Crónica citadina: Sin sueño varias noches de verano. Foto: Raúl Navarro
“Desde mi alcoba veo la gente pasar, sin importarles mi calor”. Es que ellos lo han padecido también y tienen su sopor.
“Quisiera hablarles y decirles que yo”, tampoco me he podido refrescar he desandado toda la ciudad y sudo aquí y sudo allá.
“Desde mi alcoba veo la gente pasar y observo su sudar. Yo solo me abanico, nada más para los mosquitos espantar y este tremendo calor un poco atenuar.
Recordando a la popular cantante italiana Rita Pavone con esa también conocidísima canción, sin sueño, me vienen a la mente, cual chispazos, algunos sucesos pasados y recientes. Unos, naderías; otros revisten su importancia.
Desde el lugar donde me encuentro observo el ir y venir de la gente, algunos indignados (como los que esperan ómnibus inútilmente) por los apagones y otros alegres, de regreso de su romería alcohólica en la cercana playa de El Tenis o tal vez, la de Los Pinos, antiguamente conocida como playa de los chivos.
Toda esa mezcla de situaciones y pasajes vividos o protagonizados por mí mismo, me hacen pensar precisamente en la cercana caseta de la parada de guaguas, de las cuales circulan algunas básicamente en horario matutino y tal vez una que otra vez vespertino, nunca en las proximidades en que la tarde cede espacio a la noche, o casi nunca, que no es lo mismo, pero es igual.
La citada caseta deja de ser su objetivo social en los horarios vespertino y nocturno, pues se convierte en lavatorio de pomos reciclables, punto de citas amorosas, dormitorio de paseantes sin hogar, urinario de motociclistas, defecatorio y hasta sitio de justificación (existe una Parada, ¿no?) para merodeadores que planifican sus bajas acciones en la vecindad.
Tal como ocurrió hace cuestión de un mes cuando sustrajeron una lámpara Led del muro que separa una vivienda del mencionado lugar. En ese vandálico acto se valieron los cacos de la oscuridad que se enseñorea de la Calzada General Betancourt, desde la Línea del Ferrocarril hasta la cercanía del parquecito de Los Pinos. Es inconcebible que una vía, con la importancia que para la circulación vehicular posee, se mantenga sin iluminación durante algo más de dos años en que el bombillo que portaba el poste (precisamente ubicado frente a la citada caseta) se fundió o desactivó, y aún no ha sido repuesto.
No obstante esa situación, el mes pasado se mantuvieron encendidas, alrededor de 20 jornadas, con sol radiante, las luminarias de los postes enclavados en esa calzada.
Las habladurías al respecto, ¿usted sabe, no? fueron muchas, en placitas y bodegas. Por supuesto, que también se debaten temas como la mala calidad del reseco pan y su bajo peso, más allá de la medida prefijada.
Todas esas situaciones me vinieron a la mente, cuando, de vez en vez, levanto el brazo para alejar mosquitos y atenuar el sofocante calor. Y vuelve a mí la pegajosa canción de la Pavone. “Desde mi alcoba veo la gente pasar…”. (Por: Fernando Valdés Fré)