Esta ciudad no sería la misma sin la figura de Estévez

Estévez en Feria del Libro de Matanzas

A la figura de Rolando Estévez, hombre de una obra artística inconmensurable, estuvo dedicada la trigésima edición de la Feria Internacional de Matanzas. Aunque abarcar su vasto legado resultaba una tarea difícil, a su impronta se dedicaron varios coloquios y homenajes que le definieron como un artista imprescindible de nuestra escena cultural.

Catalogado como una especie de creador renacentista, durante su vida ha explorado infinidad de manifestaciones del arte para expresar sus inquietudes como autor, valiéndose de la poesía, el diseño escenográfico, la pintura, y la creación del Libro Arte, del que es precursor en Cuba, valiéndole el Premio Nacional de Diseño del Libro.

Entre los homenajes recibidos, destaca el que le realizara la Universidad de Matanzas en la sala del Cine Club Universitario José Antonio González.

A pesar de una enfermedad que le aqueja, Estévez no rehúyo la invitación, pero lejos estaba de imaginar que se trataría de un fraterno encuentro que le permitiría interactuar con los estudiantes, alimentando esa pasión suya por el magisterio, con la experiencia de varios años impartiendo un curso de diseño del que han emergido importantes artistas.

Los alumnos indagaron sobre sus inicios en el mundo del arte, y conocieron sobre la formación autodidacta del prolífico artista, quien viera cercenada su formación académica, circunstancia esta que no le impidió trascender.

“Dibujé desde niño, y cuando vi truncados mis estudios artísticos seguí por mi cuenta. Siempre entendí que después de la familia, y mi sentido del patriotismo, el arte es el lenguaje que me colma espiritualmente”.

A la figura de Rolando Estévez, hombre de una obra artística inconmensurable, estuvo dedicada la trigésima edición de la Feria Internacional de Matanzas.

Ante el auditorio reconoció que el dibujo es un elemento fundamental en su discurso; también ha incursionado en el performance y la instalación, sentando la bases en la creación del Libro Arte, que establece un diálogo con la literatura y la plástica, según comentó.

Sobre la obra poética, al presentar su libro más reciente Oráculo en bandeja de aluminio, expresó que no concibe el arte sin la poesía. “La poesía que entiende más allá del género literario, se trata de una magnitud humana que trasciende los versos”.

Al ser interrogado sobre su pieza más entrañable, reconoció que todas las asume con sentimientos paternales. Si bien se sabe dichoso y mimado al formar parte de las colecciones más representativas del arte contemporáneo como el Museo de Arte Moderno en Nueva York (MoMA); el Museo de Zurich y la Universidad de Michigan, también posee obras de las que no se puede desprender.

El debate también versó sobre el concepto de público, momento en que el ilustre invitado reconoció que todo creador es responsable del público que tiene, el cual va formando desde sus preceptos estéticos.

“A un creador siempre le invade la interrogante de ¿qué debo decir?, pero sin hacer concesiones, mas el receptor siempre será un elemento muy importante en el proceso creativo”.

Al culminar la velada Estévez recibió de manos de las autoridades universitarias varios reconocimientos de una sede que arriba a sus 50 años de existencia.

CUANDO LOS ALUMNOS SE DESPRENDEN DEL PROFESOR ESTÉVEZ

En la sede de los artesanos matanceros tuvo lugar otro momento especial para el artista, cuando varios de los alumnos formados en sus cursos diseños, expusieron junto al maestro varias de sus obras.

Con curaduría de Yamila Gordillo, piezas emblemáticas del artista como «Amo a mi amo», a partir de un poema de Nancy Morejón, pudieron ser apreciadas por el público asistente a las salas de la ACAA.

En el recinto se produjo un reencuentro con libros e instalaciones que han marcado pauta en el devenir del libro arte en el país.

Nombres de diseñadores ya consolidados como Marialva Ríos, Johan, E. Trujillo, Marcos Esteban Hernández, Lorna Serrano y Alexander Medina figuraron entre los expositores.

ODA A UNA VIDA DEDICADA AL ARTE

La vida de Estévez resulta inabarcable para aprisionarla en unas líneas en un intento desaforado por enumerar sus méritos desde un legajo de papel, como le sucediera a Lincoln Capote cuando decidió escribir sobre el amigo que tanto admira.

En un homenaje realizado al inclasificable creador en el Museo Palacio de Junco, Capote, luego de leer un acercamiento a cuánto ha hecho el Director de la Editorial El Fortín, terminó con un nudo en la garganta y un texto inconcluso, no sin antes rematar con extrema sabiduría, “Sin Estévez, Matanzas es impensable”. Minutos antes, un panel de estudiosos había profundizado en el quehacer del fecundo poeta y artista visual.


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Con la presencia de las máximas autoridades culturales del territorio, y un público amante de la intensa obra de Rolando, se rememoró sus aportes a la creación de la Editorial Vigía, en los lejanos años 85. Desde entonces asumió el texto como arte visual para hacerlo trascender al panorama internacional.

Estudiosos como Yamila Gordillo, Pedro Rubí, Luis Lexander Pita, Karina Pino y el propio Capote, coincidieron en reconocer su impronta en el dibujo, y su necesidad de expresar el mundo a través de la poesía, con una docena de títulos donde incursiona en temáticas como la soledad humana, el erotismo, el poder, en una rica amalgama que siempre indaga sobre la vida del hombre.

También se destacó su defensa a ultranza de la matanceridad, con un papel protagónico en el rescate de varios inmuebles de la ciudad.

De obra controversial y vanguardista, lo definieron sobre todo como un hombre de teatro, participando como diseñador escenográfico en las principales agrupaciones teatrales de la provincia y enriqueciendo con sus aportes el lenguaje de cada puesta.

Alimentado por un afán provocador, muchos de sus trabajos provocan un desgarramiento, adentrándose en el universo erótico con un lenguaje que evoca los estudios de género.

De vocación incontenible y capaz de desdoblarse en diversos lenguajes artísticos, lo catalogaron como uno de los artistas más prominentes de Matanzas, y del país.

Como agasajo a su extensa labor recibió el Libro más alto, el mayor reconocimiento que otorga el Centro Provincial del Libro y la Literatura; a lo que sumaron otros presentes, los que recibió con esa gran humildad que caracteriza a los grandes artistas.

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Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

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