Hace 119 años, en la tarde del 17 de junio de 1905, falleció el Generalísimo Máximo Gómez en La Habana, mientras libraba su última campaña en circunstancias muy diferentes a las anteriores, esta vez opuesto a las ambiciones reeleccionistas del presidente Tomás Estrada Palma, quien representó el inicio de la corrupción política del sistema neocolonial.
El jefe del Ejército Libertador y único sobreviviente de los máximos dirigentes de la Revolución no tuvo ambiciones de poder, declinó su candidatura a la presidencia de la república y mantuvo clara su oposición a los planes anexionistas del imperio.
Durante esos difíciles momentos predijo: “La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.”
Las autoridades interventoras entre 1898 y 1902 estimularon la división entre los independentistas en el seno de la única institución que quedó del movimiento revolucionario, la llamada Asamblea del Cerro, después de la disolución del Partido Revolucionario Cubano y del Ejército Libertador.
A diferencia de Gómez, la Asamblea se manifestó de acuerdo con aceptar la propuesta de un donativo del gobierno norteamericano para ayudar a los excombatientes y facilitar el licenciamiento de las fuerzas mambisas.
Pero el Generalísimo consideró que de esa forma la nueva república nacería endeudada, y en consecuencia la Asamblea destituyó a Máximo Gómez como General en Jefe y eliminó ese cargo para regocijo de las autoridades estadounidenses.
El prócer independentista se retiró a su vida familiar y por breve tiempo residió en los pueblos de Bejucal y Calabazar, donde se le veía con admiración por los vecinos montar a caballo por los alrededores, mientras era saludado con simpatía por todos.
Esa vida se vio interrumpida en 1905 cuando emergieron las ambiciones del presidente Estrada Palma, quien aupado por un círculo de aduladores impuso unas espurias elecciones violentando las leyes de la república.
Frente a esas aspiraciones se levantó Gómez en representación de los patriotas que veían en la actitud del presidente la causa de una guerra
civil. Visitó a Estrada Palma, junto a otros representantes, para decirle lo incorrecto de su proceder, aunque no pudo disuadirlo de su actitud.
En junio de 1905 Máximo Gómez realizó un viaje acompañado de su familia a Santiago de Cuba para darse un respiro junto a los suyos pero sobre todo, para continuar con su campaña contra la reelección de Estrada Palma.
Fueron tantas las muestras de afecto y cariño del pueblo hacia él que al
recibir numerosos apretones de mano se le infectó una pequeña herida que generalizó una sepsis y enfermo de gravedad fue traslado para la capital donde después de una corta agonía expiró.
La muerte impidió al viejo guerrero llevar a feliz término su campaña contra los planes de Estrada Palma, pero dejó un legado como precursor de la batalla del pueblo cubano contra los males de la seudorrepública.