El 2023 para las artes escénicas merece un análisis, una reflexión más profunda que las que estas líneas pueden contener. ¿Qué hace tan diferente este año a otros, incluso comparado con los difíciles 90, en los que, por ejemplo, nacieron proyectos que aún siguen mostrando la vigencia de liderazgos y resultados de vanguardia y que transformaron de alguna manera el panorama escénico cubano en décadas posteriores, como la Galería El Retablo, Teatro de Las Estaciones, Teatro D’ Sur y la Casa de la Memoria Escénica?
A inicios de los 90, también surgieron el Taller Internacional de Teatro de Títeres, que duraba 10 días, y el Concurso de Coreografía e Interpretación Danzandos.
Estos dos sucesos hacen que nos preguntemos cómo se pudo lograr algo así en tan difíciles circunstancias. Revisando programas, notas de prensa, boletines, documentación estadística sobre hospedaje, transporte, promoción, etc., se abren interrogantes y respuestas claves para un estudio sociocultural.
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Esencial fue una proyección mancomunada, sensible e inteligente entre varios factores, que son los que inciden en que se alcancen objetivos muy particulares que dignifican a la cultura, como la creación de estrategias afianzadas en la política cultural, un sentido objetivo y concreto de lo que es la misión y visión, así como de claridad de las leyes y resoluciones de por qué fue creado a partir de esa propia década el Consejo Provincial de las Artes Escénicas.
Las actas y otros documentos oficiales, que se tuvo el cuidado de conservar, lo demuestran.
Lo positivo de esa etapa, que nombraron Período Especial, fueron los nacimientos, enumerados en los primeros párrafos, y muchos otros aspectos renovadores, que los anaqueles recogen y en los que jugó un rol encomiable la Dirección Provincial de Cultura y su departamento de desarrollo artístico, siguiendo las directrices esenciales de la política cultural, en una relación muy positiva con departamentos y áreas del CPAE.
Lo más positivo de esta etapa del 2023 es que los líderes más lúcidos de cada proyecto han intentado mantener algunos de los objetivos de sus programas y algunos lo han conseguido; pero sin dudas, lo más característico es que muy poco de lo plasmado, en algo que es bitácora de trabajo, no se ha conseguido, y forma parte de los objetivos de años por venir.
Solo basta revisar los proyectos, los informes –aplicando cientificidad– para darnos cuenta sobre lo que estaba proyectado y lo que en realidad se ha logrado en la programación de muchos; pero especialmente en el espíritu de muchos. Solo basta fijarnos en las de Teatro Sauto y en las del Teatro Cárdenas, pensar en espacios como Escena para Adultos de Teatro El Mirón Cubano, y en muchas otras, sobre las cuales el público que las sigue nos interroga. ¿Cuándo volverá tal espacio, tal agrupación, cuándo dejaremos de vernos a nosotros mismos en nuestros escenarios? Incluso preguntan cuándo dejaremos de derretirnos de calor en una función del Teatro Sauto (M.N.)
En el 2023, además de la compleja situación económica y su influencia en la realización de innumerables logros de años anteriores, hay otros factores que se deben tener en cuenta para el 2024, ahora que se acerca el instante en que debemos preparar los proyectos del nuevo año. Lo primero es lucidez, apartar la improvisación y el intrusismo, concebir dentro de la escasez una visión renovada, en la que la colaboración entre muchos actores propicie que se alcancen resultados.
El 2024 tiene aniversarios, eventos, como el propio Taller Internacional de Teatro de Títeres, que se avizoran en un contexto complejo, para algunos muy negativo, y posible para otros. Un 2024 que en la historia es una apertura, una prueba.
Lo cierto es que la cultura, como nada en ella es improvisación, sustenta el trabajo en objetivos claros, que se definen en la teoría y concretan en la práctica.
Los conozco que ya tienen claro lo que el 2024 les depara, y también lo que pretenden alcanzar.
Leer y estudiar ese momento clave que es 1994, para defender un digno 2024, en que se cumplen 30 años de tantos acontecimientos claves, es una enseñanza escrita y también un horizonte. Para los escénicos, los 30 del 2024 son una brújula, y el horizonte, una pelea por resolver, una cima que hay que alcanzar.