Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la concentración popular y desfile militar, para conmemorar el cuarto aniversario de la Revolución cubana, celebrado en la Plaza de la Revolución, el 2 de enero de 1963.
¡Míster Kennedy diría… (EXCLAMACIONES y CHIFLIDOS) …Míster Kennedy diría que me estoy dirigiendo al pueblo cautivo de Cuba…! (EXCLAMACIONES.) En la concepción de los imperialistas, concepción en que la explotación es justa, y el crimen y la agresión son buenos, ser mercenario es bueno (EXCLAMACIONES); en la concepción de los imperialistas, este pueblo es un pueblo cautivo (EXCLAMACIONES).
Comenzando por imaginarse así las cosas, no tiene nada de extraño todo lo demás que hacen.
En días recientes tuvo lugar un hecho que, aunque ellos pretendan disimularlo, es un hecho histórico. El imperialismo aceptó pagarle a nuestra patria la indemnización que los tribunales revolucionarios señalaron a los invasores de Playa Girón.
El Gobierno de Estados Unidos trató por todos los medios de eludir su responsabilidad de manera oficial, eludir la aceptación oficial de este hecho. Eso está muy de acuerdo con la mentalidad farisaica de los dirigentes del imperialismo; eso está muy de acuerdo con todo lo que ellos hacen.
Ellos, por ejemplo, cuando nos atacaron el 15 de abril, enviaron aviones con insignias cubanas. Y cuando Cuba denunció la agresión, declararon a través de sus agencias cablegráficas, y a través de todo el mundo, que no, que no eran aviones procedentes del exterior, sino aviones cubanos que se habían sublevado. Y esa versión la lanzaron a todo el mundo; tranquilamente, una mentira de esa índole, pero que para ellos no era sino una mentira más.
Así han actuado siempre. Por eso, no tenía nada de extraño que mientras por un lado se movilizaban para recaudar los fondos, por otro pretendían hacer creer que era un simple Comité de Familiares el que estaba llevando a cabo esa negociación. En el fondo de todo, fue el propio Gobierno de Estados Unidos.
Ahora se ha sabido que el hermano del Presidente de Estados Unidos fue quien realizó las gestiones principales a fin de recaudar los fondos con los cuales pagar esa indemnización.
Ellos, naturalmente, no dicen que es indemnización; ellos dicen que es rescate. Lógico, también, que digan eso. Para los imperialistas, encarcelar a un periodista negro que visitó a Cuba, e imponerle una multa de 10 000 dólares por ejercer un derecho constitucional, es justicia. Y, en cambio, el hecho de que una revolución hubiese sido generosa con los criminales que nos atacaron al servicio de una potencia extraña, el hecho de que los tribunales revolucionarios, en vez de aplicarles una pena como a la que eran acreedores, la pena capital a todos ellos, los sancionase con una multa, eso no es justicia.
Castigar a los que nos atacaron una mañana, sorpresiva y cobardemente; castigar a los que vinieron escoltados aquí por barcos de guerra extranjeros; castigar a los que al servicio de una potencia extraña y cometiendo un acto de flagrante traición en todos los códigos del mundo, eso no era justicia. Ellos lo llaman rescate.
Pero a nosotros no nos importa cómo lo llamen. El hecho es que tuvieron que aceptar el pago de la indemnización y que por primera vez (APLAUSOS), por primera vez en su historia, el imperialismo paga una indemnización de guerra.
¿Y por qué la pagó? Porque fue derrotado, porque en Playa Girón los imperialistas sufrieron su primera gran derrota en la América Latina (APLAUSOS).
¿Qué hizo el Presidente de Estados Unidos?, ¿cómo ha actuado? Asumió primero la responsabilidad del ataque a nuestro país. Sin embargo, durante 20 meses eludieron el pago de esa indemnización.
Cuando al fin se decidieron a hacerlo y el Gobierno Revolucionario puso en libertad a los invasores, ¿cuál fue la conducta del Presidente de Estados Unidos? ¿Fue la conducta de un estadista? ¿Fue la conducta de un hombre responsable? No, fue la conducta de un pirata; fue la conducta de un jefe de filibusteros, porque en realidad nunca ningún presidente de Estados Unidos había degradado tanto la dignidad de su cargo como ese día, en que el señor Kennedy se reunió con los criminales invasores de nuestra patria.
Aquí traigo el discursito que pronunció aquel día; vale la pena que lo leamos, porque leer estas cosas nos enseña a comprender a los imperialistas.
Empezó diciendo —voy a leer las cosas más esenciales; hay algunos párrafos que carecen de trascendencia; los párrafos más esenciales:
“Quiero expresar mi profundo agradecimiento a la brigada por hacer a Estados Unidos custodio de esta bandera. Yo puedo asegurarles que esta bandera —escúchese bien—, yo puedo asegurarles que esta bandera le será devuelta a esta brigada en una Habana libre…” (EXCLAMACIONES Y CHIFLIDOS). Nosotros no sabemos si hay algún bar en Miami que se llame Habana Libre (APLAUSOS).
Luego dice, porque esto es el colmo de lo ridículo y de lo picúo, como decimos los cubanos:
“Me pregunto si el señor Miranda, que conservó esta bandera a través de los últimos 20 meses, podrá dar un paso adelante para que podamos conocerlo.”
Y luego dice:
“Yo quería conocer a quién debo devolverla.” ¿Este hombre habrá tomado esa mañana un poco más de la cuenta?
En primer lugar, la historia de la bandera es una mentira completa. Todo el mundo sabe que esos señores mercenarios, que vinieron aquí disfrazados de gusanos de seda, como dice el pueblo (RISAS), con uniforme de camuflaje del ejército americano, fueron total y absolutamente copados. Pero no solo eso: todo el mundo sabe que dejaron hasta la ropa interior; y ahora han inventado la historieta de que uno escapó y se llevó la bandera entre la ropa y esa es la bandera que le entregaron a Kennedy.
