El Cinematógrafo: Priscilla en mi mente

El Cinematógrafo: Priscilla en mi mente
...
Maybe I didn’t love you
(Tal vez no te amé)
Quite as often as I could have
(Tan a menudo como podría)
Maybe I didn’t treat you
(Tal vez no te traté)
Quite as good as I should have
(Tan bien como debería)

Los herederos de Elvis impidieron que se empleara su música en esta película, atentando así gravemente contra el poder de una posible obra maestra. Pero, como el cine todo lo puede, Sofia Coppola siguió adelante, tiró con buen gusto de otros artistas y obtuvo la obra maestra. Que, vista ahora, es más coherente sin la música de Elvis. No sería la primera vez que un impedimento legal beneficia a una obra de arte.

Sin embargo, no puedo verla sin Always on my mind siempre en mi mente. Un mal chiste idiomático el que acabo de hacer, pero así y todo encubre una pregunta que me formulo de la manera menos sensacionalista posible: ¿pensaría Elvis en Priscilla cuando grabó esa canción? Si es el caso, tal vez por eso embelleció e hizo tan suya una letra ajena que, en su voz, sobrevuela esta historia de principio a fin.

En todo caso, ella lo valía. Bien que podría editarse un video fan art con imágenes del filme y la canción de fondo, aunque los herederos de Elvis se alarmasen al verlo en Youtube, y tendría absoluto sentido. Esa vieja canción de amor parece escrita para Priscilla Presley, la desaprovechada musa, y se siente como el vaso comunicante que en secreto establece Coppola entre sus personajes y el espectador que “los conoce”.

La primera vez que vemos aquí a Priscilla, interpretada por Cailee Spaeny, todavía se apellida Beaulieu. Todavía es la colegiala cándida que repasa idiomas y bebe refresco en una base militar americana de Alemania Occidental, antes de conocer al Rey del Rock.

No es la primera vez que la vemos, en realidad, porque justo antes unos estilizadísimos títulos de crédito nos la han mostrado pisoteando con sus pies desnudos una lujosa alfombra roja —¿metáfora sobre mancillar la pureza?—, maquillándose y recorriendo lo que parece el interior de la mansión Graceland, en anuncio del lugar a donde la trama nos llevará tarde o temprano.

D:\NEWSPAPER\CRÍTICAS\Pendientes\Priscilla en mi mente\2.jpg

Aun así, volviendo al momento Alemania Occidental, cuando aparece sentada a la barra del diner, de espaldas a un acercamiento de cámara, con su aniñado perfil recortado contra la luz que entra por los ventanales, no hay recreación más angelical de la inocencia femenina juvenil. Qué suavidad tiene ese plano.

Es la típica adolescente de existencia familiar que solo se encuentra allí porque es el destino asignado a su padre por el Ejército. Sin amigos. Sin novio. Sola. Hasta que esa tarde cualquiera sucede algo digno de anotar en diario: el oficial encargado del entretenimiento en la base, un tipo formal y bienintencionado, se le acerca y le propone conocer al mismísimo Elvis.

Por lo visto al astro estadounidense, durante su estancia germánica, le gustaba rodearse de compatriotas en sus ratos libres. ¿Qué chica diría que no? La Priscilla que sale luego a la calle sonríe como cualquier otra en su posición. Es lógico que acceda a ir a esas fiestas de fin de semana, que insista a sus padres para que le den permiso, que se atreva a estar a solas con el idolatrado anfitrión y, por último, a enamorarse.

Del mismo modo que es lógico el comportamiento de él: sus promesas de recato a los suegros y de amor a su futura esposa, a quien le permiten viajar a Graceland a cambio de la garantía de matrimonio. ¿Por cuánto tiempo durará el castillo en el aire? Ya tenemos película que contar.

A partir de este giro, el tono adoptado por Priscilla es semejante al de una historia de terror. Sin efectismos, solo atmósfera. Una atmósfera cada vez más pesada de respirar, como la padecida por Lady Di en la mayor parte de Spencer (2021), y en la que tardará mucho en soplar la brisa esperanzadora para la princesa en cautiverio.

