotógrafo; entre otros. Es un equipo muy diverso, comprometido y capaz”.
La idea de rescatar esta orilla desde lo artístico viene de años atrás, cuando se hizo muy evidente la dicotomía entre ambos lados del San Juan, uno cosmopolita, hiperactivo y glamoroso y el otro sumido en las polvaredas y el olvido. “Desde el 2019 dos artistas, Rubiel y Wendy, realizaron una obra que consistía en unas escaleras que debían estar en ambas orillas. Su fundamento teórico era coser ambos extremos para que el progreso de uno llegara al otro”.
Según los involucrados, traerá beneficios porque transformará una zona muy abandonada en el mismo corazón de la ciudad. En la iniciativa se intentarán respetar las estructuras originales de los almacenes, como pueden ser los tejados a dos aguas. Desean rescatar parte del esplendor que en el siglo XIX durante el auge de la producción azucarera en Matanzas poseía esta zona. Cuando uno, como escribiera Milanés en su poema: De codos en el puente, podía contemplar cómo las barcazas con mercancías rompían en ondas al río.
No solo se busca la exaltación arquitectónica del área o ayudar a los artistas y artesanos, sino también apoyar a los pobladores de la zona; en sí, crear un verdadero proyecto sociocultural con tanto de oropel como de alma.
“Deseamos volverlo una fuente de empleo con prioridad para los residentes en el barrio. El funcionamiento del lugar llevará jardineros, custodios, auxiliares de limpieza, veladores de salón. En cada taller seguro los creadores necesitarán a alguien que los ayude con su producción. La idea es dinamizar la vida en esa zona en todos sus aspectos.
“Incluiremos a los pescadores. Queremos utilizar el pescado fresco que ellos capturen en los diferentes espacios gastronómicos, y emplear sus botes como medio de transporte. Por ejemplo, un visitante puede comenzar su paseo por Narváez, llegar hasta el estudio del Lolo y luego montarse en un barco y cruzar hasta el Distrito Visual. Al frente, donde está la estatua de Martí con el machete en la boca, estamos proponiendo crear un pequeño muelle en la parte de Narváez y otro donde se encuentra el Corazón de Drake”, explica Hernández Rodríguez.
El nombre del nuevo espacio puede ser Distrito Visual; no obstante, la ambición de los creadores resulta mucho más abarcadora que esos 5 000 metros cuadrados en la avenida Comercio donde se erigirá. El verdadero Distrito Visual (fluvial y artístico) quiere coser ambas riberas del río, como deseaban Rubiel y Wendy con sus escaleras.
“Un domingo anterior se convocó a un trabajo voluntario y eso parecía un enjambre de mujeres con escobas, gracias a los vecinos. Dejamos eso completamente barrido. Nos queda todavía mucho escombro que botar y limpiar los muros porque las plantas parásitas se han apoderado de ellos”, cuenta Hernández Rodríguez.
Te puedo enseñar cómo estaba antes y cómo está ahora, te sorprenderías, y ese cambio ocurrió en solo cuatro acciones de trabajo que no superan las 40 horas. Si con tan poco hemos avanzado tanto, qué no lograremos hacer cuando nos empeñemos a fondo y estén los recursos materiales y financieros que aspiramos”, concluye.
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