No siempre he podido asistir a El Patio del abuelo Pancho, que como espacio sistemático de Teatro El Mirón Cubano, combina la música –en su aniversario tuvo de invitada a Enid Rosales- con escenas titiriteras, payasos, circo y narraciones orales, que conjugan recursos del teatro de figuras en las que la defensa de las leyendas de Américo Alvarado, que defienden las tradiciones y la historia de Matanzas, forman parte del tejido dramatúrgico y de una de las zonas que más me gustan del espacio: la reinvención, inteligente, sensible del espíritu identitario.
Una forma lúdica de narrar historias que nos pertenecen, que se unen a otros repertorios, en los que figura la estética de El Mirón Cubano, en alguna de sus últimas puestas.
Lo primero, es que el homenaje a Francisco Rodríguez Cabrera (Pancho), el abuelo de Diego, el abuelo de muchos, es una forma de recordar al joven actor que llegó a Matanzas en los 80, con los graduados del Instituto Superior de Arte, con su novia Mercedes Fernández Pardo, y juntos todos fundaron en 1984 Teatro El Mirón Cubano, y en el caso de Pancho, el padre de Rocío, actriz y directora teatral, líder actual de la agrupación, y Erick, primer bailarín del Ballet Nacional de México, se quedó para siempre, defendiendo su historia y la trayectoria, en sus diferentes etapas hasta llegar a ser su director, y dejar el legado de más de 30 espectáculos en los que su imagen aún nos acompaña, como El cruce sobre el Niágara, Juan Candela, El viejo y el mar.
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Clown, zanquero, actor, Pancho es una de las gentes más queridas del teatro matancero, a quien extrañamos cuando llegamos a la sede de la calle Manzano, donde está el patio que lleva su nombre, el del abuelo de muchos. Al ser un espacio para niños y niñas, para toda la familia, hay una amiga, seguidora de El Patio del abuelo Pancho, que siempre me cuenta o publica en las redes cómo se siente allí, con su niño: feliz, escribe, y nos devuelve sus imágenes y sensaciones de espectadora fiel.
Creo que El Patio del abuelo Pancho es una manera de mantener activa la creación del equipo de El Mirón y su relación con un público que lo sigue. Es también un espacio para la promoción de su repertorio y actividades; pero especialmente, para difundir el patrimonio cultural, especialmente el literario, el identitario, fusionado con otras manifestaciones, en una de las áreas de su sede.
Es una de las vías de mantener una programación, para un público que a veces no se da cuenta de cuán privilegiado es por las ofertas que recibe en la ciudad, donde puedes seleccionar tu destino en esos horarios de sábado y domingo, pasar de una función en Papalote a El Mirón Cubano o a Teatro de Las Estaciones.
El abuelo Pancho, siempre sonriente, alegre, siempre contador de historias, simpáticas, actuadas, hasta en la vida real, debe estar feliz. Aplaudiendo.