Desde que comenzara los estudios preuniversitarios, Yuliana Palacios Medina pensaba en qué estudiar al concluir ese nivel de enseñanza. Tuvo inclinación por la Licenciatura en Inglés, pero se decidió entonces, y sostiene, que sería Ingeniera Civil.
No era de extrañar, porque desde que fuera concebida hasta la fecha su universo se entrelaza con las construcciones mediante sus padres, Gladys Juliana y Miguel Félix, ambos arquitectos. Ella de la Comunidad y él de la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería de Matanzas.
Yuli asombró cuando a los 10 años de edad elaboró un croquis de una casa que, asevera la madre, estuvo muy bien proporcionado. Además, considera esta última que mucho tuvo que ver ese hecho con los constantes diálogos en el hogar relacionados con sus profesiones.
Más cercano en el tiempo, la joven de 18 años de edad, recién egresada de 12 grado del Instituto Vocacional de Ciencias Exactas Carlos Marx, aprendió con relativa facilidad y rapidez el AutoCAD, herramienta de dibujos técnicos computarizados.
Ella no solo destaca por sus buenos resultados académicos desde la primaria hasta hoy, pues, apegada a sus padres, tranquila e independiente, le gusta cocinar, en particular la repostería.
Sentada, con la mirada expectante y esa timidez que le caracteriza, Yuliana escucha la primera interrogante y, con la rapidez y exactitud con que respondía a sus profesores sobre temas colegiales, manifestó: “De pequeña acompañaba a mamá a medir casas; la observaba y la ayudaba en cuanto podía. Igual ocurría con papá, por lo que, por fuerza, este mundo influyó en mí.
“Como son arquitectos, numerosas personas me preguntan por qué Ingeniería Civil. Esto se debe a que he conocido diferentes enfoques profesionales en la familia e, influenciada por la costumbre casera, no deseaba ir a estudiar a La Habana. Me quedo aquí con la carrera preferida, con el apoyo que, a la vez, significa estímulo, de quienes soy parte directa de su obra de amor y humana”.
Despejada la incógnita, quien dice ser muy fiel a los amigos que posee y rechaza toda deslealtad, elogió su paso por la Vocacional, enfatizando en que le agradó sobremanera que sus compañeros tuvieran interés en el estudio y objetivos futuros muy claros.
“Esto provocó que me concentrara más en la docencia y cursara fácil las asignaturas. Siempre vi bella, inmensa, a la escuela, en la que estuve con mucho agrado, y significa mucho para el porvenir de cada alumno por los conocimientos y experiencias que ofrece. Allí me sentí cómoda, gracias a la dedicación de profesores y demás personas, quienes hicieron que mi estancia fuera inolvidable”.
Como resumen de su consagración a los estudios preuniversitarios, citó el promedio de 97,82 en el grado 12, y en general, sumados los tres años, de 98,65. En las recientes pruebas de ingreso a la Universidad obtuvo 100 en Historia, 98 en Español y 93 en Matemática.
A la cita con la prensa acudió acompañada por Daniel Valdés Porben, también de su edad y egresado de la citada institución educacional, quien, luego del Servicio Militar Activo, estudiará Ingeniería Mecánica, aspiración que abonó con magnífico resultado académico general (98,33). “Sobresale en el dominio del idioma inglés, y es muy dado a la guitarra y a otros instrumentos musicales”, agregó ella.
El universo deportivo no es ajeno a Yuli, en particular el clavado, pues desde primer grado hasta tercero lo practicó. “Me encantaban los entrenamientos, pero tenía mucho miedo. Cuando lograba controlar el temor a lanzarme al agua desde lo alto, disfrutaba lo que hacía desde trampolines y plataformas. Por poco tiempo incursioné en la natación y el polo acuático. Considero que estas actividades son importantes para el desarrollo físico y mental de los estudiantes y no deben olvidarse”.
Con un brillo especial en sus ojos, emitió su última consideración: “Un buen estudiante siempre respeta a sus compañeros, profesores; es alguien responsable, estudioso, humano”.
Cuando despierta cada mañana, una luz de futuro, avivada por la consagración al estudio y cuidado de sus padres, la fortalece física y mentalmente para que, en febrero próximo, emprenda el camino universitario de su preferencia. Su culminación no ha de ser diferente a lo logrado hasta estos momentos. (Foto: Cortesía familiar)