En primer lugar, han estafado a Kennedy, porque de aquel cerco no podían escapar y la mejor prueba es que la brigada completa cayó prisionera…
(ALGUIEN DEL PUBLICO HACE UN COMENTARIO)
Sí, todos decían que eran cocineros y enfermeros (RISAS). Escenifican el show de la bandera y es la oportunidad para que este señor, actuando como un vulgar jefe de piratas, se reúna con aquellos criminales, con aquellos cobardes y allí declare ante el mundo que les puede asegurar que esa bandera les será devuelta en una Habana libre.
Pero hay cosas más interesantes. Dice aquí: “Todos ustedes, miembros de la brigada y miembros de sus familias, están siguiendo un camino histórico, un camino que ha sido seguido por otros cubanos en otras épocas y también por otros patriotas de nuestro hemisferio en otros años, Martí, Bolívar, O’Higgins, todos los cuales pelearon por la libertad, muchos de los cuales fueron derrotados, muchos de los cuales fueron al exilio y todos los cuales volvieron a sus patrias.” ¡Comparar a estos mercenarios con Martí! ¡Comparar a estos mercenarios con los patriotas de la independencia!
Todo el mundo conoce la historia de Martí, de aquel Martí con las ropas raídas; de aquel Martí que no recibió sus fondos de la tesorería yanki; de aquel Martí que recorría aquella emigración humilde, de proletarios, de tabaqueros, reuniendo centavo a centavo los fondos para comprar las armas, que cuando las tenía ya adquiridas les fueron arrebatadas por las autoridades yankis (APLAUSOS); de aquel Martí que no vino escoltado por la escuadra yanki, ni precedido en su desembarco por bombarderos yankis; de aquel Martí que en una noche tempestuosa, en un botecito de remos, desembarcó, casi solo, en las playas orientales. Comparar a aquel hombre íntegro, antimperialista, comparar el esfuerzo de aquellos patriotas con estos miserables es una ofensa a la memoria de aquellos hombres.
Porque nuestros libertadores vinieron a libertar esclavos, a crear una nación, nación que el imperialismo frustró, nación que el imperialismo yanki pisoteó durante 50 años. ¿Y estos qué eran? Esclavistas, latifundistas, lumpen, explotadores del juego y del vicio, millonarios, criminales…
(ALGUIEN DEL PUBLICO EXCLAMA: “¡Ladrones!”)
Ladrones, ladrones son todos los explotadores (APLAUSOS). Estos vinieron a esclavizar, a quitarle al pueblo sus riquezas, a devolverle a los monopolios yankis nuestras fábricas y nuestras tierras.
Y este señor dice: “Hace 70 años José Martí, el espíritu guía de la primera lucha cubana por la independencia vivió en estas tierras. En aquella época, en 1889, se celebró la primera Conferencia Internacional Americana y Cuba no estaba presente. Entonces como ahora —dice este señor— Cuba era el único Estado en el hemisferio controlado todavía por un monarca extranjero; entonces como ahora Cuba estaba excluida de la Sociedad de Naciones Libres y entonces como ahora hombres valientes, en la Florida y en Nueva York, dedicaron sus vidas y sus energías a la liberación de su patria.”
El “entonces como ahora de Kennedy” es para nosotros “ahora como nunca” (APLAUSOS). Ahora como nunca podemos ondear con orgullo esta bandera de la estrella solitaria (APLAUSOS); ahora como nunca somos respetados, y la mejor prueba es el respeto que inspiramos a los propios imperialistas (APLAUSOS), el respeto que inspira un pueblo que no ha podido ser doblegado por su poderío, que no ha podido ser doblegado en cuatro años de heroica lucha; ¡ahora como nunca, señor Kennedy, somos libres y somos el territorio libre de América! (APLAUSOS)
Continúa diciendo este señor algunas cosas, algunas de las cuales pueden ocasionarnos alguna risa. Dice: “La brigada viene de estar tras las paredes de la prisión, pero han dejado tras ustedes, más de 6 millones de sus compatriotas que también se encuentran, en un sentido muy real, en una prisión (EXCLAMACIONES Y CHIFLIDOS) ya que Cuba hoy es una prisión rodeada de agua”. De donde resulta que ustedes están presos (EXCLAMACIONES DEL PUBLICO) ¿No lo sabían? (EXCLAMACIONES DEL PUBLICO.) …
Tiene la cara dura, lo dice ,un hombre del pueblo.
Entonces continúa: “Vuestra conducta y vuestro valor son pruebas de que aunque Castro y sus colegas dictadores puedan gobernar naciones, no gobiernan pueblos” (EXCLAMACIONES). Yo no sé que serán ustedes; no sé que será esa multitud impresionante que tras sus armas se congregó en esta plaza. Dice: “pueden encarcelar cuerpos, pero no espíritus”. Ustedes deben ser espíritus no encarcelados.
Dice: “la Revolución le prometió al pueblo cubano libertad política, justicia social, libertad intelectual, tierra para los campesinos y el fin de la explotación económica —dice que le prometimos—; lo que han recibido es un Estado gendarme, la eliminación de la dignidad de poseer tierras, la destrucción de la libertad de expresión y de prensa y la total subyugación del bienestar individual humano al servicio del Estado y de Estados extranjeros”.
Nosotros no hemos hecho una sola reforma social, ni Reforma Agraria, ni Reforma Urbana, ni hemos alfabetizado un millón de analfabetos, ni tenemos cerca de 100 000 becados estudiando y creando una generación intelectual nueva (APLAUSOS).
La libertad intelectual de que habla Kennedy es la libertad intelectual mediante la cual en nuestro país más de medio millón de niños no tenía escuelas; la libertad intelectual de que habla Kennedy son los 30 millones de niños latinoamericanos sin maestros y sin escuelas.
