Foto: Ramón Pacheco/De Archivo
Primer día de clases para Vania, Genises y Dilan. Comenzaron preescolar, pero sus rostros, como muchas veces ocurre a los cinco años de edad, no mostraban, con llanto, rechazo al aula.
Todo lo contrario, esperaban que la maestra Ana Belkis y la auxiliar pedagógica Odalys iniciaran la jornada. Ellos, además de otros 49 alumnos de similar nivel, estrenaron el curso 2023-2024 en la Escuela Primaria República de Costa Rica, en la ciudad de Matanzas.
Sentados, organizados y disciplinados mostraban esa inocencia infantil que ilustraban, a la vez, con sus uniformes. Padres, abuelos y, en algunos casos, otros familiares, les proveyeron de los complementos necesarios para pasar su día en el centro.
Los niños miraban con asombro cuanto ocurría a su alrededor. Todo era nuevo para ellos, incluidas quienes desde ahora serán como madres sustitutas en la escuela. Ellas completarán la enseñanza que comenzó en el hogar desde que nacieran.
De pronto, se escucharon numerosas voces. En las aulas contiguas iniciaban la sesión. Se pregunta los nombres de los educandos, para conocerlos e incluirlos en este nuevo y maravilloso mundo del saber.
La mencionada escuela comienza con 315 alumnos matriculados. Por sus magníficos resultados de anteriores cursos académicos, los padres de los niños se muestran alegres, satisfechos. Saben por otros que allí estudian, o referencias de vecinos y amistades, que el claustro de profesores posee conocimientos y experiencia suficiente para sostener tales expectativas.
Sus pequeños recibirán los elementos adecuados para su desarrollo, en este comienzo de su extensa trayectoria educativa. Se disfruta verlos sonreír y mostrar sus sonrisas y ojos brillantes queriéndolo abarcar todo.
Las miradas se centran fundamentalmente en la pizarra, tizas, paredes y el techo del aula para familiarizarse con el entorno que ya es suyo; junto a sus maestras, pupitres, patio y demás componentes de la escuela, su segundo hogar que por largo tiempo ellos amarán y recordarán.
En el primer día de clases, Vania, Genises y Dilan pasaron a integrar un escenario bello, inigualable, donde recibirán el bien maravilloso de la luz de la enseñanza, como parte de una sociedad que los educa y forma para el futuro.
Ellos, los que saben querer, como escribiera el Maestro José Martí, serán ese candil que en lo adelante iluminará hogares y aulas, para beneplácito de padres y maestros que, de una forma u otra, contribuyen al crecimiento de los nuevos y lindos hombres y mujeres del mañana.