Confituras de otra galaxia

Confituras de otra galaxia

“Mamá, tengo hambre”. La voz angustiosa cala cualquier corazón. Es lógico el reclamo. El tiempo de espera para la consulta se dilató más de lo pensado. Él es pequeño y desconoce la seriedad de su petición.

Puertas afueras de la institución médica la variedad es sorprendente. ¡Hay para todos los gustos! Pero, aunque las opciones parecen muchas, no lo son; al menos no para una madre que intenta vivir de su salario. Los precios varían: 300, 400, 500, ninguno de ellos al alcance del bolsillo. 

La reventa de confituras y demás alimentos en los alrededores del hospital pediátrico matancero es un tema trillado y archiconocido. 

Galletas, caramelos, jugos, refrescos, se exhiben con tarifas que parecen de otra galaxia. Un tanto igual sucede con los juguetes, algo inaudito. 

El salario promedio en Cuba equivale a 3 830 pesos; en Matanzas, 3 717, según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información en enero de 2022. De él se desglosan gastos permanentes e inevitables de servicios básicos como electricidad, agua, teléfono y, por supuesto, alimentación, ropa, calzado. Una lista infinita que conlleva al ahorro en su máxima expresión.

Por ello, no parecen de nuestro universo los precios a los que hago referencia, elevados a la n. Ya no basta con sacarle unos pesos por encima del valor. Las cifras más bajas duplican la cantidad con la que se comercializan en la red de tiendas. Claro, cuando hay, y cuando ellos mismos (los revendedores), o algún otro eslabón en la cadena, no los acaparan a los pocos segundos de descargarse del camión.

Aunque la problemática parece en blanco y negro, se trata de una realidad con disímiles aristas en dependencia de dónde se mire. 

Por un lado, está el poco control de los que deben velar porque no se vendan productos tan adulterados en los alrededores de un área asistencial. Lo cual, más allá de valores mercantiles y abusos, también habla de pérdida de valores humanos, si se toma en cuenta que quienes consumen la oferta son infantes enfermos, algunos que requieren, incluso, de estancias prolongadas en el hospital.

Por otro lado, y punto rojo, es la carencia de unidades gastronómicas estatales, con servicios más asequibles que signifiquen una competencia y ayuden a disminuir la inflación existente.

Pero hay una realidad que traspasa los alrededores del área en polémica: la crisis económica acentuada en los últimos años ha provocado el encarecimiento en la mayoría de los precios de los productos imprescindibles para el hogar. A la lista ya comentada de gastos obligatorios, súmese que arroz, frijoles, cárnicos y detergentes, por solo citar algunos, se revenden en el mercado negro en números exuberantes. Bien pudiera entonces usted pensar que esos “revendedores” también tienen familia a la que sustentar.

Sí, es cierto. Aun así, el fin no justifica los medios. Las necesidades no pueden llevarnos a mostrar nuestra peor cara. 

No es sensato que sea en las cercanías de un pediátrico donde más costosas se expendan las confituras o los juguetes para niños.

Al quedar la institución alejada del centro de la ciudad, donde la variedad de ofertas obliga a precios más competitivos, a esos padres no les queda muchas veces otro remedio que comprar. Bueno, los que pueden hacerlo.

Otros, aunque quieran complacer, tienen que valerse de un sinnúmero de justificaciones, algunas que ni siquiera ellos creen, para cambiar la idea de sus pequeños. 

La situación en cuestión no se restringe solo a esa institución asistencial. Los alrededores de otros centros médicos (incluso dentro de ellos), y escuelas, también se convierten en blanco de este fenómeno. 

Lo más terrible es que se trata de una situación cíclica, repetitiva en cada jornada, que debe ser frenada con urgencia. Es hora de expender confituras de esta galaxia y cambiar el viejo refrán para que “la soga no parta por el lado más débil”, sobre todo cuando de ese lado está un infante.

Recomendado para usted

2 Comments

  1. El tema del Pediátrico es bochornoso, tiempo hace que se plantea y el de las Escuelas terrible. Niños llorando a las ocho de la mañana y no quieren entrar a la Escuela porque quieren que los padres les compren una golosina . Las vendedoras y vendedores se paran en la misma puerta de la Escuela y tengo entendido que debe ser a 50 metros alrededor. Además de que no se sabe si está garantizado para el consumo.

  2. Sin palabras que agregar todo está dicho en ese artículo, triste fenómeno que estamos viviendo los cubanos… Solución? no logro verla… ojalá se encuentre, más temprano que tarde, como revertir esa lamentable situación 😥

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *