La performance La célula fundamental, de la agrupación El Ciervo Encantado, se presentó el sábado 22 y domingo 23 en la Sala El Mirón Cubano. Representa el espíritu de la nación a través de la familia, un espíritu inclusivo, abierto, plural y democrático. Expone la familia escindida y desperdigada, con sus sucesos cotidianos y trascendentes.
Un espectáculo testimonial y antropológico, con los sustratos de gente que existió y que existe en alguna parte de este mundo, que funde lo ficcional y lo documental, en fotos, cartas, diplomas, que abarcan épocas e instantes de una genealogía, que sirve para contar el trauma psicológico y social del país.
Nace a partir de álbumes abandonados en uno de los tantos basureros de La Habana, un archivo familiar dejado atrás, como muchas historias desechadas en rincones diversos. Algunos de ellos están, tal vez, perdidos para siempre; pero El Ciervo Encantado los convierte en materia dramática y, entonces, se produce una hermosa metáfora a partir del rescate y revitalización de las memorias.
Estos recuerdos adquieren vida, por una parte, en sucesos, cartas y poemas que interpreta la dramaturga y poetisa Katerine Parsan, quien los entreteje; por otra, desde la composición de los documentos, que viven para los espectadores a través de una cámara-actor, que registra los archivos, construyendo un mapa hermoso y trágico de lo que fuimos y en lo que nos vamos transformando como nación, dispersos en una diáspora, que nos une a todos: los que están en escena, y la mayoría de los que estamos sentados en las butacas.
Mientras se leen estremecedores manuscritos rescatados de la desmemoria, nos adentramos en un viaje nostálgico y doloroso por nuestra identidad, cuyo núcleo está en esas “células fundamentales”, y que se pierde, como los propios archivos desechados. ¿Quiénes son esos seres que posan en diversas fotografías, en blanco y negro o en colores? Son ellos, y somos nosotros.
Dolorosa puesta que me desveló, al ponerme a pensar, como archivista, en el destino de tantos archivos familiares, institucionales, de gente relevante o anónima, pero en los que vive la historia de un país, y que se pierden para siempre, asimismo, como ser humano, parte de esas células de la nación, enfrentados a conflictos que constituyen esencia de lo que somos.
Algo, una luz, en cada imagen salvada, de alguna manera también ayuda a salvarnos, develados por la escena en el espíritu de una nación. (Edición web: Miguel Márquez Díaz)
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