A Roxana Valdés Isasi la palabra “delegada” no la sorprendió, como tampoco la paciencia infinita ni los sacrificios que entraña. Mucho antes de ser propuesta y de asumir esta Responsabilidad, con mayúsculas como la define, su madre ocupó el cargo y se encargó de mostrarle el camino de empeños que corresponde para quien, ante todo, se debe al pueblo.
La sorpresa, más o menos esperada, llegó en 2021, cuando Migdalia la enfermera, la siguiente delegada, tuvo que salir de misión durante la pandemia. Con apenas 20 años, Roxana, escogida entre los vecinos unionenses de la circunscripción 29, se convirtió en delegada y desde entonces su vida no es la misma.
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“No te voy a negar que ha sido complejo, pero es algo de lo que me siento orgullosa y que me regocija todos los días. En primer lugar por ser joven, y porque se trata de una tarea inmensa, que aun teniendo el referente de mi mamá y el apoyo de muchas personas de experiencia, me fue difícil de asumir. Imagínate estudiando en tercer año de la carrera, viajando diariamente de Unión de Reyes a la Universidad y en las tardes y las noches atender a los electores. Ser delegada ha implicado también no tener horarios, ni fines de semana, porque toca ofrecer respuestas, gestionar inquietudes y escuchar a esas personas que confiaron en mí”, confesó.
Para la recién graduada de Periodismo y trabajadora de la emisora municipal Radio Unión, simultanear tantas responsabilidades solo es posible gracias al apoyo familiar. No lo dirá, pero en esa tarea, su liderazgo indiscutible y la capacidad de movilización alcanzada en poco tiempo le han ganado el respeto de sus vecinos, para quienes siempre guarda una sonrisa y una respuesta amable.
“Tuve el ejemplo de mi madre y el acompañamiento de mucha gente, pero también la posibilidad de participar en talleres de observadores del poder popular, de apoyo comunitario y otros eventos donde se comparten experiencias y modos de hacer que me han resultado muy provechosos”, comenta.
En medio de un panorama marcado por la migración y la escasez económica, Roxana apuesta por Cuba. Cree en la obra revolucionaria y esencialmente en el valor de los jóvenes. Ella prefiere echar raíces aquí, en el barrio, codo a codo con “los que peinan canas” y de quienes siempre aprende. Quizás por ello asegure que no sería lo que es sin su madre y sus abuelos Fefa y Camaño, pilares de su existencia y el sostén de la joven recién propuesta como diputada a la asamblea nacional del Poder Popular.
“Mi tiempo ya no funciona igual, pero es cuestión de organizarse. Lo primero es que ser delegada significa ser ejemplar también en el trabajo, la escuela o la comunidad; por tanto, no puedo descuidar mis responsabilidades en la emisora, que no deja de ser un trabajo fuerte. A partir de ahí comienza esta otra tarea que, ya te digo, sin mi familia no podría desempeñar.
“Un delegado sin su trabajadora social, sin los factores y sin los padrinos, no funciona. A veces nos cuesta resolver una queja o un planteamiento porque en muchas ocasiones las autoridades no tienen respuestas inmediatas, y eso choca. Pasa más de lo que nos gustaría, pero esa impotencia o esa frustración jamás me permito transmitirla a ningún elector. Para ellos siempre hay que tener tiempo y paciencia”.
A pesar de esos escollos en el camino, contar con un equipo tan voluntarioso y comprometido la motiva y la estimula.
“Yo me siento orgullosa de mis vecinos y de todos los que me tienden la mano cuando más falta hace. Mi trabajadora social es joven como yo y lo mismo zapateamos el pueblo, resolviendo temas de atención a personas vulnerables, que nos montamos en un carretón de uno de mis vecinos y nos vamos para Fumerito, un pueblecito cercano que también atendemos, a llevar productos y vender alimentos. Ese acompañamiento, esa voluntad de transformar, me inspira todos los días a hacer mejor mi trabajo y me lleva a pensar en el futuro de manera optimista, en que nuestro país va a avanzar, en que vamos a mejorar.
Roxana también confía en su generación, en la capacidad de cualquier joven para ocupar cargos de dirección y de asumir las responsabilidades más complejas.
“Yo creo que los jóvenes de estos tiempos estamos comprometidos con la Revolución, pero debemos motivarlos más, atenderlos, hablarles con la verdad y es algo que nos falta en ocasiones con nuestros máximos directivos”.
“Para mi es un regocijo ser mujer, negra y vivir en Cuba, quizás no con las mejores condiciones pero sí con otras tantas garantías que nos impulsan. Sentirme rodeada y apoyada por personas de una calidad humana extraordinaria me emociona, e integrar la nómina de propuestas a diputados también es un motivo de orgullo, pero esencialmente de más responsabilidad.
“Quiero ser ejemplo para quienes confiaron en mí, para los que esperan ver bien representados sus intereses. Ser la voz que hable por ellos, desde mi pueblo de Unión, la tierra de Juan Gualberto Gómez”, concluyó Roxana.