Foto: Ramón Pacheco
Madelaine me cuenta que vivía en lo que llaman un quimbo, un conjunto de tablas puntilleadas lo mejor posible, a las afueras de Pálpite. «Mucho monte, mucha mojazón, mucho mosquito», me describe.
Pienso que con tanta belleza que tiene la Ciénaga de Zapata, para aquel que no tenga un refugio suyo, unas paredes propias, un lugarcito que la proteja de los ciclones de vientos largos y las noches de jenjén, puede llegar a ser un territorio hostil.
Ella llora mientras me concede la entrevista. Llora y sube a su hija menor, una bella niña con un vestido de muselina, como de reinita cenaguera, para ocultar sus lágrimas. Ella llora porque hace menos de diez minutos acaban de entregarle su propia casa, su pedacito de tierra que la proteja de los ciclones largos y las noches de jenjén.
Como parte de la política demográfica del país de entregarlas a las madres con más de tres niños, este martes 18 de abril como parte de las celebraciones por el 62 aniversario de la Victoria de Playa Girón, se entregaron dos nuevas viviendas.
Una de ellas le correspondió a Madelaine, cuidadora de círculo infantil, y que entre ella y su esposo, suman cinco niños en la familia; la otra, se le otorgó a Adriana Inés García López, maestra de prescolar, con tres vástagos a cuestas.
Esta última, compungida, también un minuto antes de cortar la cinta para inaugurar su pedacito en el mundo, declaró sentirse muy feliz y parafraseó una cita del Comandante en Jefe en que decía que todo cubano tenía derecho a una casa digna que disfrutar con su familia.