Existen temas peliagudos que en ocasiones conviene eludir por las reacciones encontradas que despiertan. El apagón es siempre de esas palabras que cuestan pronunciar o escribir, por el resquemor y los cuestionamientos que suscita. A estas alturas nadie pondrá en duda los efectos que provoca contra la estabilidad emocional de las personas, como tampoco se podrá pasar por alto la hombradía de los hombres y mujeres que batallan día y noche contra la obsolescencia tecnológica de nuestras termoeléctricas.
Con el desespero ante la cruenta situación energética del país, se emiten criterios que supuestamente permitirían paliar el déficit de generación que cada día afecta a los hogares cubanos. Entre las soluciones aparecen algunas sensatas, pero un tanto alejadas de nuestra inmediata realidad económica, como la de cambiar la matriz energética del país.
Mientras, otras abogan por construir nuevas termoeléctricas, ignorando quizá que un emplazamiento de este tipo pudiera costar hasta 700 millones de dólares, cuando es el limitado financiamiento de la Isla lo que ha dado al traste con el ciclo de mantenimiento de las existentes.
El país aplica medidas para enfrentar este problema, destinando sus escasos recursos al restablecimiento de las envejecidas plantas. Nadie con una pizca de objetividad osaría obviarlo. Mas, cuando se accede a los titulares de cierta “prensa” que abunda por ahí, estos solo hablan de Cuba; y uno se sorprende al descubrir que el molesto apagón no perjudica únicamente a los cubanos.
A riesgo de recibir una que otra crítica y hasta ataques verbales de varios internautas, que se molestan cuando se analizan otras latitudes para comprender mejor el entorno, vale reconocer que las soluciones promulgadas por algunos, como la privatización del sistema energético cubano, no serían el camino más prometedor, sino todo lo contrario.
Como ejemplo fehaciente bastará dirigir la mirada a 1 225 kilómetros al Este de Cuba, específicamente hasta la hermosa Puerto Rico. Y si de paso movemos el cursor de la PC y realizamos una simple búsqueda en internet con las palabras: el apagón+Bad Bunny, notaremos que el reguetón a veces rima con la ausencia de fluido eléctrico y hasta con la denuncia social.
Así lo demuestra por estos días un trabajo conjunto entre el cantante boricua y la periodista Bianca Graulau, titulado Aquí vive gente. La canción del reguetonero abre el material audiovisual que expone diversas problemáticas sociales que afectan la vida de los habitantes de la Isla, entre las que destacan el molesto apagón.
Es válido señalar que la situación se agravó tras la firma de un contrato con una empresa privada estadounidense-canadiense, que bajo el nombre de Luma Energy opera la energía en el país. Desde entonces, se han recrudecido los problemas con el fluido eléctrico, con interrupciones generales que han afectado a millones de boricuas, incluso a instituciones de Salud, como sucediera en agosto pasado en el Hospital Universitario de Adultos, que permaneció casi 20 horas sin electricidad.
El material aborda además la privatización de las playas junto a otras zonas residenciales, tras la implementación de la Ley 22. Esta exime del pago de impuestos a los norteamericanos que se instalen en el país.
La controvertida medida provocó un incrementó de la renta, obligando a muchos nacionales a abandonar los inmuebles en el que residieron durante décadas, los cuales se convertirán luego en lujosos apartamentos para el desarrollo turístico.
El reportaje denuncia a su vez el cierre de más de 600 escuelas en los últimos años, algunas de las cuales también se han convertido en edificios de renta, y otras permanecen abandonadas.
Se podrá estar de acuerdo o no con algunos de los temas de Bad Bunny, pero habrá que reconocer que, gracias a su participación en el video, este ha tenido en poco tiempo millones de visualizaciones, lo que posibilitará un alcance mayor a la denuncia.
A los cubanos nos beneficia que surjan materiales como estos, pues advierten de alternativas nada halagüeñas, aunque abunden los cantos de sirena. El neoliberalismo destruye cualquier logro social y a la larga ralentiza el desarrollo. Puerto Rico, nación que debería fungir como vitrina donde mirar las benevolencias del capitalismo, hoy muestra una realidad bien compleja.
A pesar del estatus de Estado Libre Asociado de la mayor potencia del planeta, también sufre apagones, junto a otras graves problemáticas sociales. Gracias a Dios, diría un creyente, que no pesan sobre los portorriqueños, además, bloqueos económicos y más de 240 medidas restrictivas para ahogar su economía.