Las terribles huellas en la arena

Las terribles huellas en la arena: contaminación y basura en las playas de Matanzas

Apenas mayo se despide y ya los termómetros parecen estallar. Las temperaturas veraniegas incitan al buen chapuzón, da igual si se trata de las siempre heladas aguas del Canímar, el citadino rinconcito de arena en El Tenis o la fascinante península de Hicacos: verano es río y playa.

El “invierno” aún andaba por ahí cuando los primeros bañistas escogieron sus destinos favoritos y comenzaron a disfrutar de las maravillas de vivir en el Trópico. Pero junto con los baños llegaron a tropel las huellas, y no precisamente esas pisadas que quedan en la arena.

Basta dar una vueltecita por el litoral matancero para lanzarle una patada a una lata, ver volar un nailon de galletas y quién sabe si hasta coincidir con aquel trozo de nevera vieja que alguien desechó y no imaginas cómo.

Apenas mayo se despide y ya las arenas exhiben residuos, de esos que demoran millones de años en descomponerse, pero muchísimo menos tiempo les lleva contaminar y destruir la vida marina.  

“¡Falta de colectores!”, justifican algunos, mientras que a las claras están las evidencias de una pésima cultura ambientalista y un desdén por la protección del entorno en que vivimos.

Según investigaciones, cada segundo se arrojan más de 200 kilos de plástico a mares y océanos. El 70 % va al fondo marino y un 15 % se queda flotando, formando islas. 

Las terribles huellas en la arena: contaminación y basura en las playas de Matanzas

Por día, se vierte al océano el equivalente a 2 000 camiones cargados de plástico. Según National Geographic, a este paso, se prevé que la cantidad de desechos del material, que desembocan al mar cada año, se triplique para el 2040, ascendiendo a unos 29 millones de toneladas. Ante el peligro que esto significa para la vida, hoy en el mundo se trazan un sinnúmero de estrategias.

Pero esa macrorealidad no cambiará si no somos capaces de actuar en nuestras pequeñas escalas, en la comunidad que rodea, en el litoral que usamos a libre antojo, recurrentemente, al llegar las altas temperaturas veraniegas. 

Las terribles huellas en la arena: contaminación y basura en las playas de Matanzas

Al doblar la esquina la etapa estival, y preocupa que a la basura de las costas le espere la misma suerte que a las montañas de suciedad dispersas por la urbe yumurina y sus arterias, por los municipios vecinos, por cada trozo de tierra que duele, porque es nuestra tierra, donde crecen nuestros frutos. Pero no hacemos nada ante el dolor, solo quedamos inertes, de manos cruzadas, mientras los desechos parecen apoderarse de todos los espacios.

Las terribles huellas en la arena: contaminación y basura en las playas de Matanzas

Y esa no puede ser la actitud, porque la contaminación no afecta solo a especies marinas de flora y fauna, sino también a quienes consumimos dichos recursos y nos damos un chapuzón en sus aguas. Las playas matanceras no pueden convertirse en un basurero gigante, donde peligre la salud de la población. 

Que las manos se junten para salvar y no para destruir, y que sobre la arena solo queden rastros de pisadas, como constancia del transitar y disfrutar de las maravillas del entorno. (Edición web: Miguel Márquez Díaz)


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