Pero lo curioso es que este señor diga que prometimos el fin de la explotación económica, es decir, la explotación… ¿A qué explotación se referirá este señor? ¿Será la de la United Fruit Company? (EXCLAMACIONES.) ¿Será a la de la compañía eléctrica y la de la compañía telefónica, aquella misma compañía que el día sangriento del 13 de marzo, sobre la sangre de los heroicos estudiantes que allí cayeron suscribieron un contrato leonino y explotador para nuestra patria? ¿Será que esas compañías siguen explotando a nuestro pueblo? Pero lo curioso… ¿Estará cambiando Kennedy?, lo curioso es que hable de que nosotros ofrecimos el fin de la explotación económica y, a renglón seguido, dice: “Bajo la Alianza para el Progreso, nosotros apoyamos para Cuba y para todos los países de este hemisferio, el derecho a elecciones libres y el derecho del libre ejercicio de libertades humanas básicas, apoyamos la Reforma Agraria (EXCLAMACIONES) ¿Se estará convirtiendo Kennedy al marxismo-leninismo? (EXCLAMACIONES.)
Resulta que en este país, en este país más de 100 000 familias campesinas pagaban rentas, rentas que a veces eran el 50% de los productos, ¿y quién encuentra un campesino pagando renta a lo largo y ancho de nuestra patria? Más de 100 000 campesinos explotados se volvieron propietarios de sus tierras (APLAUSOS).
Pero ¿por qué cree este señor que los campesinos están con la Revolución? (EXCLAMACIONES.) ¿Qué enredillo se le ha armado en la cabeza al señor Kennedy, que dice que nosotros ofrecimos el fin de la explotación económica y que no hemos cumplido? Y habla de reforma agraria. Ya nosotros sabemos lo que le van a decir sus amigos los latifundistas de América Latina, como le dijeron los latifundistas de Chile: “oye, ustedes hablan de repartir las tierras, ¿y por qué no hablan de repartir las minas de cobre también?”
Es muy curioso que oigamos al jefe del imperio yanki hablar de explotación económica, hablar de reforma agraria y hablar de esas cosas. ¿Cuándo hablaba antes? ¡Nunca! Claro que no lo dicen sinceramente. ¿Pero desde cuando hablan este idioma? ¿Qué los enseñó a hablar este idioma? (EXCLAMACIONES.)
¿Quiénes fueron sus maestros? (DEL PUBLICO EXCLAMAN: “¡Nosotros!”) ¡Los cubanos! (APLAUSOS.) Lástima que tengamos tan mal discípulo.
Y este señor usa un lenguaje extraño, un lenguaje revolucionario. Y es curioso, se va a crear algunos problemas con los reaccionarios, porque aunque los reaccionarios saben que todo eso es cuento, los reaccionarios saben que no se puede estar jugando con las palabras. Y los latifundistas de América Latina van a decir: “bueno, si nosotros vamos a repartir nuestra tierra, ustedes tienen que repartir el petróleo, el cobre, el hierro y todos los monopolios que tienen aquí”. Porque esas son las contradicciones insolubles del imperialismo. ¿Cómo van a poder hablar este lenguaje?
Entonces dice: “Apoyamos la Reforma Agraria y el derecho de cada campesino a ser dueño de la tierra que trabaja.”
Eso fue lo que hicimos nosotros precisamente. Pero, además, somos los únicos que lo hemos hecho; y, desde luego, no necesitamos de la Alianza para el Progreso. Pero si de eso se quejaba el embajador yanki, si de eso protestaba Mr. Bonsal todos los días, de que les habíamos nacionalizado las tierras a la United Fruit y a la Atlántica del Golfo y a todas las compañías yankis, para que la tierra fuera del que la trabajara; y todos los campesinos que pagaban rentas fueron liberados de la renta. Y de eso protestaba, todos los días, el embajador yanki.
¿Cuándo creen ustedes que se organizó la expedición de Playa Girón? Después de la ley de Reforma Agraria, que fue bastante buena que le dejó 30 caballerías; se fueron y las perdieron también (APLAUSOS).
La United Fruit Company tenía 10 000 caballerías de tierras, y otra compañía tenía 17 000, Y ya no las tienen. ¿Se habrá acabado o no se habrá acabado la explotación económica imperialista?
En el campo la mayor parte del tiempo estaban los hombres sin trabajo, esperando desesperadamente la zafra, o la recogida del café; las tierras estaban sin cultivar; los grandes latifundios, donde trabajaban obreros proletarios —no campesinos, el campesino es el que trabajaba la tierra por cuenta propia—, se pusieron en explotación. Resultado: que se erradicó el desempleo en nuestros campos, desapareció para siempre el tiempo muerto, que era la plaga, el azote, de nuestros campos. Y, ahora, ¿quién va a recoger el café de los campesinos? Los becados estudiantes (APLAUSOS).
Es decir que la Revolución no solo ha hecho a esos campesinos dueños de sus tierras y les ha construido hospitales, caminos, escuelas, les ha enviado maestros, los ha alfabetizado, sino que, además, cuando como consecuencia del desarrollo económico del país ya no hay aquellos parias hambrientos que se marchaban a recoger café porque no tenían otra cosa que hacer, la Revolución les manda a la juventud, les manda a los estudiantes para recoger las cosechas de café.
Eso es lo que ha hecho la Revolución. Y en nuestros campos ya no hay tiempo muerto, y en nuestros campos ya no hay desempleo, en nuestros campos ya no hay analfabetismo; ya no hay niños que mueren sin asistencia médica (APLAUSOS), y la vida cultural se desarrolla a pasos agigantados.
¿Cómo pueden pretender ignorar esas verdades? Al ignorarlas sufren esas tremendas equivocaciones en que incurren.
