En 1963 se estrena el largometraje The Bird, del director norteamericano Alfred Hitchcock. En ella los pájaros del poblado Bodega Bay, cercano a la bahía de San Francisco, comienzan a enloquecer y apoderarse de la ciudad.
Si el apodado rey del suspenso visitara el Parque de la Libertad en la noche, se encontraría una escena más hitchcockiana que cualquier grotesca creación de su hiperactiva y siniestra imaginación.
A partir de las seis o siete de la tarde, nubes negras comienzan a aparecer por encima de las fachadas de los edificios que rodean la céntrica plaza. Poco a poco, toman su lugar las aves en las ramas de los árboles como si estos, por un milagro, florecieran solo en la noche y cuando llega el amanecer quedaran desnudos de nuevo; en un ciclo infinito.
Los totíes que no son totíes
Los totíes que no son totíes, pero que todos llaman así, brillan de lo tan oscuro de su plumaje por encima de las cabezas. Sin embargo, como si quisieran crear un contraste, con su excremento salpican de blanco las losas debajo.
Aquel que pasee por esas áreas marcadas por ellos, corre el peligro de ver ensuciada su ropa que si vas vestido de blanco las manchas son negras y si vas de negro, entonces, blancas. Cuando llueve, un aroma peculiar se apodera del lugar. Una amiga describió este olor de la manera más exacta posible: “huele a pollero mojado”.
Sus graznidos, que en un primer momento poseen el tono y el ritmo necesario para inducir a la locura, con la costumbre se vuelven ruidos vitales, un sonido que rompe la nulidad sónica de una ciudad que se va a dormir con los créditos de la telenovela brasileña.
En algún momento talaron gran parte de los árboles del parque; ellos se quedaron sin perchas donde descansar y emigraron a sitios cercanos: los alrededores de la catedral, la ceiba del parque de La Rueda e, incluso, la Plaza de la Vigía. Entonces, sí pareció que deseaban apoderarse de la ciudad, tapar la luz de Matanzas al abrir sus alas, como en la película de Hitchcock.
Lea también: La historia de un adiós
Me quedé con ganas de seguir leyendo. Sobre todo que explicara que son chichihuacos y no Toties. Que también hay otra especie que duerme ahí y que se llama Vaquero, en fin.
Gracias Guillermo por el texto.