La obra Pedro y el lobo, puesta en escena de Teatro de Las Estaciones, vuelve al escenario de la sala Pepe Camejo para disfrute de los matanceros durante todos los fines de semana del mes de julio.
Esta versión para títeres planos y actores de Rubén Darío Salazar se basa en el cuento sinfónico para niños Opus 67 de Serguei Prokofiev y cuenta con las actuaciones de Iván García, María Laura Germán y Arlettis González, quienes doblan en el elenco con Migdalia Seguí y Sonia María Cobos.
Estrenada en junio del 2002, la pieza cumple veinte años en el repertorio activo de la compañía con una vitalidad sorprendente. El montaje de Estaciones es fiel al espíritu didáctico de la pieza original, una manera hermosa y amena de acercar a los más pequeños al arte.
Si bien el compositor ruso pretendía destacar las cualidades dramáticas (los “colores”) de cada instrumento musical, la propuesta del grupo matancero va un poco más allá y la dota de una bellísima visualidad: la escenografía del diseñador Zenén Calero inspirada en el pintor Alfredo Sosabravo.
Justamente la maestría de Zenén radica en saber apropiarse de uno de los estilos más reconocibles de la plástica cubana y recontextualizarlo en el ámbito del teatro y en el lenguaje de los niños sin que se note tirantez o forcejeo.
Funciona la escenografía, con su colorido y su trazo negro y rotundo, como sinestesia perfecta de la melodía de Prokofiev y es la piedra de toque de esta puesta en escena de Estaciones.
Grande en su papel del director de orquesta, Iván García despliega su registro histriónico y se reafirma como uno de los mejores actores del panorama matancero. Su alternancia dramática con las titiriteras define el hilo conductor de una trama equilibrada, dinámica, divertida que dialoga a la perfección con un público familiar.
Estaciones vuelve a demostrar que el teatro de títeres contemporáneo debe contaminarse con las bellas artes. Pedro y el lobo es una oportunidad única para que los matanceros disfruten de todas ellas. (Fotos: Ramsés Ruiz Soto)