Este 6 de septiembre arriba a su aniversario 63 el Museo Provincial Palacio de Junco, considerado la primera instalación de su tipo instituida por la Revolución.
Ubicado en el entorno de la Plaza de La Vigía, consta de una decena de salas dedicadas a la Historia, Armas, Arqueología Aborigen, Artes Decorativas, Etnología, Numismática, Artes Plásticas y documentos importantes relacionados con la fundación de la ciudad y el Libro de los Ingenios.
Desde 1939, los matanceros clamaban porque la ciudad contara con un museo que recogiera su historia, y hoy forma parte de su cotidianidad. Este edificio, uno de los más importantes de la ciudad, fue construido en 1838 y perteneció a uno de los más ricos propietarios de Matanzas: Don Vicente del Junco y Sardiñas, dueño de grandes extensiones de tierra, de ingenios azucareros y negros esclavos.
En 1970, por el estado ruinoso en que se encontraba, el inmueble pasó al gobierno revolucionario y la Dirección de Patrimonio se encargó de su reconstrucción para, en 1980, abrir sus puertas como museo.
El Museo Provincial Palacio de Junco abre sus puertas de martes a sábado, desde las 10:00 a.m. hasta las 6:00 p.m., y los domingos hasta las 12:00 m. Y entre sus exclusividades atesora un collar aborigen de dientes de foca, la barreta con que fueron descubiertas las Cuevas de Bellamar y la pieza lapidaria más antigua de Matanzas.
También resguarda dos esculturas típicas de comercios norteamericanos de expender tabaco, un cepo que fue usado para torturar esclavos; los restos de un negro cimarrón, el machete del Mayor General Pedro Betancourt y la pistola de Juan Gualberto Gómez; así como una colección de relojes de los siglos XIX y XX, y el único ejemplar de aura blanca, que dio lugar a la leyenda de la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Se suman un arcón del siglo XVIII; las libretas de notas del gran malacólogo cubano Don Carlos de la Torre; el sillón, bastón y otras pertenencias del Poeta Nacional Bonifacio Byrne; la mejor escultura del rey español Fernando VII; la mesa en que se firmó el traspaso de la soberanía española a la norteamericana en Matanzas, algunas pertenencias de los asaltantes al Cuartel Goicuría y la única momia cubana expuesta en un museo.