Entonces, dice que apoyan: “el derecho de todo pueblo libre a transformar libremente las instituciones económicas”.
Eso es lo que hemos hecho nosotros: transformar, como pueblo libre, las instituciones económicas. Se está convirtiendo este señor de palabra, pero es peligroso convertirse de palabra, porque se crea una confusión en el cerebro que después no hay quien lo saque de eso.
Entonces, dice que apoya: “el derecho a transformar libremente las instituciones económicas”. Ni más ni menos, exactamente, lo que nosotros hemos hecho, y por hacerlo es que tenemos la hostilidad de los imperialistas. ¿A quién pueden engañar?
Y luego dice: “Estos son los principios de la Alianza para el Progreso, son los principios que apoyamos para Cuba; estos son los principios por los que los hombres han luchado y han caído.”
Sí, han caído, ¡pero del lado de acá! (APLAUSOS.)
Y luego dice, luego dice, les dice a aquellos mercenarios —hijos de latifundistas, de banqueros, de industriales, de garroteros, de tahúres—, les dice: “… Y son los principios por los que ustedes lucharon y por los cuales algunos de su brigada dieron su vida”.
y ustedes recuerdan lo que decían aquellos señores que hablaban de la libre empresa, y todos, o su inmensa mayoría allí, si no era esbirro, era hijo de un latifundista, o de un rico. Y luego este señor les dice “que vinieron a luchar por la transformación económica de la sociedad”.
Pero esto es más simpático, lo que viene ahora. Dice: “…Y creo que estos son los principios de la gran mayoría del pueblo cubano de hoy”.
Sí, los principios como los entendemos nosotros, no como los entienden ellos.
Y dice —y oigan bien—: “… Estoy seguro de que a través de toda la isla de Cuba, en el mismo Gobierno” —qué intrigante, qué intrigante es este señor de Kennedy— … porque dice: “estoy seguro de que en el mismo Gobierno, en el ejército y en la milicia hay muchos que mantienen esa fe en la libertad, que se sienten consternados por la destrucción de la libertad de su isla, y que están determinados a restablecer esa libertad para que el pueblo cubano pueda, nuevamente, gobernarse a sí mismo”, (EXCLAMACIONES).
Cabe decirle al señor Kennedy, al intrigante Kennedy, que “se deje de dormir de ese lado”. Habla —pero es curioso— del Ejército Rebelde y habla de las milicias. Esas milicias que tanto miedo le han inspirado siempre, que han sido el terror de los imperialistas. Esos soldados, que aplastaron… (APLAUSOS), esos soldados, esos heroicos soldados que en 72 horas aplastaron —en menos de 72 horas— a los piratas del imperio yanki (APLAUSOS).
y qué curioso, que los imperialistas hayan ensayado todas las armas, hayan fracasado en todas, porque tenemos un pueblo armado, y ahora hablen y ahora trate de intrigar y trate de hacer creer que fuera posible que esos soldados patriotas, esos milicianos proletarios, puedan ponerse al servicio del imperialismo yanki (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
Señor Kennedy: entre nosotros y usted, entre esos soldados revolucionarios y el imperio yanki, hay mucha sangre de por medio (APLAUSOS). Y esa sangre comenzó a rodar hace muchos años; esa sangre comenzó a rodar en la Sierra Maestra, combatiendo contra un ejército entrenado por misiones militares yankis, bajo el fuego de armas yankis, bajo el bombardeo de aviones yankis. Y esos soldados vieron morir familias enteras abrasadas por el napalm, de las bombas incendiarias yankis; y vieron niños mutilados, y niños asesinados por la metralla y muchos compañeros morir en los combates.
Señor Kennedy: entre nuestro pueblo y los imperialistas, entre nuestros combatientes y los imperialistas, media mucha sangre. Está la sangre de los obreros asesinados cuando la explosión de “La Coubre”, criminal sabotaje preparado por la agencia yanki; la sangre de los obreros que han muerto apagando cañaverales incendiados por avionetas procedentes de Estados Unidos; sangre como la de Fe del Valle, que pereciera al incendiar los terroristas de la Agencia Central de Inteligencia uno de nuestros centros de trabajo (APLAUSOS). Entre esos combatientes y el imperialismo está la sangre de más de 100 soldados y milicianos que murieron gloriosamente en Playa Girón (APLAUSOS); está la sangre de los maestros asesinados como Conrado Benítez (APLAUSOS); está la sangre de los brigadistas asesinados cruelmente como Manuel Ascunce Domenech (APLAUSOS). Mucha sangre, un abismo de sangre hay entre nosotros y ustedes, señores imperialistas.
Pero hay algo más que sangre. Hay un abismo todavía más profundo que es el abismo que separa a los trabajadores de los explotadores, a los esclavos liberados de los esclavizadores (APLAUSOS); está el abismo de nuestras ideas, el abismo que separa nuestras ideas; y está un abismo tan profundo como ese que es ¡a dignidad de este pueblo, la dignidad de cada hombre y mujer cubanos (APLAUSOS).
Porque el pueblo cubano no es el pueblo aquel, no es el grupo de parias, de explotadores y de vendepatrias, de privilegiados a quienes la Revolución privó de sus prebendas. El pueblo cubano es algo muy distinto de aquel grupo de miserables.
y la dignidad de este pueblo tiene una prueba irrebatible y es que, a pesar de los imperialistas, a pesar de su oro, de sus crímenes, de sus agresiones, de sus bloqueos, a pesar de todo lo que han hecho por destruir nuestra Revolución, hoy cumplimos —o ayer cumplimos— el cuarto aniversario (APLAUSOS). Señor Kennedy: ¡Cumplimos cuatro y entramos en cinco! (APLAUSOS.) (ALGUIEN DEL PUBLICO EXCLAMA: “¡Entramos en los cinco con los cinco puntos, Fidel!”) …En los cinco puntos ya estábamos.
