Te levantas y miras, como cada mañana, la escuela primaria del frente, hoy particularmente adornada para celebrar, un año más, el día de los pioneros. El 4 de abril ha constituido por generaciones un día esperado, tanto por el descanso de las clases como por las actividades colaterales que casi siempre movilizan al público infantil.
Confieso que la escena en la plaza de la escuela me recordó mi infancia y los tantos abriles de risas y juegos, de sorpresas, cake con refresco, amigos… Sin embargo, poco duró el trance nostálgico cuando, tras el “acto político”, arrancó como colofón el grito de “aquí to está rico, to está ok” coreado por cientos de pioneros cual concierto en vivo.
Sabemos que es una canción de moda hace meses, que hasta el más refinado en gustos musicales conoce su melodía, tema de obligada reproducción en casi todos los establecimientos comerciales. No obstante, lo llamativo de este hecho en particular es que, tras el pegadizo sencillo de Fixty Ordara & Ja Rulay, solo se escucharon temas de reguetón y desafortunadamente con letras no tan neutrales y sí muy poco adecuadas, desde mi punto de vista, para el público infantil.
Hay muchas contradicciones en esto. Quizá lo más preocupante sea el hecho de educar e inculcar valores en las aulas que luego son tirados por la borda con la música escogida para festejar una fecha tan simbólica como la fundación de la Organización de Pioneros José Martí.
Queda claro que nuestros niños están expuestos a muchísima información, especialmente con el uso de las nuevas tecnologías dentro y fuera del hogar, y que existen disímiles escenarios de socialización que no tienen en cuenta estos aspectos. Es cierto que la formación de una cultura musical no es únicamente responsabilidad de la escuela, pero si un espacio no puede desvirtuar este propósito es la enseñanza.
La intención no es atacar al reguetón o sus exponentes. No es el objetivo de este comentario hacer una crítica al lenguaje banal o a las expresiones violentas, machistas o denigrantes que muchas veces ponderan algunas canciones del género. Se trata de llamar a la reflexión sobre el fenómeno, que conocemos no es exclusivo de esa escuela ni de esta enseñanza; y que merece toda la atención en el caso particular de la primera infancia, por las implicaciones y la influencia en las normas y conductas que tiene para los niños y niñas de estas edades.
Que los temas de este tipo van a llegar irremediablemente a nuestros pequeños es un hecho que no se soluciona prohibiendo o criticando. Sin embargo, vivimos en un país al que, por suerte, le sobran músicos de excelente factura.
Esa amplísima banda sonora, desde Teresita Fernández hasta Liuba María Hevia o Enid Rosales; que pasa por nuestras raíces más autóctonas en la música popular bailable de los Van Van y tantos otros, por solo citar algunos ejemplos, es la que debería amenizar las mañanas de cada 4 de abril o cualquier otra celebración.
Y sí, toca a la escuela pensar más en cómo educar también desde la música, cómo mostrar productos diferentes que rompan con la banalidad, la violencia o la sexualización.