De hecho, me arriesgo a relacionar Priscilla a partir de entonces con otro referente de oscuridad, como son los versos de Personal Jesus, para luego descubrir que, en efecto, ¡la canción de Depeche Mode está inspirada en las memorias de la señora Presley! Estas se publicaron como Elvis and Me: concisión directa y, a la vez, reveladora, como si el Elvis y el Me fuesen camas separadas en la distribución mobiliaria del título.

¿Y por qué traer a colación Personal Jesus, que ni aparece en la banda sonora? Porque el paralelismo es subyugador. Tantos ratos robados a su compañera y concedidos a los insaciables apóstoles, tanta adoración enfermiza, tanto acallamiento del amor sano y espontáneo, acabaron por asociarme al Elvis de Jacob Elordi con la figura de un ídolo masivo, de esos que crean y mueven verdadera fe, pero con la agenda tan llena para acometer milagros/conciertos que no tienen tiempo de recogerse en el hogar junto a la María Magdalena de sus vidas.

D:\NEWSPAPER\CRÍTICAS\Pendientes\Priscilla en mi mente\3.jpg

Elvis es el “Jesús personal” de Priscilla. Ella debe creer o no creer en él, en su divinidad apenas tangible, en sus excusas para posponer el conocimiento carnal, en los rumores de infidelidad con Ann-Margret, en las tímidas y bellas palabras susurradas en Alemania. Esas que poco después, en América, se convierten en edictos camuflados de rutina, en opresión psicológica gradual como pocas veces se observa en el cine. Con una naturalidad inquietante.

A lo largo de todo el proceso, desde el candor suprimido hasta el llamado de la libertad, pasando por el desconcierto y la frustración, Cailee Spaeny demuestra por qué la Copa Volpi a Mejor Actriz en el Festival de Venecia de hace un par de años. Su rostro. Su contención. Su andar. Su naturalidad apabullante. La joven actriz es un prodigio de asimilación de un personaje en perpetuo conflicto, tan complejo como puede serlo si le conocemos de niña malhumorada hasta convertirse en adulta con decisión.

Perfecta para la sabia Coppola, en su interés por reducir al máximo los histrionismos que podrían desbaratar la intencionalidad seria de un biopic tan delicado… y tan poco biopic, si lo comparamos con las tendencias esquematizantes del género en los últimos años, de cuyos defectos no está exenta Elvis (2022, Baz Luhrmann). Spaeny marca su progresión interpretativa al compás de las tensiones internas, en un drama que recuerda el auténtico calado de la palabra sutilidad.

Después del homenaje luhrmanniano a Elvis, tan respetable como excesivo —sello del autor— y con un Austin Butler muy diferente de este Jacob Elordi, no está mal comprobar el estado de vitalidad y hondura de Priscilla. Son dos obras de pretensiones y acabado completamente distintos, complementarias en el ejercicio de comprobar dónde la una convierte en aciertos los fallos de la otra, pero lo más divertido es sentir la de Coppola como un “Ahora es mi turno” por parte de Priscilla.

D:\NEWSPAPER\CRÍTICAS\Pendientes\Priscilla en mi mente\4.jpg

Fue Priscilla la que entregó su virginidad a un amante frívolo, la que se casó con un témpano de hielo, la que tuvo que comunicar a sus padres cuán duro rompería con lo que había sido su vida hasta entonces. Después de todo, si algo en ella cautivó a Elvis siempre fue que “la niña tenía agallas”, como advirtió cuando al conocerla él se mofó de su edad y “la niña” respondió con un ácido y cortante “Gracias”. Con menos premisa George Cukor daría el sí, entusiasmado por la posibilidad de contar otra gran historia de una mujer en entorno adverso encontrándose a sí misma.

Priscilla, como su heroína homónima, también es una película con agallas, aparte de hermosa. Fue la última que vi en 2023, y desde entonces la he repasado un par de veces. Y también ha estado, como la amada ausente que evoca una vieja canción, siempre en mi mente.

Ficha técnicaTítulo original: Priscilla; Año: 2023; País: Estados Unidos; Dirección y guion: Sofia Coppola; Fotografía: Philippe Le Sourd; Montaje: Sarah Flack; Música: Phoenix y Sons of Raphael; Reparto: Cailee Spaeny, Jacob Elordi…; Duración: Una hora y 52 minutos

Recomendado para usted

Periódico Girón

Sobre el autor: Periódico Girón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *