Después que apagara la grabadora del celular, mientras me levantaba de la silla para irme a casa, porque había sido un día largo y mi cuerpo me lo recordaba: “Si quieres, cuando escribas el artículo, agrégale que esta novela, en mi opinión ha sido lo mejor que he escrito”, me comenta Raúl.
Supuestamente iba a redactar una nota informativa, algo sencillo, con un lead clásico dentro de las normas del Periodismo, algo así como: “Raúl Piad Ríos resultó ganador del Premio La Edad de Oro, convocado por la editorial Gente Nueva este 2023 en la categoría de novela de ciencia ficción (CF), fantasía y policial, con su obra Embajador sin retorno”. Luego seguiría con la estructura tradicional de la pirámide invertida, unos datos del autor por aquí, unos spoilers de su texto por allá y sanseacabó.
No obstante, deseché ese primer plan. Reflexioné que Piad, con una corta carrera, ha obtenido casi todos los reconocimientos que alguien puede alcanzar dentro de la narrativa, donde los hombres, cansados del presente, abordan sus naves con motores a trasluz y se pierden en los ignotos países del futuro. En su currículo encontramos el Premio David, con la selección de cuentos Lo mejor es soñar, el Calendario por la novela A la sombra del mundo hogar, entre otros.
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Me pregunté por qué aseguraba que había sido “lo mejor que he escrito”. Un autor casi siempre dice que sus libros son sus hijos y que es imposible elegir uno; pero él se salta estos lugares comunes, estas amabilidades, y me lo plantea muy serio, muy categórico. Busco entonces entre los 15 minutos de la entrevista la razón: el leit motiv.
Primero hablamos de qué iba la novela. Dentro de la CF trata el subgénero de la space opera —en el que la humanidad traspasa la última frontera o se lanza a conquistar el Universo, como Star Wars o Dune—, donde se siente cómodo. A la sombra del mundo hogar, por ejemplo, se incluye en este grupo.
“Transcurre en un futuro relativamente cercano, donde los seres humanos se han expandido por el sistema solar, pero no más allá. A diferencia de otros textos de este tipo, aún no ha existido contacto con alienígenas”. Mientras transcribía el audio, me percaté de que recalcaba este “aún” y todavía me asalta la duda de si habrá una intencionalidad oculta.
“Narrada en primera persona, sigue al protagonista, un piloto de una embarcación de carga. Este se ve involucrado en un accidente dentro de una estación espacial, y por azar se queda atrapado en una nave con absolutos desconocidos”, resumió.
“Creo que uno de los puntos fuertes es la psicología de los personajes, cómo cada uno reacciona al evento y cómo se relacionan entre ellos en esa situación límite”, argumentó.
El jurado de La Edad de Oro, compuesto por escritores y editores de relevancia, en el acta arguyeron motivos por los cuales concuerdan con él: “Se trata de una pieza narrativa elaborada con excelente ritmo, delineada y sólida caracterización de personajes principales y secundarios, estructurada con amena, directa y efectiva sencillez”.
Más o menos por el minuto siete de la grabación, me explicó que era una novela juvenil por la forma en que estaba escrita, el lenguaje, el ritmo narrativo, los tópicos que aborda.
“Aclaro que la considero juvenil, no infantil. Es importante entenderlo. En esta Feria del Libro presentaron en La Habana la novela ganadora de la última edición, La ira de los sobrevivientes, de Malena Salazar, a un grupo de niños pequeños, y no era dirigida a ese público, porque ese libro tiene lenguaje de adultos, sexo comedido, violencia. Embajador sin retorno se parece mucho en ese sentido a la de Malena. Si me preguntaran diría que lo pueden leer jóvenes a partir de los 13 años hasta los 120”.
Tal vez, solo tal vez, la satisfacción de Raúl esté en la aseveración de que considera su texto accesible y disfrutable “desde los 13 años hasta los 120”. Cada lector, según sus prácticas de consumo literarias, podrá hallar una experiencia única, irrepetible e intransferible; a la vez que se cumple la máxima de Jorge Luis Borges de que la literatura, por encima de todo, debe ser divertida.
Como un artesano, el narrador mientras más trabaja más dueño se hace de su oficio. Deja atrás modismos, lugares comunes, estereotipos e insufla su propio estilo, si de la forma hablamos y sus preocupaciones como ser social.
“Nos atrevemos a señalar que a estas virtudes puede (…) añadirse la sensación de firmeza que se percibe al leer. Este es, escrituralmente hablando, un libro redactado con aplomo, asertivo, de madurez creativa, que revela a un autor convincente y convencido de sí mismo”, destacó el jurado.
Piad posee dos libros más, aún en curso debido a la crisis con las publicaciones en físico que vive la Isla, donde la falta de recursos, como el papel o la tinta, alarga en demasía el proceso de su salida al público.
“Está La balada del Pastor, selección de cuentos con la que gané el Premio Aldabón. El otro viene de la mano de Ediciones La Luz, La suma de todo lo posible, que son cinco historias ucrónicas; por ejemplo, una cuenta la Primera Guerra Mundial, que se desarrolla en América Latina, no en Europa, y Cuba funge como uno de los países en conflicto.
“En estos momentos trabajo en dos proyectos, una space opera, que debe ser la continuación de A la sombra del mundo hogar, con la misma protagonista, pero un año después. Quiero empezar a escribir mi primera obra de literatura infantil, una noveleta basada en la mitología precolombina cubana”.
Habrá que esperar que concluya estos y quizás, en otra entrevista de aquí a unos años, me diga que no, que aquella vez cuando me afirmó que era lo mejor escrito por él se había equivocado y que el texto es este, “el tipo es este”, y sería totalmente entendible.
Al final, el artista se halla en un proceso de evolución, de introspección, de diálogo constante con su obra. Con el tiempo, el neófito le da paso al maestro, el joven se vuelve un embajador, un embajador de los países futuros.