Pero quería terminar con eso del mitincito de Miami. ¿Cómo se comportaron estos señores que salieron? Como tenían que comportarse: como ratas —según ha dicho un hombre del pueblo.
Todo el mundo los vio por televisión. No hubo uno solo que no dijera que lo habían embarcado; no hubo uno solo que no dijera que se habían equivocado, que creían que la milicia se les unía, que el ejército no peleaba; no hubo uno solo que no creyera que fuese un paseo militar. Y luego lucían como magdalenas arrepentidas (RISAS) ante las cámaras de televisión. En prisiones escribieron largas, largas e interminables cartas de arrepentimiento, sus principales jefes que el pueblo conoce.
La Revolución los trató de manera generosa. No porque se lo merecieran, sino porque esos son nuestros principios. Ninguno de ellos fue golpeado; casi la totalidad de sus heridos salvaron la vida en los hospitales revolucionarios.
De acuerdo con la ley y con sus hechos, eran acreedores a la pena capital, y sin embargo la sentencia señalada era una sentencia que les permitía salir en libertad si indemnizaban a nuestro país de los daños ocasionados.
Lo que no dicen los imperialistas es que, si estuvieron 20 meses en prisión, fue por el fariseísmo yanki, por la hipocresía yanki que no quiso dar la cara, que no quiso pagar. Porque apenas a los dos meses —no antes— del ataque pudieron haber salido si los imperialistas hubiesen pagado.
Tampoco han querido destacar los imperialistas que el Gobierno Revolucionario había puesto en libertad, previamente —hace muchos meses—, a 60 heridos y enfermos, aceptando que pagasen después la indemnización, que solo vinieron a pagar ahora; que el Gobierno Revolucionario aceptó ponerlos en libertad cuando solo habían abonado el 20%. Nada de eso han querido destacar.
Y allá, ¿qué han hecho al llegar todos aquellos miserables, todos aquellos cobardes a quienes un pueblo entero vio pedir clemencia, vio tratar de eludir la responsabilidad, vio calificarse de cocineros, de enfermeros y de que no habían tirado un solo tiro? Al llegar allá, sus primeras declaraciones es decir que piensan regresar, que piensan volver, etcétera, etcétera (EXCLAMACIONES). Eso da una idea al pueblo de cómo merecen ser tratadas semejantes alimañas.
Pero, si el Gobierno Revolucionario los ha puesto en libertad mediante el compromiso —asumido por la Cruz Roja norteamericana— de cumplir todos los acuerdos que hemos suscrito, garantizados por un organismo bancario canadiense; si la Revolución los puso en libertad es porque la Revolución puede combatir 50 expediciones como esa (APLAUSOS); no una pandilla como esa: 50 pandillas como esa, que desembarcaran simultáneamente en el territorio nacional, las destruimos todavía más rápidamente de lo que destruimos aquella (APLAUSOS).
A la seguridad de nuestro país, a la seguridad de nuestro país no le afecta en nada que esa pandilla de alimañas se encuentre fuera.
La Cruz Roja norteamericana quedó encargada de cumplimentar los acuerdos y debemos decir que hasta estos instantes ha estado cumpliendo de manera satisfactoria. Lástima que con esa chapucería, con esa actitud ridícula e incompatible con la dignidad del cargo, el señor Kennedy haya dado esa nota y haya hecho caer esa mancha sobre una gestión que estuvo presidida por un alto espíritu humanitario. Pero, ¿qué otra cosa puede esperarse del jefe de los piratas? Allí fue, junto a su ejército derrotado, junto a sus piratas que salieron de este país con las cabezas bajas.
¡Y qué momento aquel para nosotros! Aquel que en el mismo aeropuerto donde comenzó el ataque cobarde del 15 de abril, en aquel mismo aeropuerto donde aviones de procedencia yanki dejaron caer el 15 de abril su carga de bombas, reposaran allí después, también, aviones yankis como mansas palomas de paz, dejando los cargamentos de medicinas y de alimentos para niños.
Los que vivimos esos dos momentos —el de la agresión y el del pago de la indemnización— no podremos olvidarlo. Porque no eran los soberbios y arrogantes atacantes que un día bombardearon, y como precio de aquella aventura tuvieron un día que venir a traer otras cosas para salvar vidas y para beneficio de nuestro pueblo (APLAUSOS).
Y en cuanto a los mercenarios que dicen que vuelven, y en cuanto a los alientos que el señor Kennedy les quiso dar, nosotros solo les vamos a decir: que si quiere financiar el desarrollo económico de la Revolución socialista de Cuba, que siga mandando expediciones como esa (APLAUSOS). Debe saberse que el Gobierno cubano exigió el pago íntegro señalado por la sentencia, es decir, de 62 millones en el valor de los productos puestos aquí, y que esperamos que eso le sirva de lección a los imperialistas.
¿Qué es eso que dice Kennedy, como dice aquí, que él puede asegurarle que esa bandera será devuelta a los mercenarios en una Habana libre? ¿Qué quiere decir con eso el señor Kennedy? ¿Qué amenaza implica esa declaración? ¿Por qué se atreve a decir que asegura semejante cosa? ¿Y en qué se parece eso a una promesa de no agredir a nuestro país, a una promesa de no invadir a Cuba?
Es por eso que nosotros hemos sostenido y sostenemos, que las garantías que el imperialismo ofrece no han de ser simplemente de palabra y han de ir acompañadas de hechos. Nosotros tenemos más que sobradas razones para desconfiar de los imperialistas, y nosotros sabemos que las garantías nunca estarán en las palabras de los imperialistas. Las garantías están en nuestra decisión de combatir, en nuestra decisión de resistir heroicamente cualquier ataque del enemigo (APLAUSOS). Las garantías están en esas armas que ustedes vieron desfilar y en muchas más armas que por aquí no desfilaron. Las garantías están en nuestros cientos de miles de combatientes. Las garantías están en el heroísmo de nuestro pueblo, heroísmo más que probado en momentos muy difíciles.
