En la edición del pasado 27 de enero, el subtítulo de esta columna Sin transformador y sin servicios estomatológicos informaba acerca de la difícil situación en la clínica yumurina César Escalante.
El asunto de marras databa de junio de 2022, cuando una avería en el sistema eléctrico determinó el traslado del equipo hacia la zona periférica de la ciudad, explicaba en su misiva la profesora Nancy Castro Pérez, vecina de la calle Manzano, No. 29214, entre Manzaneda y Zaragoza, quien recibe atención sistemática en la institución sanitaria.
Lea también: APARTADO 1433: ¿Afectados? Sí, los pobladores de Manguito
Revelaba entonces la lectora cómo, de pronto, desaparecieron importantes prestaciones en la atención primaria y secundaria, con servicios de ortodoncia, periodoncia, prótesis y urgencias durante 24 horas.
Refería Castro Pérez que el problema era conocido por todas las instancias de Salud Pública, según directivos del propio centro asistencial. En consecuencia, este periodista proponía el pronunciamiento aquí de los responsables de la solución: la Empresa Eléctrica y el Gobierno local. Por ello, “el espacio de próximas ediciones queda disponible”.
Si bien ninguna de las dos instituciones estatales abrazó la convocatoria periodística —tampoco lo considero obligación, mas, sí útil oportunidad para informar a los lectores y al pueblo en general-—, gracias a esas importantes “gargantas profundas”, tan vitales para el desempeño reporteril, conocí que desde el 9 de febrero último el susodicho transformador se colocó nuevamente en su banco, a la vista de todos.
No resultó difícil apreciar la satisfacción en el rostro de los trabajadores de la clínica, especialmente en el de la doctora Bárbara Serrano Romaguera, su directora; y en el de Alicia Rodríguez de la Fe, la administradora.
Coincidieron ambas en que los derroteros más inmediatos apuntan al mantenimiento de sillones, compresores y demás equipos vitales como la autoclave, además de reiniciar los servicios de urgencia, la docencia y la atención a grupos priorizados.
A la luz del suceso, la elemental reflexión del periodista está en concederle más valor a la solución que tal vez a justificaciones panfletarias. Si bien a la prensa no le es inherente ofrecer soluciones, sí le es afín convocar, sensibilizar, examinar, aconsejar, proponer…, así que agradezco públicamente a cuantos juntaron manos y sensatez para el regreso del transformador.
Y en el epílogo acoto algo: se aproxima la aprobación del Parlamento de la Ley de Comunicación Social. El documento, por solo ver la luz, no transformará de un plumazo la desfavorable situación imperante en esta materia. Pero, en cambio, su práctica sí logrará revolucionar, cambiar, ordenar e, incluso, proteger a quienes comunicamos, y castigar a cuantos impidan que nuestra labor aflore impecable para servir a todos.