A petición del presidente Agostinho Neto Cuba dio inicio a la Operación Carlota
Dichosos los ojos que la vieron empuñando el machete contra los esclavistas en aquel ya lejano 5 de noviembre de 1843. Su rebelión, para acompañar a otros muchos esclavos alzados en los predios del ingenio Triunvirato se convirtió, más de 130 años después, en el grito de guerra de un continente.
Aquel gesto de altruismo sin par de los internacionalistas cubanos fue merecidamente denominado Operación Carlota, en tributo a la cautiva africana de indómita bravura. Ella es paradigma de la resistencia ante la explotación y forma parte del patrimonio cubano de rebelión contra la opresión.

La operación heredó el nombre de la esclava que se sublevó con el ánimo de ser libre. Fue un presagio: la de Angola sería también una guerra por la libertad. Extraordinaria hazaña de nuestro pueblo.
El 5 de noviembre de 1975, a solicitud del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), el Gobierno cubano decidió apoyar de modo directo a la nación africana.
Así nació la Operación Carlota, acción audaz y de proporciones titánicas. Fue el inicio de la ayuda militar internacionalista prestada por Cuba a Angola, ante las amenazas a su soberanía del ejército sudafricano del apartheid y sus aliados.
Agónico, el imperio portugués se retiraba de África dejando tras de sí una herida abierta llamada Angola. Desde Washington y Pretoria soplaban vientos de guerra, armando y financiando a los enemigos del MPLA. La victoria de la opresión racial parecía inevitable.
En ese contexto, Cuba respondió a la solicitud de Angola para luchar por su liberación junto a las FAPLA.
De 1975 a 1991, alrededor de 300 000 cubanos participaron en la epopeya africana y más de 2 000 perdieron la vida, cuyos restos fueron repatriados durante la denominada Operación Tributo.

Al decir del poeta, los nombres de aquellos que nunca regresaron están escritos en el corazón de Angola y en el mármol de la memoria de su patria.
La guerra porque no renaciera el colonialismo en Angola fue larga y tuvo su punto fulminante en la batalla de Cuito Cuanavale (1987-1988). Allí, en el sur de Angola, se estrelló el poderío militar sudafricano contra la determinación de las tropas cubanas y angolanas.
Fue el viraje para la liberación de África y de mi pueblo, diría el propio Nelson Mandela.
Allí se quebró la espina dorsal del apartheid. Forzó a Sudáfrica a retirarse no solo de Angola, sino también de Namibia, acelerando su independencia. Fue el principio del fin para el régimen racista de Pretoria, consideran no pocos historiadores.

Fidel, conductor de aquella misión, aseguró que la Operación Carlota fue «una extraordinaria hazaña de nuestro pueblo, muy especialmente de la juventud», y «pocas veces se ha escrito una página igual de altruismo y solidaridad internacional».
En el acto de despedida a los caídos en aquella gesta, señaló que murieron luchando contra el colonialismo, el racismo, el saqueo, la explotación, y a favor de la independencia, el socialismo y el internacionalismo.
Y si para Cuba la Operación Carlota es un orgullo, para los angolanos, como reconocen los máximos líderes de esa nación, es motivo de reconocimiento y gratitud porque hoy son un pueblo verdaderamente libre y soberano, dueños de su propio destino y, en gran medida, reconocen, que esa victoria también pertenece a los cubanos.
La victoria cambió un continente. Aseguró la soberanía de Angola, quebró al apartheid y libertó a Namibia. Pero más que una campaña militar, la Operación Carlota fue un acto de solidaridad y la prueba de que la dignidad puede inclinar la balanza de la historia.
Sitio de memoria perenne
En el escenario donde radicó el antiguo ingenio Triunvirato, reluce el Museo al Esclavo Rebelde. Se trata de una institución con indiscutibles valores patrimoniales, históricos y culturales, memoria perenne del drama de la esclavitud y emblema de la profunda vocación internacionalista de los cubanos.
Esta consta de varias salas de exposición, lugar de permanente evocación y que sintetiza la profunda vocación internacionalista de nuestro pueblo.
La casa de vivienda, amplia construcción colonial fundada entre 1824 y 1831, circundada por una arboleda de frutales, recrea espacios al estilo de la época y expone además recientes hallazgos arqueológicos y objetos de artes decorativas.
En una de sus salas se exhiben armamentos y objetos de los combatientes que acudieron al llamado del pueblo angolano, y otra dedicada a los caídos en aquella epopeya.
En cada espacio de aquel pedazo de la geografía matancera se respira el ejemplo de rebeldía que sintetiza la esclava Carlota, mujer de extraordinario valor.
Con razón su nombre fue escogido para nombrar la misión internacionalista de Cuba en la República Popular de Angola, una página honrosa de la historia patria, sobre la que el General de Ejército Raúl Castro Ruz expresara: «la gloria y el mérito supremo pertenecen al pueblo cubano, protagonista verdadero de esa epopeya».
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