Entre el papel y el Reader: Retos del libro digital en Cuba 

Entrevista a Daína Rodríguez, editora de Cubaliteraria, institución que se dedica al impulso del libro digital en Cuba.

Hay quien dice que el único olor mejor que el de un libro nuevo, con la tinta que tal parece te manchara los dedos, es el de un libro viejo con sus tonalidades sepias y el olor a la polilla de la nostalgia. Sin embargo, en el siglo donde la mitad de la humanidad enganchó un cartel de “se permuta” en la realidad y se mudó para la web, el libro digital, poco a poco, ha tomado fuerza. 

Muchas veces sucede por un asunto objetivo: el investigador que necesita bibliografía actualizada, dar con ese autor que no encuentras, aunque ya hayas buceado en todos los anticuarios de la ciudad. Si vamos a un fin más práctico y más relacionado hacia las instituciones estatales que promocionan y comercializan libros en Cuba, la escasez de papel provoca atrasos en los planes editoriales.  

Desde hace unos años se trabaja en la informatización de la sociedad cubana, objetivo enunciado por las principales autoridades del país en disímiles discursos y programas, y la literatura no es ajena a ello. No obstante, existen problemas de infraestructura, de prácticas profesionales y de paradigmas culturales que enlentecen dicho proceso.

Durante la Feria Internacional del Libro (FIL) en Matanzas, pude conversar con Daína Rodríguez González, invitada al evento por la Asociación Hermanos Saíz del territorio, quien funge como editora de Cubaliteraria. Este centro se dedica a la elaboración de libros digitales, pero también es responsable de la redacción de textos del programa para el fomento del libro digital en Cuba, y presta servicios de asesoría metodológica y técnica sobre dichas temáticas.  

—¿En qué estado se encuentra la producción del libro digital en la Isla? 

—Producir un libro digital, digamos que en los formatos más básicos que serían PDF y EPUB, se puede hacer con los recursos que hay en las editoriales cubanas. Hace poco tuvimos la experiencia de que una editorial de Las Tunas, con un equipo muy rudimentario, logró sacar la revista del Centro Provincial del Libro con muy buena calidad. 

“Tal vez el problema más grande que tengamos es el capital humano para emprenderlo. También es necesario un cambio de paradigma en las mentalidades de como se asume hoy el proceso editorial, incluso para el libro de papel. 

“Ahora mismo, por ejemplo, llega el manuscrito a la editorial, se imprime y luego se edita y se corrige; pero si utilizas el procesador de texto más básico de todos, Word, facilitas la tarea, hasta dejas memoria digital de los arreglos, del diálogo con el autor. También hay quien usa alternativas como WhatsApp para la promoción y venta de libros y les ha funcionado”. 

—¿Y la comercialización?

—Hemos comprobado que existen editoriales con modelos de gestión que les permiten ser más solventes económicamente y que los libros digitales son los que pueden sacarlas adelante, porque tienen la posibilidad de venderse a nivel internacional. 

“En Cuba ya existen varias plataformas de descarga gratuita, por ejemplo, nosotros, o Claustrofobias, que también tiene posibilidad de pago.

“De igual modo, hace poco se presentó una iniciativa que desarrolla Etecsa, dirigida a la venta y compra de un sinnúmero de productos; entre ellos aprobaron las creaciones de la Editora Abril. 

“Todo ello son caminos a explorar. En este caso, en Cubaliteraria, que brinda asesoría sobre el tema, aunque tengamos el conocimiento, no tenemos los mecanismos para comercializar”. 

—¿En la actualidad cómo se encuentra el libro digital en Cuba? 

—Hemos presenciado un cambio, sobre todo en la calidad de la elaboración de los productos, no solo del EPUB y el PDF, sino también de las aplicaciones. Por ejemplo, Citmatel, con sus audiolibros y el Ministerio de Educación, presentó en la FIL de La Habana una versión de Había una vez, con un formato de realidad aumentada de muy buena factura. 

“En esta feria tuvimos el primer concurso de booktubers (usuarios que realizan reseñas en YouTube). Esto es importante porque es un promotor que escapa de las figuras clásicas como el profesor o el crítico. La pandemia también ayudó a acelerar su evolución, porque si las editoriales hacían uno o dos epubs al año, en este período se volcaron al mundo digital. 

“Asimismo, sucede que muchas instituciones han querido girarse hacia el libro digital, pero lo han hecho desde su experiencia y no han tenido éxito. Existen muy pocos espacios de intercambio para asesorarlos y es necesario crearlos”. 

El primer paso para cambiar es tener la voluntad para ello. Sin embargo, aunque haya disposición, aún poseemos restricciones mentales y culturales. A esas hay que ponerles educación y cabeza, si se quieren cambiar los paradigmas y las dinámicas analógicas del sistema editorial cubano. 

Tampoco podemos ignorar la tecnología obsoleta, muchas veces, incluso, sin conexión a la red de las instituciones relacionadas con la literatura.

Para solucionar eso sí se requiere de una inversión monetaria y de recursos. Al final, no importa el formato, da lo mismo que sea digital o físico, sino la belleza y la sabiduría que nos aportan los libros. 

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