Hoy será un día diferente. Ya lo augura el despertar temprano, los preparativos del día anterior: la merienda, la ropa que cubre todo el cuerpo, aunque casi estamos en verano, para ahuyentar la picada de los mosquitos, los tenis que permitirán sortear cualquier obstáculo del angosto camino, el agua, fundamental para la hidratación, y tantas otras previsiones necesarias cuando los niños son el centro de la expedición.
Será una jornada atractiva, algunos visitarán por primera vez la Cueva de Ambrosio y el Delfinario de Varadero.
Conocerán el área protegida Varahicacos, donde se encuentra enclavada la gruta, un paisaje que conserva valores como un bosque siempre verde, un manglar o un cactus gigante con más de 100 años, conocido como El Patriarca, o la vida silenciosa y oscura de los murciélagos.
Los rostros felices detrás de las ventanillas desbordan energía. Aunque a algunos les cueste expresarlo con palabras, solo observarlos produce una alegría contagiosa, sinónimo de bienestar y confianza.
EXPERIENCIAS
Acercarse a las bondades de la naturaleza y utilizarla como medio para la rehabilitación constituye uno de los principios de la terapia dirigida a infantes con diferentes padecimientos y trastornos, entre los que se incluyen los relacionados con el lenguaje, la comunicación y la socialización, además de parálisis cerebral o riesgo de padecerla, autismo, trastornos globales del desarrollo, síndrome de Down, entre otros.
La iniciativa, desarrollada desde el 2009 entre la Clínica de Neurodesarrollo Rosa Luxemburgo de Cárdenas y la Empresa Flora y Fauna Matanzas, tiene su sede en las afueras de la Ciudad de las Primicias, en la finca La Edad de Oro.
Cada martes y viernes, van niños y familiares para recibir terapias y orientaciones en aras de formar, mejorar y consolidar habilidades necesarias que contribuyan a su desarrollo.
Allí, un equipo multidisciplinario con experiencia en el tratamiento a estos pacientes, integrado por especialistas en terapia física y rehabilitación, logopedas, psicólogos, fisiatras y defectólogos, labora para aplicar las evaluaciones y desarrollar la rehabilitación.
Maraysi Benavides Flores, especialista en Medicina Física y Rehabilitación y en Medicina General Integral, y máster en Longevidad Satisfactoria, es una de las profesionales que trabaja en esta propuesta.
“Se basa en dos terapias complementarias: la asistida con animales y la climatoterapia, temas que en la actualidad forman parte de proyectos doctorales.
“Ambos tienen como objetivo crear una estrategia para que otros expertos y familiares aprendan a aplicar estos procedimientos, que buscan la mejoría en el desarrollo motor, tanto fino como grueso, el lenguaje, la comunicación, cognición y socialización de los pequeños.
“Las informaciones sensoperceptivas son esenciales para lograrlo, de ahí la importancia de acudir a espacios abiertos en lugar de a uno cerrado como un gimnasio, consultas u hogares. En el caso de la climatoterapia trabajamos con el sol, el aire natural, la vegetación, hasta con los aeroiones atmosféricos”, comenta Benavides Flores.
Amarilys González Reymont, logofoniatra y una de las fundadoras del proyecto, explica que la terapia no solo se desarrolla en la finca. En ocasiones se trasladan hasta otros sitios de interés natural, que ayudan a los pequeños a ponerse en contacto con diferentes tipos de paisajes, así como a crear una cultura medioambiental desde tempranas edades.
“Los viajes o visitas a otras áreas se realizan buscando un cambio de clima, en este caso nos referimos al entorno, para mostrar diversos relieves, vegetación, fauna, en fin, que interactúen con elementos de la naturaleza que no posee el parque.
“Además, se convierten en momentos ideales para observar patrones de conducta, de comunicación y de dinámica familiar, facilitan la estimulación, la socialización, sin olvidar el disfrute tanto para los niños como para los familiares. Estas visitas también sensibilizan a la sociedad con el proyecto y con la educación ambiental”, expone.
SALVADORES Y SALVADOS
En medio de las risas y del ruido infantil que altera la calma del Área Protegida Varahicacos, Roly se empeña en contar los valores que encierra esa reserva.