Cuando el señor Kennedy nos amenazó con convertirnos en blanco nuclear, queriendo intimidarnos, lo que ocurrió ¿qué fue?, que el pueblo dijo: ¡Patria o Muerte! (APLAUSOS); ¡que más hombres, más hombres y mujeres que nunca, se enrolaron en la milicia!; ¡que más hombres y mujeres que nunca pidieron inscribirse en las organizaciones de masas; y con una sonrisa en los labios y con una serenidad impresionante, un pueblo entero se dispuso a afrontar al enemigo, a perecer si fuera necesario! (APLAUSOS) Porque en este pueblo revolucionario, no encontrarán jamás claudicación los imperialistas.
¡Podremos morir, sí, pero claudicar jamás! ¡Podremos morir, sí, pero moriríamos con libertad y con dignidad! (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”) ¡Podremos morir, no porque despreciemos la vida, no porque despreciemos la obra creadora que nuestro pueblo realiza, no porque no vemos el porvenir luminoso a que tenemos derecho con nuestro trabajo, sino porque las vidas de todos nosotros, a esa idea y a ese porvenir están indisolublemente asociadas y sin patria no queremos la vida, sin libertad no queremos la vida, sin dignidad no queremos la vida (APLAUSOS), sin justicia no queremos la vida, sin pan para nuestros hijos no queremos la vida, sin porvenir no queremos la vida! Y por eso decimos ¡patria o Muerte! Y por eso, por eso el himno de nuestros luchadores por la independencia estableció bien claro: ¡Que vivir en cadenas era vivir en oprobios y afrenta sumidos y que morir por la patria es vivir! (APLAUSOS.)
Y eso explica, eso explica la actitud de nuestro pueblo y por qué de las medidas que tomamos frente a las agresiones de los imperialistas y frente a las amenazas de los imperialistas. Sin vacilaciones, para que sepan los imperialistas que este pueblo no vacila. Y por eso tomamos las medidas de armarnos. Y por eso acordamos con la Unión Soviética las armas que aquí se establecieron, porque entendíamos que cumplíamos con dos obligaciones: una obligación para con la patria afianzando y fortaleciendo sus defensas frente a las amenazas del imperialismo, y una obligación con los pueblos del campo socialista. Es decir, un deber proletario internacional (APLAUSOS).
Cumplíamos con dos deberes: un deber para con la patria y un deber para con los trabajadores de todo el mundo, nuestros deberes internacionalistas, de acuerdo con los principios del internacionalismo proletario. Porque patriotismo e internacionalismo proletario, dentro de la Revolución socialista, son dos cosas comunes (APLAUSOS). Y ese fue el pensamiento que presidió la conducta de la dirección revolucionaria cubana.
Todos ustedes conocen cómo se inició y cómo se desarrolló, y cómo culminó la crisis. Nosotros queremos decir que nuestro pueblo se reserva todo el derecho siempre, frente a sus enemigos imperialistas y frente a los agresores imperialistas, a tomar todas las medidas que estime pertinentes y a tener las armas que estime pertinente (APLAUSOS).
El Gobierno soviético, en aras de la paz, llegó a ciertos acuerdos con el Gobierno norteamericano, pero eso no quiere decir que nosotros hayamos renunciado a ese derecho: al derecho de tener las armas que estimemos convenientes y a adoptar los pasos de política internacional que estimemos pertinentes corno país soberano (APLAUSOS).
Y por eso no aceptamos la inspección unilateral que querían establecer aquí (EXCLAMACIONES y APLAUSOS) con el único propósito, por parte de los imperialistas, de humillarnos. ¡Y no hubo inspección (EXCLAMACIONES), ni habrá inspección! (EXCLAMACIONES) y si quieren que haya inspección, que se dejen inspeccionar ellos también por nosotros (EXCLAMACIONES y APLAUSOS), ¡que se dejen inspeccionar ellos también! Si no, ¿qué se han creído? De Estado soberano a Estado soberano, somos tan soberanos o más soberanos que ellos (APLAUSOS).
Hay que conocer bien lo matreros (EXCLAMACIONES) que son los imperialistas, lo taimados y los zorros que son en todos sus actos, en todos sus hechos. Y por eso, en los imperialistas no confiamos, y en las garantías que hemos creído siempre han sido en las que dije ahorita y en la solidaridad de los pueblos, en la solidaridad del campo socialista. En eso ha estado siempre nuestra garantía (APLAUSOS).
Sin la solidaridad del campo socialista habríamos estado desarmados, eso es claro, porque cuando fuimos a comprar armas en un país de Europa occidental nos volaron el barco y nos mataron como 50 obreros y soldados. Y los imperialistas impidieron que nos vendieran armas; mientras ellos armaban a sus mercenarios y los entrenaban, nos impedían adquirir armas, y fueron los países del campo socialista los que nos proveyeron de todas esas armas (APLAUSOS). Y ha sido la solidaridad del campo socialista arma eficaz contra la agresión imperialista, ¡y en esa garantía sí creemos!, en esa garantía que nos da dos cosas: nuestra disposición de luchar hasta el último hombre y la solidaridad del campo socialista, y no en las palabras de los imperialistas (APLAUSOS).
Esa es la razón por la que hemos planteado nuestras cinco demandas, tan justas y tan lógicas, y tan consustanciales a nuestros derechos, que nadie las podría objetar.
