Vinculada a la leyenda prehispánica de la bella joven Baiguana, convertida en piedra, la loma del Pan de Matanzas es la mayor elevación de la provincia, con 381 metros de altura.
Aunque la Historia no recoge quién tuvo la primicia de escalarla, sí se sabe que el primer europeo en divisarla fue el marino gallego Sebastián de Ocampo, encargado del bojeo a Cuba en 1508. También consta, que desde 1570, la elevación se conoce con su actual denominación, ya que el 15 de abril el Gobernador de la Isla, en carta enviada a la Metrópoli, comunicaba que se instalarían atalayas para vigilar las costas, desde el Mariel hasta el Pan de Matanzas. El 5 de junio de 1762 la poderosa armada inglesa del Almirante Sir George Pocock se orientó por el Pan en su marcha para la toma de La Habana.
Por su parte, el monarca Fernando VII firmaba en 1828 la concesión para el escudo de armas de la ciudad de Matanzas y no por casualidad, el diseño aprobado incluía esa elevación. Durante buena parte del siglo XIX el Pan de Matanzas, fue escenario del cimarronaje y apalencamiento de esclavos, que encontraron refugio y protección en sus bosques y cuevas.
También existió el ingenio nombrado El Pan, enclavado en la base de la serranía, donde había un campamento militar en el que fue sepultado el soldado español Gabriel Palmer, el 6 de abril de 1896, según se certifica en acta.
Más conocido resulta que la zona sirvió de refugio al Regimiento de Infantería del Ejército Libertador Tiradores de Maceo, como antes había sido base de operaciones del Mayor General Pedro Betancourt. Precisamente hacia esa zona se dirigieron, luego de bordear la ciudad, los miembros de la última expedición independentista cubana, la del vapor Dauntless, que arribó al norte matancero el 26 de febrero de 1898.
Grandes exponentes de la lírica invocaron ese paraje. Plácido le dedicó dos composiciones poéticas: Al Pan y La Estrella del Pan, y el poeta y patriota José María Heredia lo inmortalizó en su Himno del desterrado: A lo lejos descúbrase un monte…/ Le conozco. Ojos tristes, llorad. / Es el Pan…”
Centinela de la ciudad y faro para marinos, el Pan de Matanzas se eleva desafiante, cual símbolo pleno de historia y leyenda. (Por: Adrián Álvarez Chávez)
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