Si alguien quiere saber lo que es el irrespeto a la ley, la falta de valores y la impunidad, que pase un momento por la Terminal de Ómnibus de Matanzas. Da igual si es lunes, martes o jueves, pero especialmente si es viernes y en la tarde, la máxima expresión de la irreverencia se halla allí, en la piquera de los porteadores privados.
Lo saben quienes tienen que moverse, por trabajo o estudio, desde los municipios hacia la cabecera provincial. Lo saben también en la Oficina Estatal de Tráfico, donde su cuerpo de inspectores no basta para poner freno a una situación que se torna insostenible.
Se supone que el servicio de taxis regular, por el que pagan impuestos estos trabajadores, tenga un precio fijo, en correspondencia con el del combustible, con idéntico valor para el sector privado y el estatal.
Lo que sucede en la práctica dejaría material de sobra para escribir un chiste de mal gusto, en el que la pegatina que recoge la tarifa al interior de cada vehículo se burla de ti, que acabas de pagar casi ocho veces más de lo que indica. Y solo es un estimado.
“La ley de oferta y demanda”, te dirán los choferes y te repetirán que el combustible no sube, pero la carne de cerdo, el aceite y el dólar en el mercado informal se “mueven” con más rapidez en la escala de precios. Escasísima oferta en el sector estatal, te dirán otros; y también es cierto, mas, no la única causa que interfiere entre el discurso formal y el desorden que prima en muchas piqueras privadas.
El pasado viernes, en la Terminal Provincial, por ejemplo, se cobraba por trasladarse hasta Colón, Jovellanos o Jagüey Grande, lo que pidieran los choferes, los “llamadores” y lo que fueran capaces de pagar, por supuesto, la desesperación o la urgencia de quienes no tienen otra opción para moverse hacia esos territorios.
Una cuenta rápida: de Matanzas a Colón, la modalidad regular pasó a la historia y el mecanismo en boga, el alquiler de los mismos autos, ahora depende del horario, la voluntad de los choferes, las inclemencias del tiempo y hasta la propina del “llamador”.
De modo que un viaje hacia ese municipio podría costar entre 2 500 o 3 000 pesos, cantidad a pagar entre el total de pasajeros, casi nunca mayor de ocho personas. Es decir, un pasaje oscilaría entre 250 y 600 pesos, o más.
Sería intrascendente sacar cuentas bajo esta dinámica. Sin embargo, un cálculo sencillo permite comprender que, aplicando lo establecido, las ganancias no dan para hacerse rico, pero sí para pagar a la ONAT, el sustento de la actividad y el resto de los gastos corrientes. Por ello, resulta abusivo, irrespetuoso, indolente y desproporcionado pedir 600 pesos por un viaje que cuesta en teoría 80.
No bastan las 369 actas de advertencia impuestas ni las 194 licencias retiradas en lo que va de año por la Unidad Estatal de Tráfico. Tampoco las más de 300 multas aplicadas, pues los 750 pesos de su cuantía son apenas la mitad de las ganancias diarias de estos choferes.
La ausencia de competencia en el sector, la falta de similares servicios, estatales o privados, que ofrezcan a los viajeros otras opciones juegan también a favor de este estado de enajenación y falta de regulación en el que se encuentra hoy la actividad.
(Caricatura de Migue Morales Madrigal)
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Estimada Periodista. En disímiles ocaciones he comentado sus publicaciones y le he escrito a su correo con inquietudes personales derivadas de comentarios de clientes y personas asociadas a la vida diaria. Cómo fiel defensor del sueño de cualquier cubano,”Vivir en una sociedad justa, inclusiva e igualitaria de derechos”, siempre abogó por la legalidad y la razón objetiva de la dinámica diaria de la vida del cubano, lo cual parece inalcanzable cada día. Muchos son los esfuerzos de nuestro gobierno y revolución para lograrlas pero cada día se hace más difícil la vida del cubano, y sabe porqué???, porque todo está mal, si por mucho que nos duela reconocerlo todo está mal. No hablo que no se esté trabajando, no, hablo que el resultado de ese esfuerzo y trabajo no se refleja en resultados positivos que ayuden a facilitar la vida diaria del cubano. Siempre es por X o por Y, pero al final el resultado no cumple con la perspectiva para la que fue creada. Lo primero que está mal es que el salario no cubre con las necesidades del trabajador ni su familia, lo cual constituye lo peor, pues de ahí se deriva la hecatombe de tratar de subsistencia de un profesional y su familia, lo segundo el paternalismo de nuestro sistema que ha llevado a nuestra sociedad a creerse con derecho a todo sin obligación de nada y por supuesto una cosa conlleva a la otra y así sucesivamente. No quiero desviarme del tema en cuestión que es la transportación privada contra la cual se arremete hoy una vez más. Soy transportista privado por casi 10 años ya, y desde siempre he abogado por un servicio de calidad y excelencia, apegado a la legalidad y los términos y condiciones que deben regir dicha actividad, pero la realidad objetiva está muy distante de lo que se pretende. Es imposible brindar un servicio como el que usted plantea en el escrito, pues un vehículo no solo es combustible subsidiado, de echo el combustible es el menor de los problemas con el que tienen que lidiar los propietarios de los vehículos que brindan el servio a diario. El principal problema son las partes y piezas para que esos vehículos puedan funcionar acorde a las exigencias técnicas con las cuales tienen que laborar día a día, las cuales como todo en nuestro país hay que adquirirlas en el mercado informal, mercado informal reconocido publica y abiertamente hasta por nuestro presidente. Estoy de acuerdo que aquellos vehículos que ejercen su actividad desde las piqueras deban regirse por las tarifas establecidas de echo si estás ahí es porque estás de acuerdo con lo establecido, así que cumples con las tarifas o ejerces la actividad desde el servicio puerta a puerta, el cual es de mutuo acuerdo directamente con el cliente y no existen inconformidades, pues este cliente paga por su comodidad. Por muchos años hemos tratado los transportistas que nuestro sistema de gobierno cree mecanismo que dinamicé la adquisición de partes y piezas a precios oficiales,”No queremos regalos, ni Gratuidad, si no el simple echo de poder acceder a lo que el país importa en materia de partes y piezas sin tener que caer en el mercado informal, los cuales se surten por X o Y cómo digo siempre de esas importaciones que hace el estado”, pero nunca se ha logrado. Ahora mismo llevo una batalla personal por facilitar el acceso al combustible diario para quienes ejercemos esta actividad, pues increíblemente fuimos olvidados una vez más por aquellos a quienes cuando el país y nuestra revolución nos necesitó para enfrentar la peor parte de la Covid dieron el paso al frente y pusieron desinteresadamente sus vehículos a disposición del sistema de salud funcionando como ambulancia u otro servicio de traslado de altas médicas, asumiendo gastos sin vacilar, y hoy, vuelvo y repito increíblemente todo fue olvidado, si olvidado, pues somos los únicos que después de terminar con la intensa jornada de trabajo tenemos que hacer interminables colas para abastecer el vehículo y así poder al otro día garantizar los ingresos para poner un plato de comida en la mesa de nuestra familia. Para terminar quisiera hacerle saber que mucho es el camino que nos queda por andar para lograr nuestros anhelos y expectativas, para lograr funcionalidad y calidad en todos los ámbitos de la vida del cubano, pero para ello hay que hacer cambios profundos que no se avizoran por ahora. Es fácil hablar y criticar, los difícil es empatizar y tratar de comprender las causas que ocasionan los problemas, pues como siempre digo lo único que elimina los problemas es buscando la raíz que lo causa. Muchas Gracias