Habla con pasión a los pequeños de las más de 70 pictografías aborígenes de la Cueva de Ambrosio, de sus luces contrastantes, de las rocas rojo hierro, verde y pardo, coloraciones asumidas por la humedad de algunas paredes, del Sendero de los Musulmanes y su réplica de un enterramiento aborigen, entre otros valores naturales que distinguen a esta zona.
Una vez terminada la explicación, da paso a las actividades. Primero, cada niño con los ojos vendados y con la guía de sus familiares palpa los objetos encontrados a su paso y adivina, según el tacto, lo que imaginan que es.
Luego recolectan en una bolsita de nailon pequeñas porciones de lo hallado en el terreno: pedazos de madera seca, piedras, hojas, flores y varahicacos, esas diminutas frutas que los nativos convierten en dulce, conforman el arsenal recopilado por los infantes. Después, cada uno lo muestra y conversa sobre su aspecto, forma o propiedades.
Según recuerda Rolando Rodríguez Bueno, especialista en interpretación ambiental del Centro de Servicios Ambientales, la colaboración con la Clínica de Neurodesarrollo inició en 2012, con los primeros talleres de cómo incorporar el área a la rehabilitación del neurodesarrollo, basada en la estimulación de los sentidos.
“Teniendo en cuenta la importancia de la estimulación multisensorial, se orientan actividades de contacto táctil, olfativo, diferenciación de colores, de material seco y vivo”, añade.
Para Dayanis Salazar Calderín, madre de Mayson Rodríguez Salazar, las terapias han sido una bendición. “Lo atiendo en Neurodesarrollo casi desde que nació. Además de su hipertonía generalizada moderada, era muy solitario, poco sociable, hiperactivo y con un lenguaje que apenas se entendía.
“Gracias al proyecto y a los especialistas ha mejorado muchísimo. Hoy juega, se relaciona, aún tiene sonidos que trabajar, pero conversa y su nivel de hiperactividad se ha controlado”.
Cuando a los dos años y medio Kristhofer Pérez Cuza comenzó a atenderse, presentaba una mala conducta, hiperactividad y un lenguaje atrasado. Después de un tiempo corto, con ayuda de los especialistas se notó el cambio.
“Dejó de ser ansioso y agresivo, mejoró su conducta en casa y fuera de ella, Todavía presenta dificultades con el habla, pero ha mejorado notablemente; de casi siete palabras que decía, ya tiene un vocabulario bastante amplio y me emociona cada vez que en una consulta la doctora elogia sus avances”, refiere Yudith Cuza Sánchez.
Para Aylan García Barrios tampoco ha sido diferente. “Empezamos a los seis meses porque no se movía en la cuna, tenía hipertonía e hiperelasticidad. Estuvimos haciendo ejercicios durante muchos meses, hasta que caminó después del año y tres meses.
Hoy corre. Vamos a las terapias porque es muy inseguro y tiene el lenguaje tropeloso, aunque con ayuda ya logra decir palabras y oraciones completas”, relata Sailanys Barrios Pérez.
Todas, con satisfacción plena y ese agradecimiento enorme en el pecho que no puede ser expresado con palabras, coinciden en que las bondades de la naturaleza, bien aprovechadas por la ciencia y la profesionalidad del equipo de expertos, han rehabilitado a sus hijos.
Más que eso, les han devuelto la esperanza y brindado las herramientas que posibilitan construir un futuro mejor para los pequeños. Y esa es la mayor recompensa, sanar el alma y el cuerpo, naturalmente.
Gran trabajo de todo ese equipo con amor,profesionalidad y entrega rehabilitan cada niño.Gracias por existir y poder sentir el orgullo de repetir las palabras que un dia me dijo el primer rehabilitador de mi bebé en neurodesarrollo » NO LLORES MÁS MAMÁ T PROMETO QUE TU NIÑO NO SERÁ EL PITCHER DEL EQUIPO DE CUBA PERO VA A JUGAR PELOTA» Y ASI MISMO FUE.MI HIJO LANZA Y RECIBE PELOTAS Y FORMA PARTE DE UN EQUIPO.
GRACIAS A CADA UNO DE USTEDES.UN FUERTE ABRAZO. ❤❤❤