¿Qué clase de paz es esa de los imperialistas con nosotros aumentando sus presiones económicas contra nuestro país, promoviendo la subversión, organizando ataques piratas, declarando su propósito de violar nuestro espacio aéreo? ¿Qué paz puede ser esa, qué clase de paz? ¿Porque creen acaso los imperialistas que nosotros vamos a aceptar violaciones de nuestros derechos? ¿Qué paz sería esa que en cualquier momento se rompe por una violación de ellos, que en cualquier momento da lugar a un incidente con motivo de esa política declarada? Porque, claro, si se les permite a los imperialistas alguna de sus fechorías, quieren después hacer otras, y lo demostraron con sus aviones en los días de la crisis cuando había una tregua y comenzaron a volar rasantes sobre nuestras bases y sobre nuestros artilleros, hasta que se les dio la orden de disparar y lo que hicieron fue cobrar toda la altura que pudieron y dejaron de volar rasantes.
Desde luego, ¿qué clase de paz sería esa en que nosotros tengamos que aceptar esas violaciones? ¡y no las aceptamos, y serían fuentes de incidentes!
Y nosotros vamos adquiriendo cada vez mejores armas antiaéreas. Y ya hoy desfilaron por aquí las primeras unidades de instrucción de los cohetes de tierra a aire (APLAUSOS), que están en instrucción.
¿Qué clase de paz sería esa de los imperialistas, que nos expusiera a constantes incidentes de ese tipo por su declarada política de violación de nuestros espacios?
Y, por último, ¿qué hacen en un pedazo de nuestro territorio, amenazándonos, conspirando desde aquí contra nuestro país? (EXCLAMACIONES.) ¡Y ese territorio es nuestro y tenemos todo el derecho a reclamarlo! ¿Qué derecho tienen los imperialistas a poseer una base enclavada en el territorio de nuestro país?
Esos son los cinco puntos que nosotros hemos planteado como demanda justa de nuestro pueblo, para que haya una verdadera solución de la crisis del Caribe. Los imperialistas no han acabado de hacer ninguna declaración clara; han hablado con reticencia, han hablado en un tono amenazante, insidioso: “que si Cuba no promueve la subversión” y cosas por el estilo, entonces no habrá invasión. Y esas declaraciones que les hicieron a los mercenarios, no es una declaración de paz, no implica una garantía para nuestra patria. Porque todo el mundo sabe que 50 y 100 expediciones como esa, que cualquier tipo de ataque indirecto lo destruimos rápidamente.
¿Qué quieren decir los imperialistas con esas amenazas? ¿Qué clase de garantías son esas? Han sido renuente s a hablar de manera clara y abierta. La Unión Soviética ha cumplido su parte; el Gobierno de Estados Unidos no ha cumplido la suya.
De más está decir que nuestra posición no es una posición contraria a soluciones, que no es una posición contraria a soluciones pacíficas. Nosotros estamos de acuerdo con la política de la discusión y de la solución, por vías pacíficas, de los problemas, nosotros estamos de acuerdo con ese principio fundamental; estamos de acuerdo también en la política de concesión por concesión.
Nuestra posición, mantenida a través de esta crisis, es una posición estrictamente ajustada a los principios. Nosotros hemos rechazado la inspección, porque nuestro país no puede renunciar a una prerrogativa absolutamente soberana, y hemos defendido nuestra integridad, porque el hecho de estar en favor de la paz no significa que vayan a desembarcar los imperialistas en nuestras costas y no les vayamos a tirar un tiro. Estamos por la paz, ¡pero si nos atacan, los vamos a combatir con todo lo que tenemos! (APLAUSOS.)
Nosotros entendemos que en el mundo actual las manos de los imperialistas no están libres. Desde luego, si hubiesen estado libres habríamos tenido que sufrir seriamente desde el principio sus consecuencias. Es un hecho cierto que la correlación mundial de fuerzas les impide hacer lo que hacían cuando intervenían en Nicaragua, en México, en Santo Domingo o en otros pueblos pequeños de América Latina. No tienen sus manos libres, no están en condiciones de poder actuar libremente en la forma en que lo hacían antes. Sus actos irresponsables, los actos irresponsables de este señor Kennedy, pusieron al mundo al borde de la guerra. ¿A quién pueden echarle la culpa?, ¿a nosotros?, ¿a la Unión Soviética? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Quiénes han sido los agresores? (EXCLAMACIONES DE: “¡Ellos!”) ¿Quiénes han estado hostigando a nuestro país incesantemente desde el principio? (EXCLAMACIONES DE: “¡Ellos!”) ¡Ellos!, los que han mantenido una guerra declarada contra nuestra patria, la agresión incesante contra nuestra patria.
Y ahí están los hechos, que no se pueden ocultar, que no se pueden negar. Ahí está el acto que dio con los mercenarios, que él mandó a invadir a nuestro país. Ellos han sido los agresores, ellos han sido los únicos culpables.
¡Cesen en su política de agresión y cesará el peligro de guerra en el Caribe! ¡Cesen en su política de agresión, y habrá paz en el Caribe! Pero que no crean que nos pueden agredir y no nos vamos a defender, que no crean que nos vamos a cruzar de brazos frente a sus agresiones. ¡Todo el daño que nos traten de hacer será todo el daño que nosotros le tratemos de hacer a ellos también! (APLAUSOS.)
Si lo que pretenden los imperialistas para que haya paz es que dejemos de ser revolucionarios, ¡no dejaremos de ser revolucionarios, no doblegaremos jamás nuestra bandera! Somos ejemplo para los pueblos hermanos de América, porque los cautivos, señor Kennedy, no son los cubanos, ¡los cautivos son los millones de indios y de latinoamericanos explotados por los monopolios yankis, explotados por el imperialismo yanki en la América Latina! (EXCLAMACIONES.)
Cuando usted, señor Kennedy, habla de cautivos, dice cubanos pero no piensa en nosotros, sino que piensa y teme la rebelión de los verdaderos cautivos, la rebelión de los explotados. ¡Que tuvieran armas, que tuvieran armas los trabajadores y los campesinos de América Latina como las tiene nuestro pueblo, y veríamos qué pasa, veríamos quiénes son los verdaderos cautivos! ¡Porque estos que usted llama cautivos son unos cautivos armados, unos cautivos con tanques, unos cautivos con aviones! (APLAUSOS). ¡Deles tanques y deles aviones a los trabajadores y a los campesinos latinoamericanos y verá quiénes son los cautivos!
Esa es la prueba irrefutable; pero, no hay que apurarse. Nosotros tampoco teníamos cañones ni teníamos aviones y, sin embargo, hoy los tenemos; nosotros estábamos tan desarmados como esos cautivos de América Latina y sin embargo, ello no impidió el triunfo del pueblo, ello no impidió el triunfo de la Revolución.
Los pueblos, cuando se deciden a luchar, pueden hacer lo que hicimos nosotros; y los millones de latinoamericanos, explotados por los imperialistas, pueden hacer lo que hicimos nosotros (APLAUSOS).
Y ya los pueblos empiezan a despertar y empiezan a luchar. He ahí la prueba de solidaridad con nuestra patria; la actitud de algunos pueblos, como el pueblo venezolano (APLAUSOS), que mientras el títere Betancourt mandaba sus barcos, igual que el títere de Argentina y el títere de Santo Domingo, mandaban sus barcos a bloquearnos a nosotros, el pueblo de Venezuela luchó y dio pruebas extraordinarias de espíritu revolucionario, dirigido por el glorioso Partido Comunista de Venezuela (APLAUSOS) y por los valerosos combatientes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (APLAUSOS), que les dieron prueba a los imperialistas de lo que es una solidaridad revolucionaria y una solidaridad activa de los revolucionarios, que no se sientan en la puerta de su casa a esperar pasar el cadáver de los enemigos (APLAUSOS); de los revolucionarios que entienden que el deber de todo revolucionario es hacer la Revolución (APLAUSOS).
Compañeros y compañeras: comenzamos un quinto aniversario. ¿Con qué espíritu debemos mirar este nuevo año?: con espíritu optimista, con espíritu revolucionario, con fe en el porvenir.
Muchas son las tareas que tenemos por delante; con los años no terminan las tareas, sino que nuevas tareas comienzan. Nuestros problemas de hoy no son los problemas de hace cuatro años. Nuevos problemas, nuevas obligaciones y nuevas tareas tenemos por delante.
Fundamentalmente, está nuestro deber de crear las riquezas que nuestro pueblo necesita; crear los medios de producción que necesitamos para elevar nuestro estándar de vida, para satisfacer las necesidades crecientes de nuestras masas.
Hoy, que todo pertenece al pueblo y los frutos del trabajo son para el pueblo, el deber primero del pueblo es el de luchar por crear todos esos medios para satisfacer todas sus necesidades. Y tenemos que hacer eso en medio de peligros, en medio de amenazas; y aun en medio de situaciones amargas, de serios problemas que a todos nos preocupan en la lucha frente al enemigo común, en la lucha frente a los imperialistas, cuáles son las discrepancias surgidas en el seno de la familia socialista, las públicas discrepancias surgidas entre grandes fuerzas del campo socialista.
Ello a todos nos preocupa, y nos preocupa porque nosotros vemos con claridad aquí, desde esta trinchera, a 90 millas del imperio yanki, cuán motivo de preocupación han de ser esas discrepancias, cuánto se necesita la unidad, cuánto se necesita de todas las fuerzas de todo el campo socialista para enfrentar a esos enemigos.
Nosotros tenemos la gran tarea histórica de llevar adelante esta Revolución, de servir de ejemplo a la revolución latinoamericana; y dentro del campo socialista, dentro de la gran familia socialista, ¡que es nuestro campo, que es y será siempre nuestra familia! (APLAUSOS), entendemos nuestro deber luchar por la unidad dentro de los principios de la familia socialista, del campo socialista. Esa ha de ser la línea de nuestro pueblo, la línea que traza la dirección política de la Revolución.
Son muchos los problemas y muy grandes las tareas que tenemos por delante; enfrentar al imperialismo primero que nada. En esa misma situación están otros muchos pueblos, en esa misma situación están los pueblos colonializados y sometidos al imperialismo.
Es por eso que resulta tan necesaria esa unión; es por eso que resulta tan necesario presentar a los imperialistas un frente unido. Y ese, estoy seguro que ha de ser el clamor de los pueblos amenazados, de los pueblos que luchan por su independencia, de los pueblos que luchan frente a las agresiones del imperialismo.
A nuestro pueblo una orientación: que nuestra tarea es unir, dentro y fuera; eliminar todo lo que nos divida, dentro y fuera; luchar por todo lo que nos una, dentro y fuera. ¡La unidad dentro de los principios, esa es nuestra línea!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(EL DR. FIDEL CASTRO REGRESA A LOS MICROFONOS, y EXPLICA):
¿Cómo se va a llamar este año? Este año se va a llamar el “Año de la Organización”.
¿Por qué? Porque en eso debemos poner nuestro esfuerzo principal, el principal acento de nuestro esfuerzo tiene que ser la organización. En primer lugar, la organización del Partido Unido de la Revolución Socialista (APLAUSOS); el desarrollo de la organización de nuestras masas, es decir, nuestras organizaciones de masas; la organización en los organismos administrativos y la organización en los organismos económicos.
No quiere decir que el año que viene no sea también de la organización, o que este no sea de la educación. Se señala un año en aquello en que se pone el principal acento; todos los años son años de la educación, y todos los años serán años de la organización, pero el acento principal este año lo debemos poner en la organización. Y por eso se llamará “Año de la Organización”.
(OVACION.)
Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado